Impartir la materia PROYECTOS ARTÍSTICOS es un privilegio y al mismo tiempo un gran reto para cualquier profesor de educación artística. En principio es «un caramelito» porque ¿qué docente no tiene mil y una idea de proyectos para desarrollar con su alumnado, probablemente con la posibilidad de ser adaptado a distintos niveles incluso etapas educativas? y si no las tiene, gracias a la generosidad de muchos de ellos que publican en su web, blog, cuenta de Instagram, etc. sus proyectos, todos y todas tenemos acceso a una fuente enorme de ideas. Estos proyectos que tenemos en mente o que conocemos a través de las redes sociales, con alguna prueba de testeo casi aseguran unos resultados exelentes, son motivadores para el alumnado, muy vistosos y del agrado de compañeros docentes y familias. El problema viene cuando nos hacemos las siguientes preguntas.
- El alumnado ha salido de su zona de confort.
- El alumnado ha tenido que investigar para buscar soluciones a un problema planteado.
- El alumnado a tenido que enfrentarse a la incertidumbre.
- El alumnado ha tenido que planificar tiempos y recursos.
Todos los proyectos tienen una parte de trabajo guiado y una parte en la que el alumnado propone su solución, cuanto más cerrado o concreto es lo que pedimos al alumnado, mejores resultados garantiza pero al mismo tiempo se reduce la capacidad de desarrollar la creatividad, tanto en sus aspectos cognitivos (fluidez, flexibilidad y originalidad) como en sus aspectos emocionales (tolerancia a la incertidumbre y apertura a experiencias sobre todo).
Reconozco que es muy tentador para mí abordar un proyecto de estos que tienen los resultados garantizados, con los que la comunidad educativa está encantada, y si se trabajan aspectos vinculados con el desarrollo del programa CIMA mucho mejor, pero por otro lado creo que lo que debo hacer en bachillerato es dar prioridad al desarrollo de la creatividad y facilitar experiencias que supongan retos, aunque los resultados no sean tan «vistosos».
Otro obstáculo para el desarrollo de la creatividad es «la notas». Los alumnos y alumnas se encuentran en una situación de estrés y competitividad generalizada. Es muy difícil que el alumnado se deje llevar por la parte lúdica de la creatividad, hacer cosas simplemente por el «a ver que sale», explorar caminos aunque tenga que retroceder, pero para desarrollar la creatividad es indispensable permitirnos el error y no considerarlo como una perdida de tiempo, sino como una parte ineludible del proceso.
Desde este planteamiento he comenzado a trabajar, es realmente complejo y me está costando mucho trabajo ajustar el nivel en el que el alumnado tenga un mínimo de seguridad con pocas pero algunas pautas concretas, y que al mismo tiempo tenga la posibilidad de tomar decisiones en varios aspectos como son la forma, el lenguaje, las técnicas y procedimientos….
Todo esto se pone de manifiesto en los dos proyectos abordados hasta el momento, el primero un proyecto de diseño en el que debían aportar soluciones para la transformación de los aseos del instituto, y el segundo mucho más complejo y abierto, una obra personal sobre el tema «Explotación Infantil».
En el próximo proyecto espero estar más cerca de la medida adecuada entre los dos factores, la relación entre concreción y posibilidades de respuesta, para mí «De divina proportione».