Se podría otorgar al clavicordio, el privilegio de ser el instrumento inspirador y antecesor directo del piano, dada su naturaleza mecánica y acústica para producir el sonido a partir del accionamiento de una palanca presionada por los dedos; aparece por primera vez nombrado en una colección de poemas acerca del amor cortés, del autor Eberhard von Cersne, de la ciudad alemana de Minden. Es en uno de los poemas de alrededor de 1404, “Der Minne Regel”, donde aparece el nombre del instrumento, cuya primera representación gráfica se halló en un retablo tallado hacia 1425, también en la misma ciudad del poeta.
Las primeras referencias a su funcionamiento y construcción están recogidas en un tratado manuscrito de 1440, obra de Henri Arnaut, de Zwolle, población de los actuales Países Bajos, pero más conocido es el primer libro impreso, en 1511 en Basilea, sobre los instrumentos musicales: «Musica getutscht», de Sebastian Virdung, compositor, teórico y organista del denominado grupo de los “coloristas” germanos por la intensa ornamentación de sus piezas.
El clavicordio del siglo XVI consistía en una caja rectangular de madera, de no más de metro y medio de largo y decorada con motivos variados, que era colocada sobre una mesa al carecer de patas. El teclado no ocupaba toda la extensión del mueble, tan solo estaba situado en un lateral, y fue ampliando su extensión de teclas, desde las tres octavas y media, a medida que su fabricación evolucionó. El sonido era producido al presionar las teclas, por unas cuñas de latón denominadas tangentes que golpeaban a las cuerdas y eran colocadas sobre el extremo de la palanca que resultaba de la prolongación de cada tecla. Una vez que la tangente se ponía en contacto con la cuerda, esta quedaba dividida en dos segmentos: el primero, entre la tangente y el enganche de la cuerda, vibraba provocando un sonido tenue que era intensificado por la caja de resonancia, mientras que el segundo era envuelto en una tira de fieltro que amortiguaba la vibración; una vez que se dejaba de ejercer la presión digital sobre la tecla, todo volvía a la posición de reposo, mecanismo notablemente sencillo, pero capaz de producir efectos maravillosos de vibrato mediante la acción de la yema del dedo sobre las cuerdas al variar la intensidad de presión sobre las mismas, el denominado “Bebung”, que se anotaba en la partitura con una serie de puntos, aunque dejado generalmente al buen gusto del intérprete. Otra característica diferenciadora de los primeros clavicordios hasta el siglo XVIII era que estaban “ligados” – del alemán gebunden – lo que implicaba que una cuerda, o un juego de cuerdas, era golpeado por varias teclas, en distintos puntos acústicos, lo cual resultaba un inconveniente en la realización de tonos y semitonos adyacentes; este tipo de instrumentos perduraron en el tiempo por su tamaño reducido, su facilidad de afinación y bajo coste, pero siempre sería preferible un clavicordio liberado y no ligado.

Durante el siglo XVIII la evolución del clavicordio avanzó hasta las cinco octavas de extensión, las cuerdas liberadas en juegos de dos o tres, se enriquecieron las teclas recubiertas de marfil y se popularizó la decoración de las cajas con motivos diversos, y se convirtió en un bien preciado por la inmensa mayoría de los compositores y organistas que admiraban sus cualidades de sutilezas conmovedoras y recreación de ambientes íntimos y melancólicos, además de ser un instrumento de hogar para el aprendizaje musical, lo que nos debería hacer pensar en la interpretación al piano moderno de todo aquel repertorio que nació para aquel, y de la defensa que durante toda su vida realizó Carl Philpp Enmanuel Bach de la importancia del adiestramiento interpretativo a partir del clavicordio.
Os dejo ahora un ejemplo audiovisual del clavicordio, en una interpretación del Preludio y Fuga nº1 en Do mayor BWV 846 del primer volumen de » El Clave bien Temperado» de J. S. Bach, por Friedrich Gulda: Enlace aquí

Hermoso instrumento, quiero fabricarme uno pero no encuentro planos.