Cada año en todo el mundo
se pierden o desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos, de acuerdo con el Índice de desperdicio de alimentos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Con el hambre en el mundo en aumento debido a la pandemia de COVID-19, la necesidad de reducir este despilfarro es cada vez más urgente.
Una décima parte de la población mundial, hasta 811 millones de personas, estaban desnutridas en 2020, al menos 118 millones más que en 2019, según El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021, un informe publicado en julio de 2021 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud y otras agencias de la ONU.
Además de agravar el hambre y la inseguridad alimentaria, la pérdida y el desperdicio de alimentos contribuyen a las tres crisis planetarias que amenazan nuestro futuro colectivo: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Y si bien las pérdidas y el desperdicio ocurren en todo el sistema alimentario, las personas y los hogares pueden ayudar a enfrentar el desafío. Casi 570 millones de toneladas de pérdidas y residuos se producen en los hogares, por lo que la acción de los individuos es fundamental.