El Barroco es el período del arte comprendido entre los años 1600 y 1750 aproximadamente. El término Barroco surge a finales del siglo XVI y era utilizado por los joyeros portugueses para denominar a la perla irregular, de contorno imperfecto. Pero será en Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII cuando se utilice el término con un matiz estético aunque con carácter peyorativo y que continuará durante el siglo XIX. Para los expertos del siglo XIX, admiradores del clasicismo, el Barroco suponía lo complicado, recargado y lo ancho.
En cuanto a Rubens, En 1600 marcha a Italia, entrando al servicio del duque de Mantua. En Mantua conocerá la obra de Mantenga e inicia una colección de monedas, medallas, relieves y esculturas antiguas, que utilizará como fuente de inspiración; en Roma, donde conocerá la obra de los Carracci, Miguel Ángel y Caravaggio. De hecho, será en Italia donde se forjen los rasgos esenciales de su estilo: De Rafael y Leonardo toma la composición, de la pintura veneciana el color, la sensualidad de sus figuras y la pincelada suelta y pastosa, de Miguel Ángel la grandiosidad, la musculatura de sus personajes masculinos y el intenso dramatismo y de Caravaggio la luz.
El jardín del amor o El jardín de las Gracias, es un cuadro de Peter Paul Rubens, que se encuentra conservado en el museo del Prado. Fue realizado en 1630, perteneciendo al periodo del Barroco, y que está realizado en óleo sobre lienzo, con unas medidas de 198 cm x 238 cm.
La obra representa un conjunto de personajes galantes reunidos en el exterior de un palacio celebrando una pequeña fiesta. En el centro de la composición vemos representada a la nueva mujer del artista, esta aparece acompañada por un grupo de amigos que charlan y se divierten en las más variadas posturas. Sus ropajes son galantes indicándonos cómoda posición social. La dulzura de las expresiones y la delicadeza de los gestos de los personajes, la calidez de la luz que impregna la escena y la riqueza y belleza de los ropajes conforman un cuadro que siempre ha gozado de enorme éxito crítico, y demuestran el cuidado que el pintor puso en esta obra. La ambientación exterior parece ser la propia casa de campo que el propio Rubens poseía a las afueras de Amberes. Los colores son cálidos y agradables, centrados en una gama de colores terrosos; se ha tenido especial cuidado en la representación de la calidad de las telas. Una luz dorada inunda toda la composición otorgando así un aspecto fabuloso. La intervención de Rubens en este cuadro se centró exclusivamente en las figuras y en las zonas principales, como por ejemplo el paisaje y algunos detalles. . En el jardín podemos apreciar elementos arquitectónicos y escultóricos inspirados en la antigüedad clásica, como un detalle de la fuente de Gian Bologna que representa a Venus. Predomina sobre todo el color, el movimiento y la sensualidad, como las figuras femeninas. Para conseguir profundidad utiliza el marco arquitectónico y el paisaje del cielo y los arboles al fondo como punto de fuga. En cuanto a su composición, podemos ver una línea horizontal que abarca los personajes y una vertical que une la figura de la mujer del centro con la casa del fondo, dándole así estabilidad a la concentración de figuras que se apelotonan en la escena.
La obra es un homenaje a los placeres sensuales de la vida, siguiendo el hilo del cuadro de Tiziano “La Bacanal”. A diferencia del género veneciano, Rubens se dedicó a representar, no una época pasada y gloriosa inspirada en el mundo clásico, sino que pinta personajes contemporáneos. De esta forma crea una especie de fábula sobre un reino mágico, que es este jardín del amor. Rubens vuelca en el lienzo su felicidad y enamoramiento de su joven esposa representando una alegoría de ambos en este acto social que el supuesto pintor aprovecha para presentar a su mujer a los demás caballeros y mujeres que asisten a la fiesta. Se cree que los personajes de la izquierda y la figura femenina del centro vestida de azul serian el pintor y su esposa, aunque esto solo se ha sugerido por el parecido de los personajes con los retratos de ambos. En el cuadro se aprecia la presencia de varios amorcillos y angelotes en distintas actitudes portando flores, disparando flechas que sirven para mezclar lo real con lo fantástico y darle un aire amable a la pintura, aunque también el papel simbólico de estos amorcillos, es el del amor
AMORCILLOS
FUENTE DE VENUS
Interesante comentario, convendría referenciar las fuentes.