La ‘Mujer sentada’ de Picasso, subastada por más de 56 millones de euros
‘Femme assise‘ de Picasso. EFE |
‘Femme assise‘ de Picasso. EFE |
‘Femme assise‘ de Picasso. EFE |
Un cuadro de Picasso se convierte en el más caro de la historia. Propuesta educativa con distintas TIC para la clase de Educación artística.
El ‘picasso’ que ha prestado Basilea a los museos españoles MARTIN P. BÜHLER (KUNSTMUSEUM BASEL) |
Un ‘léger’, parte del prestamo de Basilia. MARTIN P. BÜHLER (KUNSTMUSEUM BASEL) |
‘Buste de femme souriante’ (Busto de mujer sonriente) de Pablo Picasso. / BERNARDO PÉREZ |
«Mujer sentada» alcanzó los 10,6 millones de euros en la subasta de Christie’s. EFE |
Uno de los numerosos autorretratos que pintó Picasso a lo largo de su carrera. ABC |
Todos quieren ver el «Guernica», la joya de la corona del Reina Sofía. ABC |
No importa que el informe técnico de 1998, planteado como definitivo,
fuese tajante sobre el «precario» estado de conservación del lienzo y
desaconsejara cualquier movimiento de la pintura fuera de las salas del
Museo Reina Sofía, donde hoy descansa. Formaciones como PNV
y Eusko Alkartasuna insisten
en que la única
morada deseable para
una obra tan universal es la villa vizcaína de Guernica,
escenario de los
bombardeoscontra la población civil en abril de 1937 por la
aviación alemana. O en su caso, cualquier otro museo vasco. «El
«Guernica», donde tiene que estar, es en Euskadi», defendía el diputado
del PNV en Madrid Aitor
Esteban en
febrero de 2010, cuando ABC desveló la intención del director del Museo
del Prado, Miguel Zugaza, de llevárselo al otro lado de la Castellana.
Aitor Esteban, como entonces, criticó que el informe estuviera firmado
por los conservadores del Reina Sofía, lo que daba lugar a conclusiones
«de parte» que los peneuvistas cuestionan.
«No
nos rendimos»
«Se
han movido otras obras complicadas y delicadas, y nunca ha pasado nada.
Además, las técnicas son mucho mejores que antes, lo que da muestra de
un enroque absoluto del
Ministerio y del Reina Sofía, que parece tener secuestrado
el «Guernica»,
con miedo a
que si sale de sus puertas ya
no se lo devolverán», considera Esteban, que lamenta la ausencia
del lienzo en la villa vizcaína cuando este año se celebra el 75
aniversario del horror
bélico. «No
nos rendimos. Seguiremos batallando para que el «Guernica» pueda
estar donde corresponde, en Euskadi, aprovechando que tenemos una de
las instituciones más importantes del arte contemporáneo del Estado
como es el Guggenheim»,
abunda el diputado del PNV.
Por
alusiones, desde el museo de Frank Gehry recuerdan que la polémica
sobre la ubicación de la obra cumbre de Picasso trasciende las
fronteras del arte. «Es una cuestión
de voluntad política, más que de los inconvenientes de su
traslado», afirman fuentes de la institución que dirige Juan Ignacio
Vidarte.
El
proyecto del Prado
Si
el País Vasco no se da por vencido en su reivindicación, el que sí
parece haberlo hecho, por el momento, es el Museo
del Prado, que sorprendió a propios y extraños con un proyecto,
ideado al parecer por Jorge
Semprún, que pretendía recuperar esta obra, dejando al Reina
Sofía descabezado, sin su eje central en torno al que gira la
colección del museo. En sus últimas declaraciones al respecto, el
director del Prado, Miguel
Zugaza, expresaba que el lugar donde debía estar el «Guernica»
es el Prado, pero no
quería reabrir el debate, que se volvió muy agrio. Apostillaba
Zugaza que quizás
podría ser en un futuro, cuando su salida no supusiera un
problema para el Reina Sofía.
Una
jugada perfecta
El
Prado ha insistido una y otra vez en que su propuesta de recuperar el
cuadro era un proyecto de colaboración entre dos museos, que no
se trataba de arrebatar nada a nadie. La idea eracrear
una fundación que integrara a ambos museos. No sería el Prado el
que arrebata al Reina Sofía su gran tesoro, sino que sería el propio
Reina Sofía, como parte integrante de esa fundación, el que decidiría
trasladar de sede el cuadro. Una
jugada maquiavélicamente perfecta.
«Los desastres de la guerra», de Rubens. PALAZZO PITTI. FLORENCIA |
Los numerosos retratos que el artista malagueño hizo de su amante protagonizan, entre otras obras, la exposición Mujeres. Pablo Picasso, Max Beckmann, Willem De Kooning que la Pinakothek der Moderne de Múnich, en Alemania, acoge hasta el próximo 15 de julio. Con unas 90 obras maestras de los tres creadores, la muestra busca explicar a golpe de imagen cómo, pese al espectro de virilidad (cuando no machismo) que siempre ha acompañado la vida privada de los tres artistas, al coger el pincel su idea de la mujer cambiaba.
“Retratan féminas libres y emancipadas”, asegura un comunicado del museo alemán. Según la tesis del centro, Picasso, Beckmann y De Kooning redefinieron la manera de pintar a la mujer tirando de valor y de modernidad. “No es solo el objeto sobre el que se proyectan las fantasías masculinas, sino un catalizador para rexaminar su propia biografía, como para Picasso, o una fuerza independiente en la que culminan las posibilidades expresivas del trabajo artístico, en el caso de De Kooning”, defiende el mismo documento.
Para respaldar su postura, la Pinakothek der Moderne luce algunas de las piezas más famosas de los tres creadores. Como Mujeres, una serie de retratos que De Kooning realizó a principios de los cincuenta y que llenó de carga erótica y agresividad. “¿Qué por qué quise retratar a una mujer? Supongo que por qué yo no lo soy. No hay mucha diferencia entre un hombre y una mujer cuando pintas”, así intentaba De Kooning desinflar las polémicas sobre su trabajo, a la sazón considerado escandaloso.
También lo fue La pisseuse, una obra de 1965 en la que Picasso retrató a su segunda esposa, Jacqueline Roque, orinando. A lo largo de las cinco secciones de la muestra, la pinacoteca bávara propone una suerte de repaso cubista a la trayectoria sentimental del malagueño: de las voluptuosas formas de Fernande Olivier recreadas en Dríade (1908) hasta los estridentes colores de Mujer con alcachofas (1941), uno de los citados retratos de Dora Maar.
Aliados ilustres han querido participar en la batalla de la exposición contra los clichés. El MoMA de Nueva York, el centro Pompidou de París, la Tate Modern londinense y la National Gallery de Australia han enviado prestigiosos refuerzos, extraídos de sus colecciones, hasta las cuatro paredes de Múnich.
Allí cuelga también Quappi en rosa, el más famoso entre los retratos que Beckmann realizó en los años treinta de su esposa Quappi Von Kaulbach. Quizás menos explicito que los otros dos artistas, el alemán esconde su polémica en el maquillaje, el barniz de las uñas y el cigarrillo que luce la mujer. Una señora demasiado moderna para su contexto: la Alemania nazi. Claro está, no era el café de Deux Magots.
Tommaso Koch, Madrid: Pinceladas de la mujer moderna, EL PAÍS, 28 de abril de 2012