
Este cuadro hecho por René Magritte en 1936 con la técnica de óleo sobre lienzo, es una pintura surrealista localizada en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza.
En el cuadro, cuyo tema es el paisaje, encontramos elementos tradicionales, una perspectiva lineal que sirve para darle profundidad al paisaje, el juego de colores mayoritariamente fríos que ayudan a darle más misterio a la obra y una importancia de la luz, siendo el foco principal el cielo. En el fondo observamos un paisaje con un campo verde levemente ascendente con unos árboles en la lejanía bajo un cielo de color azul que ocupa gran parte del frío espacio. Hasta aquí parece una obra serena, tranquila, hasta que nos fijamos en la parte inferior, donde se observa una ventana que ha sido rota desde el exterior. De esta forma, podemos ver los cristales, en los que se ve reflejado otro paisaje. Todo esto hace un tanto ilógico a la obra, ya que lo normal sería que se viera reflejado el interior de la casa, en vez del paisaje. En la obra, podemos distinguir tres planos: el plano del cuadro percibido por el espectador; un plano paralelo al espectador, que sería el de la ventana; y el plano de fondo, en el que se representa el paisaje.
Lo misterioso de esta obra es la amplitud de mensajes a los que da lugar.
- Al romper la ventana, el supuesto paisaje que se ve desde el interior se rompe, dejando ver el auténtico paisaje que se encuentra en el exterior. Vemos el mundo exterior, pero la representación que tenemos de este, se encuentra en nuestro interior.
- También se plantea el problema como problemática de representación del exterior y lo interior. Lo esencial es eliminar la diferencia entre lo que se ve desde fuera de la ventana y lo que se ve desde dentro.
- El tema surrealista del espejo y la ventana eran imágenes de liberación, la llave para la libertad es nuestro interior.
El comentario es interesante pero incompleto.