Vocación de San Mateo
Nos encontramos ante la obra “Vocación de San Mateo”, es una pintura al óleo sobre lienzo realizada en 1599 por Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio. Hoy en día podemos disfrutarla en la iglesia de San Luis de los franceses Roma.
Como podemos observar su iconografía es religiosa, que representa el momento donde Cristo llama a Mateo que era un recaudador de impuestos con mala reputación, a acompañarlo. La escena de la obra ocurre en una taberna, mientras que la parte superior está vacía, en la parte inferior están todos los personajes:
A la derecha se encuentran Cristo y San Pedro. Cristo aparece representado con un halo, que es casi imperceptible por la penumbra, señala con su mano a Mateo, mientras que la actitud de Pedro estando de espaldas es de movimiento.
En el centro de la mesa está Mateo que se señala a sí mismo preguntando si es él el elegido, más otros dos personajes que se sorprenden.
Y a la izquierda podemos ver a un muchacho cuenta monedas mientras que un personaje mayor le controla.
Cabe resaltar que los ropajes de los personajes no son de la época de Cristo, sino de la época, y lo podemos ver en la diferencia de ropaje de los personajes y de Cristo y San Pedro, los únicos que llevan túnicas.
Su composición es desequilibrada, puesto que los personajes se concentran en la parte inferior del lienzo; Cristo queda relegado al margen derecho, y aunque las miradas y la luz crean un movimiento visual hacia él, apenas percibimos en un primer instante parte de su rostro. El no situar al personaje principal en el centro de la composición, como era habitual, escandalizó a muchos. Mientras que el modo en que la luz recorta las figuras, dejando parte de las mismas en una oscuridad absoluta (tenebrismo), provoca una cierta desazón en el espectador.
En esta obra destacan el tenebrismo y el naturalismo.
El tenebrismo lo vemos ya que el verdadero protagonista es la luz, que no parece tener un foco natural. Ilumina en diagonal los rostros, mientras que otras zonas quedan en penumbra y oscuridad total. Estos contrastes generan tensión, que se intensifica por la inquietante naturaleza (parece sobrenatural) y la desconocida procedencia de la luz (la ventana que se nos muestra está tapada).
El naturalismo lo vemos en el uso de modelos reales para ilustrar cualquier tema. Caravaggio representa un texto evangélico en un ambiente que recuerda una taberna del siglo XVII, a las que Caravaggio era adicto, los rostros no están idealizados, los ropajes son los comunes de la época en la que pinta, estamos ante jugadores de cartas. Todo ello tiene una enorme fuerza provocadora, lo que generó polémica al considerar que las figuras sagradas resultaban demasiado vulgares.
El soporte cambia frente al renacimiento, utilizándose el óleo sobre lienzo con la pincelada suelta que nos muestra el predominio del color sobre la línea. El espacio se consigue gracias a los fuertes escorzos, acercando el espacio al espectador.
Históricamente la obra de Caravaggio corresponde a los intereses de la Iglesia contrarreformista en su pelea contra los protestantes. Frente a la racionalidad la iglesia defiende un arte que llegará a los sentimientos aproximando la divinidad a tipos humanos de la época. Los santos representaban a las personas del siglo XVII, destacando su humildad, atrayendo la mirada del espectador por los colores, la luz y las expresiones.
Desde mi punto de vista, es una obra que rompe por completo mis estándares de una pintura religiosa, tanto por su naturalismo como por su tenebrosidad. Aunque esto no es negativo, la religión tiene diferentes interpretaciones y representaciones, y para mi todas son bellas tanto por la gran técnica que reflejan como por lo que representan.
Lo que más me sorprendió ha sido que aun siendo Jesús el personaje principal, no está en el centro, ni llama mucho la atención puesto que está a la izquierda y saliendo de la penumbra, y lo único que contrarreste esto sea que eleva la mano hacia Mateo de cierta forma que me recuerda a la pintura de “La creación de Adam”.
Excelente comentario, contextualizado, analítico y detallado. Enhorabuena.