Juan era hijo de Isabel, la prima de la Virgen María, y Zacarías que era sacerdote en el Templo del Señor.
Juan llevaba un vestido de pelos de camello y comía langostas y miel silvestre. Predicaba en el desierto de Judea donde decía: «Haced penitencia y cambiad de vida! ¡El reino de Dios se acerca!». Mucha gente acudía a Juan para confesar sus pecados y para que les bautizara en el río Jordán, por eso, es conocido como Juan Bautista.
Un día Jesús fue de Galilea al Jordán, a presentarse a Juan para que lo bautizara. Juan sabía que quien había venido no era un hombre pecador como los demás. Por eso no quería bautizarlo y le decía: «Eres Tú quien debería bautizarme, ¿cómo es que vienes a mí?». Jesús le respondió: «Ahora debemos cumplir lo que Dios manda». Entonces Juan lo bautizó en el río Jordán y mientras lo hacía, se abrió el cielo de repente y vio bajar al Espíritu de Dios y posarse sobre Él como lo haría una paloma. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado, mi Elegido»
El rey Herodes mandó meter en la cárcel a Juan, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Salomé, la hija de Herodías, después de bailar en una fiesta ante el rey, pidió la cabeza de Juan Bautista como premio a su danza. Herodes mandó decapitar a Juan y entregó su cabeza a la joven en una bandeja.