Gargallo, el autor de esta obra, fue un precursor de la escultura en hierro. Comenzó su producción en los ambientes modernistas para después frecuentar Le Quattre Gats donde conoció a Picasso.

El tema de la obra es la iconografía cristiana. Su expresión es de fuerza, incluso agresiva. El material es el bronce con dominio de las estructuras cóncavas que contribuyen a crear espacios vacíos.

La calidad táctil es fría y a pesar de su altura no da impresión de peso sino más bien liviano, como consecuencia de los espacios vacíos.

Es una de las últimas obras de Gargallo. Es una figura férrea que destaca por su simplicidad y a la vez por su compleja estructura.

Las láminas que constituyen a la obra, no componen un bloque sino que se curvan y se tuercen entre sí.

El escultor no quiere hacer una figura abstracta, la profundidad no es una continuidad frontal, sino que se consigue con el juego de piezas y vacíos. La chapa permite la entrada y salida del aire.

La experiencia de unir el exterior con el interior, llega a su máxima expresión.