Historia del Colegio Público Rural “El Olivo”
Los Colegios Públicos Rurales son una institución creada por la Administración educativa a final de los años 80, surgida de la inquietud de los maestros y maestras rurales, que pretende dar respuesta a las necesidades específicas de escolarización de la población rural. En esa época se comienza a hablar de Reforma Educativa, de la necesidad de cambiar un modelo centrado en la transmisión de conocimientos.
Este movimiento llega a la Administración educativa andaluza que lo encauza con la creación de los Colegios Públicos Rurales: un único colegio que agrupa los centros educativos de varias aldeas cercanas. Se dota a estos colegios de personal especialista itinerante (Educación Física, Inglés, Educación Especial…), se dota de material tanto mobiliario como didáctico, se emprenden construcciones de colegios en algunas aldeas… La escuela rural pasa de jugar en tercera división a jugar en primera.
En Alcalá, con una dispersión de la población tan acusada, se da también este proceso. El profesorado de las aldeas que ya hacía actividades conjuntas, preparaba programaciones coordinadamente y elaboraba materiales, en reuniones que se iniciaron en Santa Ana, que era una aldea céntrica, comienza a plantearse esta organización y se dan los primeros pasos.
La Administración se implica en el proceso y en mayo de 1988 se crea el Colegio Público Rural “El Olivo”, en el que se integran los colegios de la Ribera, Sabariego, Charilla, La Pedriza, La Rábita, Ventas del Carrizal, Ermita Nueva, Mures, Santa Ana y Los Rosales.
Un colegio con 352 alumnos y alumnas, distribuidos en 18 unidades repartidas en 11 aldeas con 21 maestros y maestras. La sede queda establecida en la Casa de la Juventud en Alcalá la Real, en la que se le ceden dos despachos y una sala de reuniones. Se hace cargo de la dirección del nuevo centro D. José Aranda López.
El nuevo colegio nace con muchas ganas de mejorar la calidad educativa de las escuelas rurales. Se cuenta con un profesorado muy dinámico que planifica numerosas actividades que enriquecen la vida cultural de las aldeas. Se participa en Grupos de Trabajo y otras actividades formativas. Metodológicamente se trabaja mucho: la máquina ciclostil de la sede en la Casa de la Juventud hizo muchos miles de copias para servir de soporte al material diseñado por el profesorado.
En este nuevo escenario, las concentraciones escolares, macrocentros que albergaban a más de 1.000 alumnos, ya no tienen el valor que tenían anteriormente y la administración decide que el alumnado vuelva progresivamente a las aldeas.
Pero el Colegio Público Rural “El Olivo” sufre una importante transformación antes de completar este proceso. En el curso 1990/1991, su tercer año de vida, una vez integrado en el colegio el alumnado de 3er y 4o cursos, todavía de EGB, la previsión de matrícula era de 426 niños y niñas. Desde la inspección se considera que es un colegio demasiado complejo, con grandes distancias entre aldeas y se decide dividirlo en tres colegios. Y, aunque el profesorado manifiesta su desacuerdo con esta medida, la partición se formaliza en un claustro celebrado el 9 de septiembre de 1991. El Olivo se parte en tres que inicialmente se denominan Olivo I, II y III y posteriormente CPR El Olivo, Sierra Sur y Valle de San Juan.
En septiembre de 1991 comienza su andadura el nuevo Colegio Público Rural “El Olivo” que atiende a 155 niños y niñas de 5 aldeas. Está formado por 9 unidades (3 en Ermita Nueva, 1 en Hortichuela, 1 en La Pedriza, 3 en Mures y 1 en Villalobos) y un claustro de 12 maestros.
Dadas las características de la zona a la que atiende, el nuevo colegio desde su origen se plantea una serie de prioridades:
- Mejorar la competencia lingüística, que parte de niveles bajos.
- Mejorar la valoración que se tiene del mundo rural y por lo tanto la autoestima
- Mejorar el nivel de expectativas (en las primeras encuestas que se pasan en el colegio no aparecen carreras superiores como la medicina o la ingeniería como salidas profesionales que se planteen)
- Reducir la brecha digital: la informática, las TIC, no tenían en el mundo rural el mismo peso que en el urbano.
Para ello se diseñan desde el centro numerosas actividades:
- Elaboración de material específico para la mejora de la comprensión lectora, la expresión escrita, el lenguaje oral… Primero la antigua ciclostil y luego las modernas fotocopiadoras e impresoras han tenido un uso intenso para proporcionar a nuestro alumnado material con el que mejorar sus capacidades.
- Numerosas salidas y viajes en los que conocer otros contextos diferentes al
propio que ayuden a entender las interrelaciones entre medio natural, social, histórico, económico; en las que convivir con niños y niñas de otras aldeas o de otros colegios y desarrollar la autonomía, la responsabilidad, el respeto; en las que poner en valor su mundo rural sin ningún sentimiento de inferioridad. Viajes a Galicia, Lanzarote, Gran Canaria, Asturias, Soria, Madrid… además de frecuentes salidas al medio más cercano (Granjas Escuela, Alcalá, Jaén,..) forman parte de la actividad escolar.
- En este capítulo cabe destacar las Convivencias Anuales del Centro, que ininterrumpidamente se han venido celebrando desde la creación del colegio. Un momento de encuentro, de convivencia, de las aldeas que forman el colegio.
- Las TIC tuvieron desde el principio también un peso importante en el colegio. Desde los primeros ordenadores del Plan Alhambra allá por el 2000, pasando por la integración en el proyecto Escuela TIC en 2005, hasta la incorporación recientemente en el programa de Digitalización de Centros (PRODIG) y la incorporación de la Robótica y el lenguaje de programación en las aulas, la Informática ha estado muy presente en el centro para que nuestro alumnado no estuviera en desventaja, en cuanto al uso de estas herramientas con el alumnado urbano.
El colegio va creciendo con la incorporación del resto de cursos de Educación Primaria, hasta que en el curso 2000/2001 llega a tener 239 alumnos y alumnas en 16 unidades. Tras este curso, el número de alumnos comienza a descender lentamente: el éxodo rural y la reducción de la natalidad han tenido como consecuencia una drástica disminución de la población de las aldeas, especialmente de la población infantil. Nuestro colegio ha pasado de los 239 alumnos del curso 2000/2001 a los 73 del curso 2017/2018, menos de la tercera parte. Incluso se cierra el colegio en alguna de las aldeas (en junio del 2015 se cerró el colegio de Hortichuela).
Parece que la tendencia deja de caer, e incluso en los últimos años hay un ligero aumento, pero las dificultades laborales y la falta de servicios en las aldeas, unidas a la baja natalidad no ayudan a invertir esta tendencia. La apertura del Comedor Escolar en Ermita Nueva y el incremento de la población escolar en esta aldea a partir de ese momento demuestran que la inversión en servicios y en calidad educativa es la mejor forma de fijar la población rural.
Una vez pasados los años, con una cierta perspectiva, cabría preguntarse si este esfuerzo ha merecido la pena. Porque evidentemente la Escuela Rural es un esfuerzo para la Administración y por lo tanto para todos los contribuyentes. La Escuela Rural es cara: se hace una inversión importante (personal, construcciones, material mobiliario y didáctico) para pocos alumnos. Es más barato montarlos en un autobús y llevarlos a una Escuela Comarcal.
Para responder a esta pregunta la AGAEVE (la Agencia Andaluza de Evaluación Educativa, recientemente desaparecida), realizó un estudio que se dio a conocer en el V Encuentro de Escuelas Rurales de Andalucía, celebrado en Mollina (Málaga) en el mes de octubre de 2018.
En este informe se demuestra la alta calidad educativa de estas escuelas ya que su alumnado se sitúa por delante del resto de alumnado andaluz de su mismo nivel sociocultural, en 14 de los 20 indicadores de rendimiento medidos.
En conclusión, esta inversión es rentable. La Escuela Rural aporta valor añadido al Sistema Educativo. Tiene un claro poder compensador y es factor clave para la equidad educativa. En este sentido, garantiza la igualdad real de oportunidades a pesar de las diferencias geográficas y socioculturales. Los colegios rurales andaluces son un elemento fundamental de inclusión educativa y entre sus ventajas se encuentra además la de propiciar que la población de zonas rurales se fije al territorio, evitando el desarraigo que produce en cualquier comunidad el hecho de que sus niños y niñas tengan que viajar a zonas más lejanas para recibir su primera formación.
Esperamos que esta herramienta que tan buenos resultados ha tenido, se pueda mantener puesto que ha sido una adecuada respuesta a las necesidades de la población rural.
(Resumen del documento Historia de los Colegios Rurales en Alcalá la Real presentado al IV Encuentro de Investigadores, homenaje a Antonio Heredia Rufián)