La estética no es una cuestión de forma, sino de fondo y de entender la educación.
Si el ambiente está bien preparado, las propuestas son coherentes con los diferentes ritmos y estilos de aprendizaje y los materiales y los microtalleres van evolucionando a medida que los niños van necesitando nuevos retos, el trabajo será muy autónomo en muchos momentos y, de este modo, se favorecerá la autonomía y el autoaprendizaje, desplegando en todo momento y competencias de aprender a aprender.
Por tanto, es necesario un orden de los materiales y de los espacios ya que el orden del espacio genera el orden de la mente y la relajación del pensamiento; los niños y los adultos deben conocer y saber dónde va cada material y deben tener la tranquilidad de saber qué pueden encontrar en cada ambiente y dónde; el orden también hace referencia a la estructura del mobiliario ya la distribución del espacio; un orden que acompaña a entrar y sentirse en equilibrio y armonía.
La estética también está relacionada con la flexibilidad, entendida como la capacidad de generar muchas acciones y desplegar muchos pensamientos; la distribución del mobiliario y la presencia de materiales, genera un ambiente flexible para desarrollar el pensamiento divergente y creativo. Existen múltiples formas de interactuar con el ambiente.
Una buena estética también favorecerá la autonomía y la disposición de materiales deberá favorecer esta estética, evitando caer en la masificación y centrándonos en materiales que generen múltiples formas de acción y pensamiento.
Como hemos comentado anteriormente, esta estética también se traduce en el uso de color y luz; en este sentido, la ausencia de decoración puede favorecer que el espacio sea bello y armónico, pudiendo disfrutar, de esta forma, de ambientes agradables que aporten serenidad.
Más allá de la escuela…
A medida que las niñas y niños se van haciendo mayores, y especialmente en los cursos más altos de la primaria, a menudo surge la necesidad del niño de querer continuar en casa procesos de aprendizaje que se han iniciado en la escuela , de querer ampliar y profundizar, o de sentir la necesidad de acabar algunas cosas o de compartir con la familia lo que hace en la escuela. Es aquí donde desde la escuela también debemos hacer pedagogía, y acompañar a las familias en la importancia de que los niños también tengan un ambiente estético, adecuado y bien preparado para poder desplegar este deseo en el entorno familiar.
Por tanto, en casa también hace falta un ambiente preparado para el aprendizaje, un espacio de estudio y de trabajo que sea relajado, que esté aseado y que permita la concentración, donde los niños y niñas puedan desconectar para conectar con el suyo aprendizaje, con sus dudas, con sus metas alcanzadas y con sus avances. Debe ser un espacio silencioso, con una buena iluminación, y respetado por el resto de la familia como tiempo y espacio de estudio de la niña o del niño.
Desde la escuela acompañamos a las familias ya los niños en relación a cómo debería ser este espacio, destacando aspectos como que debe tener una buena ventilación, debe ser íntimo y silencioso, disponer de una buena iluminación, con una temperatura adecuada, sin distracciones y con un mobiliario confortable. Los hábitos nos marcan el ritmo del día a día, siendo el ritmo el que nos ayuda a hacernos más fácil la vida y aprovechar de forma más óptima del tiempo. Algunos hábitos que pueden ayudar a las niñas y niños a tener una base cotidiana para el estudio y el aprendizaje son la constancia, la planificación horaria, la combinación de varias cosas en casa, un buen descanso y una vida saludable en todos los sentidos, una buena comunicación, etc.