LA MAGDALENA PENITENTE
En 1663 la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Madrid encargó a Pedro de Mena una escultura de María Magdalena que es una de las creaciones más personales de Mena y una obra cumbre de la escultura hispana, por la magistral fusión de la policromía naturalista, la maestría de la talla y la expresión de arrepentimiento.
Ajustase a los valores del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma.
Hijo del escultor Alonso de Mena, cuyo taller era el más importante de la época. Formado con su padre, a la muerte de este se queda al frente del obrador. Realiza en esa época cuatro esculturas para la iglesia.
María Magdalena contempla un crucifijo que sostiene con la mano izquierda, mientras dirige su mano derecha hacia el pecho, indicando su amor y devoción hacia Jesucristo. Su expresivo y afilado rostro, la mirada triste y la boca entreabierta quedan enmarcados por la larga cabellera que le cae sobre la espalda, los hombros y el busto. El movimiento iniciado por su pie izquierdo queda suavizado por un áspero y rígido hábito de palma, que oculta la anatomía de la santa. La obra es uno de los mejores ejemplos del lenguaje
realista cargado de emoción y religiosidad de la escultura barroca española.
El cabello largo enmarca un rostro de gran dulzura, a pesar del gesto de dolor. Para dar mayor realismo, Mena usó ojos de cristal y dientes de hueso. Originalmente tuvo pestañas, pero desgraciadamente no han llegado hasta nosotros. Los mechones caen por el pecho y la espalda y están realizados con hilos de mimbre, recubiertos de yeso y pintados.
La tensión contemplativa de la santa, la profunda y dolorida expresión de su rostro no ocultan la belleza de un cuerpo marcado por los estigmas de la penitencia ni el valor concedido a los efectos solitarios de la oración. Pedro de Mena fue capaz de situar su obra en unas coordenadas religiosas que ensalzaban el desprecio de lo terreno con una tendencia natural a destacar la belleza formal como sujeto de confrontación con los significados profundos de su iconografía.
El comentario es interesante pero la calidad del lenguaje, su precisión y riqueza a la hora de describir y analizar la obra contrasta fuertemente con lo que suele ser tu expresión en clase.
Está bien localizar información en internet y utilizarla para trabajos propios. Un paso más es entender lo que se está diciendo y, después, trabajar con la expresión propia.