MI HIJO COMIENZA A TARTAMUDEAR

Siendo la fluidez la habilidad para hablar de forma continua, una interrupción en la fluidez del habla se caracteriza por repeticiones o no y/o prolongaciones de los elementos del habla tales como sonidos, sílabas, palabras y frases. Pueden ocurrir también otras clases de interrupciones, como los bloqueos, pausas y trastornos en la dicción. Estas interrupciones normalmente ocurren con frecuencia o son de naturaleza chocante. Por lo general no son fáciles de controlar.

Las interrupciones en la fluidez del habla pueden acompañarse de otras actividades motoras de los órganos del habla y otras partes del cuerpo. Esto da la impresión de una intranquilidad motora mientras la persona está hablando. Existe, a menudo, un estado emocional que puede variar de una condición general de excitación y tensión a emociones más específicos, como la ansiedad, vergüenza y sentimientos de inferioridad. Finalmente hay un componente comunicativo interpersonal, que se caracteriza por la interacción comunicativa del niño con las personas de su entorno que le escuchan a nivel verbal, emocional y de relación.

CLASIFICACIÓN _*Tartamudeo inicial: aparece alrededor de los 3 años (justo cuando el lenguaje del niño se está estructurando) en el periodo evolutivo del lenguaje y se manifiestan en sus producciones verbales detenciones, cortes verbales, repeticiones silábicas… estas manifestaciones disfémicas deben ser consideradas normales en el periodo de desarrollo del lenguaje en el cual se encuentra el niño. Este tipo de disfemia desaparece con la edad. _*Tartamudeo episódico: a partir de los 5 años el niño puede articular todos los fonemas, con lo cual se encuentra en el periodo de construcción gramatical y de preparación para la lectoescritura. El alejamiento temporal de la familia, el hecho de tener que compartir con los iguales, las exigencias escolares… pueden favorecer la aparición de este fenómeno. Una simple orientación a los padres y profesores en este periodo es suficiente para evitar las situaciones de angustia que se originan a nivel familiar. _*Tartamudez establecida: hacia los 10 años puede aparecer este trastorno como consecuencia de una emoción brusca o de una experiencia traumática. Aparecen movimientos desordenados en la respiración, de las cuerdas vocales, vacilaciones, detenciones inoportunas…

Si estamos ante una tartamudez inicial o episódica, es de vital importancia dar a los padres una serie de orientaciones a tener en cuenta en la interacción padres – hijo, con la finalidad de evitar que la tartamudez se haga crónica y llegue a ser una tartamudez establecida. Lo que debemos hacer es seguir esta regla: NO CORREGIR y NO PREOCUPARNOS, al menos no manifestar nuestra preocupación. Cuando se corrige a un niño se obtiene el efecto contrario al que buscamos. Puede que en un principio, aparentemente, el niño reaccione bien cuando le corregimos, pero a la larga es peor. Los trucos que el niño pone en práctica se vuelven contra él. El tartamudeo aumenta y puede afianzarse. Si un niño no sufre presión para que hable bien suele mejorar en muy poco tiempo y aprende inconscientemente a hablar de forma fluida. Si el niño es presionado intenta controlar artificialmente el habla, cosa que no es posible, y el tartamudeo aumenta.

La regla de oro es: que el niño sea inconsciente ante los “enganches” y dejar que la naturaleza y el tiempo hagan su papel. Pero para esto el niño debe estar tranquilo. La familia puede corregir de muchas maneras. Corregimos cuando decimos: “respira antes de hablar”, “repite”, “tranquilízate”, “piensa lo que vas a decir”, etc., etc. Corregimos también con la mirada o con la actitud: apartamos la vista, cambiamos la posición cuando el niño se engancha, hacemos algún pequeño gesto con la cara o interrumpimos la conversación. El niño detecta todas las formas de corrección. Se pone más nervioso. Llega a pensar a su manera que “algo va mal en su forma de hablar”. Intenta hacer “cosas extrañas” para mejorar su habla o simplemente empeora cuando se siente observado.

¿Qué debemos hacer entonces? Seguir la regla de oro: No corregir y no preocuparnos. Atenderle con paciencia y naturalidad. Fijarnos en qué dice y no en cómo lo dice. Cuando se engancha debemos mostrar naturalidad y cariño. Sabemos que a veces puede ser una tarea difícil pero merece la pena intentarlo.

La segunda parte de la regla es la más difícil de poner en práctica: no preocuparnos. Lo tenemos que conseguir porque es bueno para el niño. Hemos de conseguir no “reaccionar emocionalmente” cuando el niño se engancha. Es importante que nos esforcemos en ser sinceros en este aspecto. Debemos pensar que el niño mejorará con el tiempo siempre que no le presionemos. Debemos tranquilizarnos interior y exteriormente. Es la mejor forma para ayudarle.

Resaltar que es importante que toda la familia y círculo de amigos que conviven con el niño esté informada de que los padres están intentando tomar esta actitud y lo asuman también ellos. La “regla de oro” se tiene que aplicar totalmente y durante un tiempo prolongado para permitir que el niño salga del bache y consiga hablar mucho mejor. Debemos así conocer las condiciones que aumentan la presión comunicativa; éstas son:

_*Hablar con personas de autoridad. _*Audiencia grande. _*Sentirse el centro de atención. _*Intentar no tartamudear o hablar bien. _*Repetir algo que no ha sido entendido. _*Tener que esperar turno para hablar. _*Pedir en tiendas o restaurantes. En casa debemos evitar los siguientes factores que van a aumentar la tartamudez:

_*Turnos de conversación rápidos. _*Exceso de preguntas. _*Directividad de los padres. _*Presiones para hablar. _*Competiciones para hablar (hermanos). _*Corregir al niño Por lo tanto, debemos crear en casa un contexto favorecedor de la fluidez teniendo en cuenta los siguientes aspectos: NO dar ayuda para salir de ellos si el niño no la pide (terminar frases o intentar adivinar palabras). Controlar la conversación si los bloqueos empiezan, tratando de disminuir su participación. Evitar reacciones verbales y no verbales. Hablas más lento, con más ritmo, prolongando vocales. Inicios suaves: empezar a hablar suavemente. Contactos articulatorios suaves: movimientos lentos, prolongados y relajados. Propiocepción: que el niño cierre los ojos y que hable sin emitir sonidos, concentrándose en los movimientos de los órganos de articulación. Hablar en susurros, entredientes. Cambiando la entonación: con monotonía, musicalidad o simulando acentos. Modificar volumen. Acompañar el habla con gestos. Confiar en la propia habla, olvidarse de la tartamudez, disminuir autoatención, suspender intentos de evitar o disimular la tartamudez. Situaciones de baja tensión comunicativa, tales como hablar solos, con animales o niños. Percibir confianza de su entorno.

La idea más importante que tenemos que tener presente es: APRENDER A DEJAR DE REACCIONAR NEGATIVAMENTE A LA TARTAMUDEZ.En síntesis los principales objetivos a tener en cuenta cuando el niño empieza a tartamudear son:

_*Aprender a dejar de corregir el tartamudeo y asegurarse de que ninguno más lo corrige. _*Tratar de evitar las muestras de desaprobación y la ansiedad sobre este asunto, a través del lenguaje corporal. _*Tomar nota de lo que hace que el tartamudeo aumente o disminuye de modo que tengas pautas para ayudarte, favoreciendo esas situaciones positivas y disminuyendo las negativas. _*Recordar que puede ayudar bastante el trabajar indirectamente sobre la velocidad del habla.

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