Las inscripciones tienen el valor de transmitir textos tal y como fueron grabados originariamente en la piedra, sin haber pasado por otras manos ni haberse sometido a copia alguna. Tenemos siempre la versión original, las letras con su trazo perenne, puestas a la vista pública para dejar constancia indeleble de leyes, decretos, lindes y epitafios.
La arqueología debe a estos testimonios mucha información, y el estudioso o el amante de a pie, mucha emoción. Transitar por el recinto de El Cerámico de Atenas y entrar en su pequeño museo, o palpar con las yemas de los dedos el grabado de las letras «ΦΕΙΔΙΑΣ ΕΠΟΙΗΣΕ» («Fidias me hizo») en el camino viejo de las Panatenaicas nos pone frente a frente con el interlocutor de antaño con una inmediatez física, estremecedora.
Señalización antigua encontrada en los alrededores del recinto de la Academia de Platón, en la que se lee con claridad «Límite de la Academia»
Vista aérea de la Academia de Platón (imagen de la derecha).
Situación en el mapa de Atenas de la Academia de Platón, barrio del municipio de Atenas centro. |
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«Fidias me hizo»
El gran Fidias, el equivalente en la antigüedad al renacentista Miguel Ángel, fue acusado y juzgado en dos ocasiones. La primera de ellas lo acusaron falsamente de haber robado oro de la estatua criselefantina de Atenea y fue absuelto gracias a que, previendo tal comportamiento de sus conciudadanos, había procurado que las placas exteriores de la estatua pudieran ser desprendidas para comprobar su peso exacto. De este modo, cuando fue acusado de haber sustraído oro pudo demostrar que no faltaba ni un gramo de la estatua y fue absuelto. En este vídeo del Museo de la Acrópolis en Vimeo pueden verse las inscripciones referentes a los responsables de la supervisión de las obras del Partenón, así como las cuentas exactas de oro y talentos gastados en la creación más célebre de Fidias, la Atenea Prómachos, que residió en el interior del Partenón durante cerca de mil años.
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En la segunda ocasión, fue acusado de haberse representado a sí mismo en forma de anciano en el interior del escudo de la diosa. Esa vez fue declarado culpable de sacrilegio y acabó encarcelado. Enfermó y murió en prisión.
Yace aquí Fanostrate, médica y matrona,
que a nadie hizo mal y a quien, muerta, añoran todos.
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Epigrama sobre tumba en la que se ve representada a una mujer que ejerció la medicina en el siglo IV a.n.e.. La difunta aparece sentada a la derecha, dando la mano en gesto de despedida a una mujer, tal vez su ayudante o tal vez una paciente, madre de los niños que hay a su alrededor.
Fuente: @edithmayhall en Twitter 15/08/2020