En muchas ocasiones ejerce de portavoz de los demás apóstoles.
En Cesarea de Filipo, Pedro inspirado por Dios reconoce a Jesús como Mesías, el Hijo de Dios ( Mateo 16, 16). Jesús por su parte le llama «cefas», que en arameo significa piedra y en griego equivale a «petros» (Pedro), y le dijo que sobre esa piedra edificaría su Iglesia.
Cuando arrestaron a Jesús intentó defenderlo con su espada, cortando una oreja a Malco, un criado del Sumo Sacerdote. Más tarde, cuando Caifás estaba interrogando a Jesús negó conocerle, aunque después se arrepintió y lloró amargamente.
Pedro fue al primero de los apóstoles al que se apareció Jesús resucitado. (Lucas 24,34; I Corintios 15,5)
Jesús resucitado pidió a Pedro, por tres veces consecutivas, la confesión de su amor. Después le hace la entrega definitiva de los poderes sobre su Iglesia (Juan 21, 15-17)
Junto con Pablo es el protagonista fundamental del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Propuso la elección de Matías como sustituto de Judas Iscariote.
A partir de Pentecostés, día en que los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, asumió ser cabeza de los apóstoles, y tuvo un papel muy importante en los primeros días de la Iglesia de Jerusalén. Con el tiempo asumió la misión evangelizadora de los gentiles iniciada por Pablo.
Realizá en nombre de Jesús los primeros milagros: Curó a un cojo de nacimiento (Hechos 3, 2-11). Resucitó a Tabita (Hechos 9, 36-42).
Condenó a Ananías y Safira (Hechos 5,1-11) y a Simón el mago (Hechos 8,18-24).
Admitió en la Iglesia al pagano Cornelio y a toda su familia (Hechos 10, 9-48; 11, 1-18).
Herodes Agripa mandó encarcelarlo, y liberado milagrosamente, salió de Jerusalén.
Participó en el concilio de Jerusalén que trató el problema que plantearon una parte de los judeocristianos que pedían a los gentiles conversos que aceptaran la Ley de Moisés, incluida la circuncisión. En el concilio se llegó a la conclusión de que, ya que Jesús no estableció diferencias entre judíos y gentiles ……..
Fue obispo de Roma y según la tradición murió martirizado durante la persecución de Nerón.Escribió dos de las Cartas Católicas, dirigidas a los cristianos en general, desde Roma. La primera hacia el año 63 y la segunda poco antes de su martirio.

PABLO DE TARSO
Saulo nació en Tarso, en el seno de una familia judía. Esta ciudad era la capital de Cilicia, gran centro comercial y cultural. Esto hace de él un hombre de doble lengua y doble cultura, en casa habla el arameo y en las escuelas de la culta Tarso aprende el griego y se inicia en la cultura helénica. Sus dos nombres, Saulo y Pablo, reflejan esta doble faceta de su personalidad.En Jerusalén continúa su formación judía al lado del maestro Gamaliel que le hace apreciar el ideal fariseo y el fanatismo por la religión judía. El cristianismo naciente será para él un motivo de encarnizada persecución.La primera vez que aparece su nombre en el Nuevo testamento es para contarnos como se encargó de guardar las ropas de los agresores de Esteban, mientras este era apedreado hasta morir. (Hechos de los Apóstoles 7, 54-60) También nos cuenta cómo Saulo entraba en las casas de los cristianos de Jerusalén para detener a hombres y mujeres y llevarlos a la cárcel. (Hechos de los Apóstoles 8, 1-3) |
El encuentro de Saulo con el Señor es narrado en el libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 1-20. Iba camino de Damasco, a donde se dirigía, con autorización del Sumo Sacerdote, para detener y llevar presos a Jerusalén a los cristianos que encontrara en esta ciudad. Pero el encuentro con el Señor cambió su vida, de perseguidor del cristianismo se convierte en apóstol de Cristo. El Señor le comunicó, por medio de Ananías, que iba a ser el instrumento que había elegido para llevar su nombre a los paganos, a los reyes y a los israelitas.Después de su conversión se retiró durante algún tiempo al desierto. Volvió a Damasco y dió testimonio de Jesús por espacio de tres años. En esta ciudad hubo una conspiración contra él y para poder salvarlo, sus discípulos tuvieron que sacarlo de noche descolgándole por las murallas metido en una cesta.Viajó hasta Jerusalén donde se entrevistó con Pedro y Santiago. Se cree que también evangelizó en Tarso ya que allí fue a buscarle Bernabé para llevarle a Antioquía.Realizó tres grandes viajes evangelizadores a través de Asia Menor, Macedonia y Grecia. Pablo presenta el cristianismo como una nueva religión, no como una forma modificada del judaísmo. Los judíos que aceptaban su mensaje podían seguir viviendo alguna de sus costumbres, pero los gentiles que se convertían al cristianismo, no tenían necesidad de realizar las prácticas judías.

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ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
Jesús, después de su muerte y resurrección, permaneció cuarenta días apareciéndose a sus discípulos y hablándoles del Reino de Dios para robustecerlos en su fe, de modo que pudiesen ser sus enviados.
La última vez que estuvo con ellos les ordenó que no se marchasen de Jerusalén. Debían quedarse allí, esperando la promesa de Dios. Les dijo :»Juan bautizó con agua pero vosotros recibiréis, de aquí a pocos días, el bautismo del Espíritu Santo«.
En aquella última reunión, en el monte de los Olivos, junto a Jerusalén, le preguntaron sus discípulos: «Señor, ¿restablecerás el Reino de Israel?»
Él les contestó: «No os preocupéis de eso, Dios, en su poder, ha señalado el tiempo y la hora. Es sólo cosa suya, no vuestra. Pero vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros. Esa es la hora que debéis esperar. Entonces anunciaréis en mi Nombre el Evangelio a los hombres, primero en Jerusalén, luego en Judea, después en Samaría, y seguidamente de un país a otro por toda la tierra».
Y dicho esto, fue llevado de su presencia. Una nube lo envolvió de modo que ya no lo vieron más; desapareció y ellos se quedaron mirando al cielo. Mientras miraban atónitos hacia el lugar por donde se había ocultado, aparecieron junto a ellos dos ángeles con blancas vestiduras, que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿qué hacéis asombrados mirando al cielo? Jesús ha sido llevado de aquí, según habéis visto. Y este mismo Señor, así como ha sido llevado al cielo ante vuestros ojos, así también volverá «.


LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Los discípulos, por tanto, se quedaron en Jerusalén esperando al Espíritu Santo que Jesús les había prometido. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó por los aires un soplo de viento muy fuerte. Tembló todo la casa donde se encontraban y aparecieron llamas de fuego que flotaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y la voz de Dios hablaba por medio de ellos en distintos idiomas, según les inspiraba el Espíritu de Dios.Vivían en Jerusalén hombres temerosos de Dios de todos los países del mundo, los cuales, sorprendidos por aquel estruendo procedente del cielo, acudieron en masa al lugar donde predicaban los apóstoles y se juntó allí mucha gente.Al oírles hablar cada uno en su propio idioma, llenos de admiración y de espanto, decían: «¿Esos que hablan no son de Galilea? ¿Entonces por qué les oímos hablar en nuestra lengua? Somos de distintos países y regiones y, sin embargo, los entendemos y los oímos hablar de lo que Dios ha hecho».Otros en cambio, pensaban que los apóstoles habrían bebido vino muy de madrugada y que estaban borrachos. De esa manera se burlaban de ellos y decían: «Han bebido demasiado mosto. Por eso hablan con tanta fuerza».
Entonces Pedro, con los doce apóstoles se presentó ante ellos y comenzó a hablarles en voz alta: «Gentes de Judea y de Jerusalén, oíd lo que voy a deciros y aceptar nuestro mensaje. Estos hombres no están borrachos ya que apenas son las nueve de la mañana. Lo que ha sucedido es lo que predijo el profeta Joel: «Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres, y vuestros hijos e hijas predicarán con don de lenguas. Verdaderamente aquellos días Yo derramaré sobre mis siervos y siervas, mi Espíritu y profetizarán». Y Pedro les habló de Jesús, anunciándoles que Dios lo había resucitado de entre los muertos y les dijo: «Aquel a quien vosotros crucificásteis, Dios lo ha hecho Señor y Salvador vuestro».
Al oír lo que Pedro había dicho, muchos de los que estaban allí, preguntaron: «Hermanos, ¿qué debemos hacer?». Pedro les dijo: «Convertíos a Él y bautizaos en el Nombre del Señor Jesús. Así se os perdonarán los pecados, y Dios derramará también sobre vosotros el Espíritu Santo».
Aquel día se bautizaron unos tres mil hombres y se incorporaron a la comunidad. Todos escuchaban juntos las enseñanzas de los apóstoles, celebraban la cena y rezaban en común. |
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LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS
Los apóstoles predicaban continuamente y con insistencia sobre la resurrección de Cristo Jesús, la presencia y el amor de Dios. Muchas personas creyeron, convencidos por el testimonio y vida de los apóstoles.Acudían con frecuencia a escuchar las enseñanzas de los apóstoles sobre la vida de Jesús, sus obras y sus palabras; su muerte y su resurrección.Los que pertenecían a la comunidad eran un solo corazón y un solo espíritu, y lo ponían todo en común; como hermanos. Nadie quería poseer para su exclusivo provecho lo que tenía, y por eso lo juntaban todo y todo era de todos. Tampoco había entre ellos ningún pobre o mendigo ya que si alguno poseía un terreno o una casa los vendía, y el dinero se lo daba a los apóstoles. Cada uno recibía según su necesidad y nadie pasaba hambre. La unidad que vivían entre ellos se prolongaba a todas las facetas de su vida.Se reunían para celebrar la Eucaristía, «fracción del pan». En presencia de los apóstoles celebraban, comulgaban y compartían la mesa. No tenían templos por lo que estas reuniones las hacían el la casa de algún cristiano. Eran asiduos en la oración. Jesús les había enseñado el Padrenuestro.

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(Hechos 6, 6-13; 7, 1. 51-59)
LA MUERTE DE ESTEBAN
El número de los discípulos, en Jerusalén crecía continuamente. Los apóstoles eligieron a siete diáconos o servidores, para que les ayudasen en las múltiples tareas de la comunidad. Uno de ellos era Esteban. Dios le dio gracia y poder. Obraba grandes milagros y prodigios entre la gente, y lo que él decía estaba lleno de Espíritu y sabiduría.
Los ancianos y los doctores de la ley e atacaban, diciendo: «Esteban blasfema contra Dios y contra Moisés.». Y, apresándolo, lo arrastraron ante el sanedrín para acusarlo. Compraron falsos testigos para que dijeran: «Este hombre habla continuamente contra el santo templo y la ley judía». En el proceso, el sumo sacerdote le preguntó: «¿Es cierto lo que dicen contra ti?».
Entonces Esteban pidió atención y les habló largamente, recordándoles cómo Dios se había dirigido en tantas ocasiones al pueblo de Israel y éste le había desobedecido. Finalmente les dijo: «Como vuestros padres que no escucharon al Espíritu de Dios, vosotros tampoco lo escucháis y sois duros de corazón y obstinados. También vuestros antepasados persiguieron a los profetas que Dios les enviaba. Mataron a todos los que profetizaban la venida de Cristo. Y, ahora que ha venido, lo habéis traicionado y asesinado. ¡Vosotros lo habéis hecho! Vosotros, que recibisteis de Dios su santa ley y no la habéis observado».
Al oír estas cosas, se iban airando y sus dientes rechinaban de rabia e indignación. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró hacia el cielo y vio a Dios en su gloria y a Jesús a su derecha. En aquel momento exclamó: «El cielo está abierto y puedo ver a Jesús a la derecha de Dios».
Al oírlo, se taparon los oídos, gritaron y alborotaron todo lo que pudieron. Se arrojaron contra él, lo agarraron y lo arrastraron, golpeándolo fuera de la ciudad. Allí comenzaron a arrojarle piedras para matarlo. Se quitaron sus mantos y los depositaron a los pies de un joven llamado Saulo. Éste, aprobando el asesinato, se quedó guardándolos mientras ellos apedreaban a Esteban.
Esteban por su parte, oraba diciendo: «Jesús, Señor, recibe mi espíritu». Luego cayó de rodillas, y exclamó todavía en voz alta: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado». Estas fueron sus últimas palabras, antes de morir bajo las piedras que le arrojaban
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(Hechos 8, 1. 3 ; 9, 1-20)
CONVERSIÓN DE SAULO
Después de la lapidación de Esteban, se declaró una persecución en Jerusalén contra los discípulos de Jesús. Sacaban a hombres y mujeres de sus casas y los llevaban a la cárcel. La mayor parte huyó y abandonó la ciudad, dispersándose por el país.
Saulo, el joven maestro de la Ley que había asistido a la lapidación de Esteban, estaba airado con aquella comunidad y perseguía y amenazaba de muerte a todos los que eran discípulos de Jesús. Pidió cartas y recomendaciones oficiales para hacer registros en todos los sitios y llevar presos ante el sanedrín a los seguidores del Crucificado. Reunió cartas para los judíos de Damasco, a fin de que le ayudasen a coger a los discípulos de aquella ciudad y se fue para allá con sus acompañantes.
Cuando iban de camino y poco antes de llegar a Damasco, vino sobre él una luz tan fuerte del cielo que lo cegó y cayó de su caballo, mientras una potente voz decía: «¡Saulo!, ¡Saulo!, ¿Por qué me persigues?». Saulo respondió: «Señor, ¿quién eres?» Y oyó que la voz le decía: «Soy Jesús, a quien tú persigues». Lleno de angustia, Saulo preguntó: «Señor, ¿qué debo hacer?». Y el Señor le dijo: «¡Levántate y vete a la ciudad! Allí se te dirá lo que has de hacer».
Los acompañantes de Saulo se quedaron espantados, pues ciertamente habían oído la voz de Jesús, pero no habían visto nada. Entonces Saulo se levantó del suelo. Tenia los ojos abiertos pero no podía ver. Lo tomaron de la mano como a un ciego, y lo llevaron a la ciudad. Durante tres días no pudo ver, y no comió ni bebió nada.
En Damasco había un discípulo llamado Ananías, que oyó de repente la voz de Jesús, que le decía: ¡Escucha, Ananías! Sal enseguida a la calle llamada Recta y ve a casa de Judas! Pregunta allí por un hombre de Tarso, de nombre Saulo. Está allí rezando y, en respuesta a su oración, te ha visto a ti, Ananías, que ibas hasta él y le ponías las manos para devolverle la vista». Ananías dijo: «Señor, he oído decir a mucha gente que este hombre persigue a la comunidad, y que ha hecho mucho mal contra ella en Jerusalén. Y ha venido aquí con la misma intención. Los príncipes de los sacerdotes le han dado poderes para arrestar a todos los que invocan tu Nombre». El Señor contestó: «Vete enseguida porque a este hombre quiero darle un encargo muy especial. Deberá llevar a los gentiles mi mensaje, y anunciar mi Nombre a los grandes del mundo y al pueblo de Israel. Y sufrirá mucho por esa causa».
Fue, Ananás y entró en la casa donde Saulo estaba arrodillado. Se acercó a él, e imponiéndole las manos, le dijo: «Saulo, hermano, el Señor que te salió al encuentro en el camino, me envía a ti para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo». En aquel momento cayeron como escamas de los ojos de Saulo y volvió a ver como antes. Saulo se levantó y se hizo bautizar. Luego tomó algo de alimento y se reestableció quedándose algún tiempo con los discípulos en Damasco.
Desde allí comenzó Saulo, que más tarde sería llamado Pablo, a predicar en muchos lugares, confesando ante judíos y paganos que «Jesucristo es el Hijo de Dios».

Los viajes de Pablo
Pablo realizó su primer viaje entre los años 45-49 acompañado por Bernabé. Hechos 13, 2-52 y 14, 1-28
Salió de Antioquía y pasando por Seleucia se dirigió hacia la isla de Chipre, evangelizando las ciudades de Salamina y Pafos.
Desde Chipre, pasando por Perge, se dirigió a Antioquía de Pisidia. Predicó en la sinagoga y muchos se convirtieron, pero los judíos promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé. Por este motivo fueron expulsados de la ciudad.
Se dirigieron a Iconio y desde allí, a Listra donde Pablo curó a un cojo de nacimiento. Cuando llegaron algunos judíos de Antioquía de Pisidia contando a la gente lo que había pasado en su ciudad Pablo y Bernabé fueron apedreados y arrastrados fuera de Listra. Al día siguiente se dirigieron a Derbe donde hicieron muchos discípulos.
Volvieron a Antioquía de Siria pasando por las ciudades en las que habían estado.
De allí marcharon a Jerusalén para estar presentes en el primer Concilio que celebró la Iglesia. |
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