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Desbrozando itinerarios lectores: la narración oral de los mitos

Niñas y niños tienen aún, hasta los 12 o 13 años, los ojos y los oídos bien abiertos. Mantienen intacta una curiosidad infinita, y basta el afecto para tomarlos de la mano y llevarlos adonde queramos, para dejarnos llevar adonde ellos deseen.

 

Que la educación literaria empieza por los oídos hace tiempo que lo sabemos; que la educación artística empieza por los ojos (y las manos), también. Sabemos que lo que se aprende con placer llega para quedarse, y que la recepción en grupo de una obra multiplica a menudo las conexiones que entre los relatos y el mundo establecemos, porque a la lectura, la escucha o la contemplación siguen a menudo el análisis y la conversación.

 

Quien quiera que haya tenido la fortuna de contar episodios de la mitología a niñas y niños sabe bien que no hacen falta ejercicios de funambulismo para justificar la conveniencia de esos relatos. Los mitos mantienen vivo su indescriptible poder de seducción, y no hay más que poner en contacto a las diosas y dioses del firmamento grecolatino con las miradas infantiles para constatar, asombrados, que el fuego que robara Prometeo sigue dándonos calor pese al helor de los tiempos.

 

El itinerario que presentamos en el sitio web que enlazamos está pensado para chicas y chicos de los primeros cursos de educación secundaria, y puede ser aprovechado tanto en el ámbito familiar como en el contexto escolar. El currículo de lengua y literatura prescribe para 1º de ESO “la profundización en el conocimiento del legado narrativo que se ha ido transmitiendo oralmente de generación en generación, con referencia explícita a los mitos y leyendas”, por lo que este material puede ser útil –al menos eso esperamos- para quienes se desenvuelven en las aulas con los recién llegados al instituto.

 

¿Se puede contar un cuadro? ¿Se puede mirar un mito?

 

Lo que ofrecemos es un itinerario posible a través de la mitología tratando de tender lazos entre unos mitos y otros agrupándolos en pequeñas constelaciones. El camino arranca con la contemplación de una reproducción pictórica o escultórica para desembocar en la narración – ¡no en la lectura!- de los mitos que los nutren, buscando luego conexiones más allá de lo visto y oído. El objetivo es, en definitiva, reivindicar el valor de la palabra compartida en la transmisión de un imaginario colectivo que no necesita aditivo alguno para mantener todo su atractivo.

 

De cuadro en mito 1 (DE CUADRO EN MITO 1.jpeg)El itinerario se abre con el apartado “Así empezó todo”, en referencia a cómo “El Juicio de Paris” –primer mito recogido- abre la guerra de Troya y abre también nuestro recorrido con la presentación de algunos de sus protagonistas: Zeus, Hera, Afrodita, Atenea, Hermes. Siguen, en este mismo apartado, “Aquiles descubierto” y “El regreso de Ulises”, en sencilla introducción a lo narrado en la Ilíada y la Odisea y como puerta de entrada también a la que puede ser la lectura compartida a lo largo de las próximas semanas: Las aventuras de Ulises, en versión de Giovanni Nucci (Ed. Siruela) o cualquier otra adaptación de la obra de Homero.

 

Seguiremos con “Los enredos de Venus” (conviene aclarar aquí que iremos alternando los nombres latinos y griegos de los dioses en función de aquella denominación vinculada al cuadro o escultura objeto de nuestra aproximación). Nos detendremos en “El nacimiento de Venus”, “Venus y Adonis”, “Vulcano traicionado”, y “Venus, Psique y Cupido”.

 

En un tercer momento nos ocupamos de “Las tropelías de los dioses”, con los mitos de Dánae y la lluvia de oro; Perseo y la cabeza de la Medusa; Leda y el cisne; Mercurio, Argos e Io; Diana y Calisto; El rapto de Europa; La fábula de Aracne; Narciso y Eco; El rapto de Perséfone.

 

Continuaremos con historias de “Amores contrariados”: Apolo y Dafne, Orfeo y Eurídice, Polifemo y Galatea, Hermafrodito, Hero y Leandro, Píramo y Tisbe. Y terminaremos con “El hilo de Ariadna”: Teseo y el Minotauro, Dédalo e Ícaro, Ariadna y Baco.

 

El criterio de selección de los mitos que jalonan nuestro recorrido es fruto de la combinación de tres ejes: la relevancia del mito, la relevancia de la obra de arte que lo recrea o lo reinterpreta, y la atracción suscitada por el mito en niñas, niños y adolescentes. Esto quiere decir que hemos debido prescindir de mitos relevantes que no han dejado una fuerte huella iconográfica, aunque también hemos rescatado algunos que, sin haber dado lugar a una obra maestra en las artes plásticas, sí mantienen un poder de seducción muy fuerte entre los más jóvenes, como es el caso de Píramo y Tisbe. Por tanto, podemos decir que «son todos los que están» aunque no están, claro, todos los que son.

 

Mirar, escuchar, conversar

 

El proceso propuesto para cada una de las aproximaciones es el siguiente:

  • Mirar: ¿Qué somos capaces de ver aquí? Esta es la pregunta que lanzamos de entrada a nuestro alumnado. El propósito es invitar a detener la mirada en un cuadro, en una escultura, para lo que ofrecemos además el enlace a la galería online del museo en que se expone (siempre que sea posible) a fin de que pueda recorrerse centímetro a centímetro. Nos asombrará constatar una vez más la capacidad de observación de niñas y niños y cómo su atenta mirada es capaz de detectar detalles y símbolos que a menudo escapan a quienes creemos haberlo visto ya todo.
  • Escuchar: El adulto relata -¡no lee!- el mito. Consideramos por tanto imprescindible que el papel del mediador se apoye en la narración oral, sin evitar palabras o expresiones que pudieran parecer lejanas o desconocidas. La «activación del filtro afectivo» y el propio contexto allanarán dificultades que en otro marco parecerían insalvables.
  • Mirar de nuevo: Invitamos después a volver sobre el cuadro y a reparar en detalles que han podido pasar inadvertidos: la lechuza de Atenea, el pavo real de Hera, en «El juicio de Paris»; el hilo de Ariadna sobre el cuerpo muerto del Minotauro; los objetos que los dioses dieron a Perseo. En otros casos,  el reto es identificar los personajes que aparecen o qué momento del relato recoge la imagen.
  • Conversar: Es este el momento, tras la narración del mito, en el que a menudo las preguntas, conexiones y recuerdos se agolpan en las cabezas adolescentes: hilos que les llevan a otras pinturas o esculturas, a películas que recrean el mito recién escuchado, a huellas del mismo en otros libros o incluso en series de animación; preguntas que a los adultos nos dejan perplejos; iniciativas de seguir investigando en reverberaciones posteriores de temas y personajes. Con los pequeños no puede haber nunca miedo al silencio. Y es el momento, también, de abrirnos al cuestionamiento crítico de tantos estereotipos amorosos como están condicionando nuestra educación sentimental. La perspectiva de género es una constante que debiera atravesar todo este recorrido.

 

Seguir indagando

 

Concebida esta primera parte como un juego, se trata nada más de compartir, de disfrutar, procurando que nada arruine esta «gratuidad». Quizá, y pensando ya en los contextos escolares, se pueda proponer luego una tarea, la elaboración de un proyecto de trabajo de más largo alcance, cuya concreción nazca del propio interés de quienes habrán de llevarlo a cabo:

  • Una posibilidad es recorrer juntos los ecos de una de las constelaciones ya visitadas: los amores de bellas y bestias, por ejemplo, en la estela de Polifemo y Galatea, o los amores contrariados por la oposición familiar, hijos siempre de los de Píramo y Tisbe.
  • Otra, proceder a la lectura en contrapunto de los relatos originales y una o varias de sus reinterpretaciones contemporáneas: la película Troya y la Ilíada de Homero, el Hércules de Disney y la versión original del mito, entre otras muchas posibilidades.
  • Una tercera opción es seguir la huella de uno o más mitos en la iconografía posterior, o centrarnos en el tratamiento que músicos de todos los tiempos han hecho de algunos de estos mitos eternos.
  • O podemos, en una mirada mucho más interdisciplinar, contraponer –o complementar- la explicación mítica del mundo que los relatos brindan, con la explicación científica de tantos fenómenos naturales como han ido apareciendo en nuestro recorrido; desde las constelaciones a los seres hermafroditas, desde la flor del narciso al fenómeno del eco o al paso de las estaciones… La colaboración con el área de Ciencias Naturales puede ser enormemente fecunda.
  • Más posibilidades: registrar la narración oral de mitos de distintas culturas (a partir de las propia aportación del alumnado, siempre y cuando se trate de un aula multicultural), o recopilar distintos mitos de las culturas objeto de estudio en el área de Sociales (Egipto, Mesopotamia, etc.).
  • O proceder a la «transcodificación» de estos relatos: hacer un álbum ilustrado para los más pequeños, convertir en un cómic alguno de los mitos o incluso adaptarlos a un guion radiofónico o un teatro de marionetas… El trabajo codo con codo con el área de Educación Plástica y Visual se nos antoja inexcusable.

 

En otras palabras

 

Si la función de la educación literaria y artística es despertar el interés por cuanto albergan exposiciones y museos, bibliotecas físicas y virtuales; abrir la espita de la curiosidad mucho más allá de los manuales de turno y de los muros escolares, es casi una obligación moral provocar familiaridad con las historias too good to miss (“demasiado buenas como para perdérnoslas”, en expresión de G. Patte); provocar familiaridad con las obras, artistas, y pinacotecas que consideramos merece la pena salvaguardar de la amnesia de los tiempos, a fin de favorecer la seguridad ulterior y el placer añadido que siempre nos reporta el regresar a lugares ya conocidos.

Lo que perseguimos, en definitiva, es constatar el «espesor cultural» de estos mitos, la cantidad de alusiones, adaptaciones, reescrituras que han suscitado, y confirmar cómo aún hoy siguen resonando, por ejemplo, en el cine y en la publicidad, en las crónicas deportivas y en los juegos de ordenador. La oportunidad de compartir estos referentes es además una de las mejores herramientas de una escuela inclusiva, emancipadora, que no siga segregando elites culturales que conocen, bien por su entorno familiar o bien por haber podido acceder a estudios posteriores, lo que es patrimonio de todos.

Ahora, más que nunca, necesitamos que no nos borren nuestro pasado.

 

 

 

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