Jorge Manrique. Las coplas

El retrato psicológico que nos ha llegado de Jorge Manrique corresponde al de una persona reflexiva, introspectiva, silenciosa, insegura, quizá por contraposición a la brillantez y seguridad de la figura paterna.
En su poética amorosa no parece que se moviera a gusto. Por los rasgos de su temperamento es difícil que se inclinara por la finura de los sentimientos ni por los gozos amatorios, y el cultivo de esta vertiente pudo ser debido a seguir la moda o a un sometimiento a los usos cortesanos. Algo similar ocurre con la poesía satírica, falta del toque humorístico que persigue y que destaca, precisamente, por su sequedad expresiva.
Las coplas a la muerte de su padre
Se trata de una composición que estremece por la fría brillantez del análisis, por la constatación del desengaño y de la corrupción de todo lo viviente, y no una obra que emociona por el sentimiento dolorido del hijo o su pena insoportable.
La voz de Manrique resuena grave y profunda, potente, vivaz y expresiva; las propias metáforas se materializan, tocan lo corpóreo, lo cotidiano, lo tangible, a la par que se desmorona la esperanza. Consiste –según Salinas- en la vivencia de la eterna oposición entre temporalidad y eternidad.
Se pueden calificar las Coplas como un sermón funeral, donde ya desde el principio se percibe el tono de exhortación

Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida
como se viene la muerte,
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado,
fue mejor.
El pie quebrado, el “contemplando”, a la par que exhortativo también nos invita a la meditación y al actuar de pasarela nos transporta al objeto de la contemplación querida por el poeta: “cómo se pasa la vida”.
En las Coplas se halla la gran igualadora, la gran justiciera: la muerte, que termina por enseñorearse de todo. Al final de la composición, la Muerte se dirige caballerosamente al Maestre, en un diálogo digno de un libro de caballerías:
Buen caballero
dejad el mundo engañoso
y su halago.
Más que la gloria en sentido cristiano, el poeta se decanta por la extensión de la fama en este mundo:
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.
Las coplas se dividen en tres partes:
1.vida terrenal (I-XIV)
2.vida eterna (XV-XXIV)
3.vida de la fama (XXV-XL)