Escultura Impresionista

EL PENSADOR

El pensador”, de August Rodin, se trata de una obra alegórica, cuyo tema es la reflexión humana, y es una  escultura impresionista del siglo XIX.

 Durante este siglo, en Francia, después de la guerra entre Francia y Prusia y la inestabilidad de la Comuna de París, inicia con la Tercera República un período de estabilidad que consolida a la burguesía. También coincide con esta etapa el desarrollo económico de la Segunda Revolución Industrial y los cambios artísticos y culturales de la expansión colonial que convierten a París en centro artístico. Además se desarrolla el impresionismo en el arte y la música.

 

La escultura representa a un hombre pensando sobre una roca, con la parte superior del cuerpo inclinada hacia delante, su cabeza apoyada en su mano y sus brazos descansando en sus piernas. Esta postura nos hace ver que está reflexionando. La estatua está hecha de bronce fundido y con la técnica del modelado, en la que se le da forma a un material maleable, y en este caso, este autor lo hace con las manos. Mediante esta técnica, Rodin consigue superficies rugosas, y hace junto al uso del bronce, que se creen efectos de luces y sombras.

El autor trata el cuerpo de la figura de forma realista, aunque con desproporción en ciertas partes, como los pies y las manos, debido a la influencia de Miguel Ángel. Su composición es cerrada, debido a la postura, anteriormente citada, que presenta la escultura, y a que la forma diagonal de las piernas y el arco que crea su espalda cierran la figura. La rugosidad de la superficie y las luces y sombras crean un dinamismo en la obra, que se refuerza por la tensión de sus músculos, la postura del hombre y la composición cerrada de la obra. El hombre expresa un estado de concentración, seriedad y preocupación por lo que está pensando. Se dice que está reflexionando sobre la característica que nos separa de los animales, aunque no se sabe a ciencia cierta. Esta  escultura está hecha para que se mire desde puntos de vista diferentes, ya que el retorcimiento del cuerpo incita a los espectadores a moverse alrededor de la obra.

Por último, su función es simbolizar la racionalidad del hombre, y decorativa, pues pretendía dar a la ciudad moderna obras de este tipo (modernas) en los espacios urbanos.

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