Adolf Hitler, el gallinita

Adolf Hitler y Eva Braun

Autor: Carlos Prieto, 17/05/2015.

fuente: El Confidencial

Hitler no está vivo. Lo decimos porque, ahora que se cumplen siete décadas de su suicidio, quizá se topen ustedes con algún artículo asegurando que el icono del Tercer Reich está tomando las aguas en Bariloche, compartiendo bungaló brasileño con Elvis o en la mismísima Luna… En efecto, lo crean o no, una de las teorías de la conspiración más populares asegura que los nazis enviaron a Hitler a la Luna en un cohete poco antes de la toma rusa de Berlín; si esto es así, a Neil Armstrong le debió dar un infarto cuando se topó en el satélite con un tipo con bigote completamente desaforado…

Bromas aparte, los últimos pasos de Hitler están lo suficientemente documentados como para que existan ensayos como La máscara del mando (Turner), de John Keegan, estudio que compara el liderazgo militar de cuatro figuras históricas: Alejandro Magno, Wellington, Grant y Hitler.

Aunque cada uno de estos líderes es hijo de su época –a Alejandro Magno le gustaba jugarse el pescuezo en el frente, loca costumbre que ha ido perdiendo fuerza con el tiempo­–  el análisis de las particularidades militares de Hitler nos permite comprender mejor los últimos días del Tercer Reich.

El título del largo capítulo dedicado al líder nacionalsocialista (90 páginas) no deja lugar a muchas dudas:  El falso heroísmo: Hitler como jefe supremo. ¿Era Hitler un gallinita?

He aquí las palabras del Führer al pueblo alemán el día (22 de diciembre de 1941) que decidió asumir el mando pleno de las operaciones militares:

“Conozco la guerra desde el tremendo conflicto en el frente occidental de 1914 a 1918. Experimenté personalmente los horrores de casi todas las batallas como soldado raso. Fui herido en dos ocasiones y después estuve a punto de quedarme ciego. Es el ejército el que carga con el peso de la batalla. He decidido, por lo tanto, en mi condición de jefe supremo de las fuerzas armadas alemanas, asumir personalmente la jefatura del ejército. De este modo, nada de lo que os atormente, de lo que os pese y de lo que os angustie me será desconocido”.

¿Conclusiones de Keegan sobre el arrojo militar del líder? Que no pisaba el frente bélico ni en pintura.

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Los españoles que defendieron la URSS.

Soldados españoles que lucharon del lado de la URSS.

Autor: LEONCIO SORIANO

Fuente:  Diario Público.

Muchos de ellos habían soñado con verla al menos desde hace tres años, también noviembre de 1936 cuando conocieron a los primeros soviéticos, vieron los chatos y los moscas, como llamaban en España los cazas I-15 e I-16, los tanques T-26 y BT-5.

Algunos ya habían estado aquí hace dos años, nada más llegar a la URSS. Entonces, inundada por multitudes, risa, color y alegría, la Plaza Roja les pareció mucho más pequeña de lo que imaginaban por las fotos y sus imágenes de cine. Ahora, cubierta por la nieve y la oscuridad, sumida en el silencio, se hacía inmensa. Parecía increíble que a contados kilómetros estuvieran las columnas acorazadas alemanas. Igual que hace cinco años en España, las avanzadas fascistas estaban a contados kilómetros del corazón de Rusia y la presencia de la unidad española en la Plaza Roja era prueba de la confianza que gozaban en la URSS los «españoles de Stalin».

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El contador de Auschwitz que confiesa los horrores del Holocausto.

Oskar Groening se unió a las SS y fue guardia y contable durante el régimen de Adol Hitler.

Fuente: BBC Mundo.

Sólo el tiempo persigue con más fiereza a los criminales nazis que la memoria del horror y los tribunales alemanes.

Más de 70 años han pasado ya desde que se liberaron los campos de la muerte del régimen de Adolf Hitler.

Y muchos de los responsables de lo que allí pasó han tenido como mejor abogado defensor la muerte, producida por la vejez que ellos negaron a millones de prisioneros. En su mayoría, judíos.

Por ello, el juicio de este martes a Oskar Groening, conocido como «el contador de Auschwitz», puede que sea uno de los últimos procesos de este tipo.

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Antiguo guardia de un campo de exterminio nazi, a sus 93 años de edad está acusado de al menos 300.000 cargos por cómplice de asesinato.

Su perfil es especial. Al contrario que otros muchos, Groening no se niega hablar de nada de lo que allí sucedió.

Groening era, presuntamente, el encargado de contabilizar los billetes confiscados a los prisioneros de Auschwitz.

Los fiscales de Lueneburg, en el norte de Alemania, también alegan que él escondía el equipaje de las víctimas para ocultar a los nuevos la suerte que iban a correr.

Groening llegó al campo de concentración de Auschwitz en 1942.
Groening llegó al campo de concentración de Auschwitz en 1942.

Horrores de Auschwitz

Groening, quien comenzó a trabajar en Auschwitz a la edad de 21 años, admite ser testigo del asesinato en masa de los judíos, pero niega que fuese «cómplice» de esa exterminación.

Él ha hablado públicamente sobre su papel en el campo. Este aspecto hace que este caso sea especialmente importante a ojos de observadores como el «cazador» de nazis Efraim Zuroff.

«Es la primera vez en la historia reciente en el que un acusado habla públicamente de los horrores de Auschwitz, algo que casi nunca se ha dado», declaró Zuroff al diario Wall Street Journal el año pasado.

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Groening nació en 1921 en la Baja Sajonia germana, y su madre murió cuando tenía cuatro años, informa la revista alemana Der Spiegel.

Su padre, un nacionalista orgulloso, se unió al grupo paramilitar Stahlhelm después de que la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial.

El enojo que sentía por el trato que recibió Alemania en el Tratado de Versalles sólo incrementó cuando su negocio de industria textil fue a la bancarrota en 1929.

El joven Groening se unió también a las juventudes de Stahlhelm en la década de 1930. Y después a las juventudes hitlerianas.

Relataría después sobre su participación en la quema de libros escritos por judíos y otras personas consideradas «degeneradas» que fue perpetrada por los nazis.

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Franco y Hitler: un odio interesado

Fotografiada (trucada por la dictadura) del encuentro de Hitler y Franco en Hendaya.

Fuente: El País, 14/03/2015.

Autor: Jesús Ruiz Mantilla.

El Eje fue un salón de desconfianza a tres bandas. Hitler, Mussolini y Franco. El trío quería dominar Europa y perpetuarse en el trono con poder absoluto. Para ello, se necesitaban. Pero, al tiempo que se enviaban telegramas de felicitación y agradecimiento, como el que publicamos hoy perteneciente a la Colección José María Castañé, se colaban espías por el patio trasero que realizaban informes sobre las mutuas debilidades y en cuanto se daban la vuelta se criticaban como porteras.

Hitler y Mussolini despreciaban a Franco. Los dos acabaron en el hoyo tragándose sus fracasos políticos y militares. El español murió en la cama tras haber jugado todas las bazas a su favor: las del fascismo y, después, dulcificando su imagen como el protector paterno para la patria que él jamás tuvo en casa, las de las democracias occidentales.

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Grecia y la deuda nazi.

Autor: HÉCTOR ESTEPA

Fuente: El Mundo, 17/02/2015  

Artículo publicado en el número 181 de La Aventura de la Historia

Atraviesa Grecia uno de sus momentos más difíciles. Los escaparates vacíos en Atenas son testigos de cinco años de recesión económica. El retroceso ha caído como una losa: los suicidios se han multiplicado. El sueldo medio ha disminuido en más del 23 por ciento. El 27 por ciento de los helenos no tiene trabajo. Parte de esa caída se debe a las durísimas medidas de ajuste. Grecia ha firmado dos pactos de austeridad con la Troika -la CE, el BCE y el FMI- para conseguir sendos rescates financieros por 240.000 millones de euros y así poder pagar sus facturas. La contrapartida son grandes recortes.

Alemania ha sido quien más dinero ha prestado. También el que más ha exigido: los medios germanos y los políticos han ejecutado una campaña mediática contra las disfuncionalidades del Estado deudor. La posición alemana ha levantado la germanofobia entre muchos helenos, que han contraatacado: ¿qué ocurriría si no fuera Grecia quien debe dinero a Alemania, sino al revés?

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El fascismo que sobrevivió a Hitler.

El general Franco y Adolfo Hitler durante su entrevista en Hendaya, en 1940

Fuente: El País, 1 de febrero, 2015.

Cuando acabó la Guerra Civil española, más de la mitad de los 28 estados europeos estaban dominados por dictaduras con poderes absolutos, que no dependían de mandatos constitucionales ni de elecciones democráticas. Excepto en el caso de la Unión Soviética de Stalin, todas esas dictaduras procedían del firmamento político de la ultraderecha y tenían como uno de sus principales objetivos la destrucción del comunismo.

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Y Winston se convirtió en Churchill.

Churchill encarnó un tipo de conservadurismo paternalista.

Fuente: Diario «El Mundo«, 26/01/2015

Autor: ROBERTO VILLA, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Rey Juan Carlos

En el ocaso vital de su progenitor, un emocionado Randolph Churchill resumió su trayectoria de la siguiente forma: «Tu gloria está consagrada para siempre en el pedestal inmortal de tus logros; y jamás podrá ser destruida o manchada. Fluirá con los siglos».

Estas palabras quedarían como una simple demostración de amor filial si no fuera porque iban dirigidas al que, hoy por hoy, se considera el político británico más importante del siglo XX. Más aún, Winston Churchill es una de las figuras sin las que es imposible comprender la historia de la Europa de entreguerras y del mundo de la segunda postguerra.

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Hiroshima, año cero

Fuente: El Mundo. Especial 70 aniversario fin de la II Guerra Mundial.

Autor:JULIO MARTÍN ALARCÓN

Cuando apenas ha despuntado el sol, y se empiezan a ver las primeras bicicletas y el trasiego de los tranvías en las calles de Hiroshima, el calor de la mañana de agosto es ya casi asfixiante. Roza unos 30 grados envueltos en una bruma de humedad que transporta el río Ota, cuyo delta desemboca en el Mar Interior de la preciosa bahía de donde surge la isla de Mijayima. Han pasado casi 70 años de aquel 6 de agosto de 1945 cuando a las 8.15 explotó la primera bomba atómica sobre una ciudad, la única de la Historia junto a su hermana Nagasaki.

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Los españoles que visitaron el epicentro de la locura: la División Azul.

Fuente: El Confidencial, 10/I/2015.

Autor: Álvaro Van den Brule

La conspiración contra Polonia tras el tratado Molotov–Ribbentrop (un tratado de no agresión que acabó como el rosario de la aurora), terminó con los dos socios firmantes, Alemania y la Unión Soviética, a la greña. Incluso más que eso todavía, por primera vez en la historia conocida –la que nos cuentan los libros a su manera y los vencedores a la suya–, el Apocalipsis se pudo apreciar en todo su dramático esplendor, con el agravante de que estaba ampliamente pronosticada su puesta en escena.

La Primera Guerra Mundial, cerrada en falso, había dado lugar a la mayor carnicería conocida hasta el momento. Agravios insuficientemente negociados y rencores de efecto retardado habían estallado en la cara de los durmientes y egocéntricos europeos.

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