Historia de España. Tema 10. La creación del Estado Franquista. Fundamentos ideológicos y apoyos sociales (1939-1975). 2º de Bachillerato.

Pasamos ahora a abordar otro tema extraordinariemente largo de la historia contemporánea española, el periodo franquista, que abarca desde la Guerra Civil, cuando se desarrolla la acumulación de poderes en la figura de Franco (1936), hasta la muerte del dictador y el inicio del proceso de Transición (1975). En sus casi 40 años de existencia, el franquismo se mantuvo como una férrea dictadura y se caracterizó por la represión de sus opositores, aunque sus instituciones y políticas fueron evolucionando con el paso del tiempo y con el contexto internacional. Pero si algo caracterizó a dicho sistema fue la permanente presencia del dictador, que da nombre al periodo y que ejerció un poder casi absoluto.

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Tenemos que señalar en el tema, por un lado las características ideológicas y los apoyos sociales de esta dictadura, así como citar las leyes fundamentales en que se basa el sistema; también tenemos que atender a las, al menos, 3 fases en que se dividió el periodo y explicar la naturaleza cambiante del sistema en base a los conflictos internos y al contexto internacional. Por último, debemos analizar el papel de la oposición, clave para explicar el final de la dictadura y el desarrollo del proceso de transición.

1. La naturaleza del Franquismo. Características fundamentales del régimen y apoyos sociales.

2. Cronología del Franquismo:

2.1. Etapa nacional-sindicalista (1936-1947).

2.2. Reconocimiento internacional y predominio nacional-católico (1947-1969).

2.3. Tardofranquismo y Crisis final (1969-1975).

3. La oposición al franquismo.

1. La Naturaleza del Franquismo.

El franquismo, nacido en el mismo periodo de la Guerra Civil, significó una dictadura larguísima centrada en la figura de Francisco Franco, militar gallego, que acumuló prácticamente todos los poderes a raíz de la guerra y de la situación posterior.

Como señalaba Viñas, el plan de los conspiradores no consistía en entregar el poder a Franco, sino a Sanjurjo, que murió en accidente de avión tras el golpe. Sin embargo, las circunstancias militares y políticas contribuyeron a que Franco se convirtiese en único líder militar y político de la zona sublevada ya con el Decreto de octubre del 36 que lo nombraba Jefe de Estado y Generalísmo de los Ejércitos. La marcha de los acontecimientos no hizo sino afianzar ese poder.

Las características fundamentales del sistema político desarrollado a raíz de la Guerra Civil fueron:

.Caudillismo.

Franco, denominado a partir del 38 “Caudillo”, titulo carismático a imitación del Führer nazi o Duce fascista, acumuló los cargos fundamentales políticos y militares. Todo lo que ocurrió en España a partir de ese momento, aunque no fuese directamente obra suya, pasó con su consentimiento. De este modo, la dictadura franquista se concibe como una dictadura “personalista” donde la figura de una persona, marca y caracteriza todo el periodo. La ideología de Franco era meramente conservadora, tradicionalista y ultranacionalista, crítica con la Ilustración y los avances del siglo XIX y contraria a las corrientes socialistas o liberales que eclosionaron en la Segunda República.

Dentro de las distintas familias o apoyos del franquismo tenemos que contar a su vez con carlistas, falangistas, monárquicos, tradicionalistas, conservadores de distinto pelaje, etc. Lo único que unía a todos estos grupos era su rechazo a la Segunda República y a sus reformas. Todos pensaban que su modelo se implantaría tras la victoria militar pero dejaron las discusiones para el final de la guerra.

Así, los principales apoyos al franquismo fueron la Iglesia Católica, principal apoyo ideológico de la sublevación y de la ideología franquista. Creó asociaciones que gozaron de enorme influencia, como la Asociación Nacional Católica de Propagandistas, de donde salieron varios ministros de justicia o el Opus Dei, de mucha importancia en la época del desarrollismo y recuperó notable peso en la educación y los medios de comunicación.

Las elites económicas, burguesía y latifundistas, fueron también importantes apoyos del franquismo. Estos grupos, que se habían visto afectados con las reformas republicanas, apoyaron la sublevación y posteriormente afianzaron su poderío económico y social.

Sin embargo, un elemento importantísimo de la dictadura franquista y del modelo político instalado con Franco, es que éste en muchos casos, repartirá el poder entre los distintos grupos o familias del franquismo, premiando a unos y castigando a otros en función del contexto internacional o de sus propios intereses. A veces castigará a los falangistas dando más cuotas de poder a los nacional católicos; otras veces ocurrirá al contrario. Lo que queda claro es que sobre un sistema heterogéneo, con distintas familias políticas, es Franco, en su capacidad de “caudillo” quien manda, enfrentando a unas familias con otras. De este modo, las divisiones internas del bando sublevado, que contribuyeron en gran parte a permitir la acumulación de poder en la figura de Franco, se convertirá en una característica permanente de la dictadura.

.Concepción centralista y conservadora del Estado y la sociedad.

El franquismo abolió las reformas territoriales y Estatutos de autonomía del periodo republicano para volver a un esquema puramente centralista y “castellano” de España. Asimismo, las reformas “modernizadoras” se eliminaron y se quiso imponer lo “tradicional” (modelo patriarcal de familia, férreo catolicismo, adoctrinamiento político y religioso en la educación, negación de los derechos individuales y las libertades, conservadurismo social, culto a las ideas de Imperio y nación y a los mitos nacionales…). En muchos aspectos, al contrario que el fascismo italiano, se trataba de negar los cambios sociales, políticos e ideológicos que se habían venido produciendo desde el siglo XVIII y “volver atrás el reloj”, más que en construir o desarrollar una ideología moderna propia del siglo XX. La base de la “ideología franquista” (si es que se puede hablar de tal cosa) está en la unión del culto a la idea de Imperio Hispánico, doctrina católica y puro tradicionalismo social. Una ideología más propia del siglo XVII que del XX.

.Represión y Autoritarismo.

Desde los primeros días del golpe, el bando sublevado aplicó una persecución de los simpatizantes del periodo republicano y los opositores, que se mantuvo hasta el final del franquismo. Dicha represión fue institucionalizada, planificada y permanente. Durante todo el franquismo, los opositores, -republicanos, socialistas, comunistas, nacionalistas, anarquistas…- fueron conceptualizados como “antiespañoles”. Todo estaba permitido contra ellos en un régimen que ejercía un poder plenamente arbitrario, donde las leyes y los castigos cambiaban en función de a quién se aplicaban. Las libertades individuales y colectivas fueron suprimidas, desarrollándose la existencia de solamente un partido (Falange Española Tradicionalista y de las JONS, fruto del Decreto de Unificación de 1938 que unía los grupos tradicionalistas-carlistas y la Falange) y un solo sindicato. La censura y el control de los medios de comunicación fueron prácticamente totales. Durante la dictadura se rechazó el concepto de democracia y se defendió la idea de España como “democracia orgánica”, elemento más cercano al corporativismo portugués o al fascismo italiano.

Sin embargo, a tenor de lo visto, ¿podemos conceptualizar el sistema franquista como “fascista” o “totalitario”? Aquí existen distintas visiones historiográficas.

Por ejemplo, Tusell afirmaba en 1999 que:

Si la voluntad fascistizadora, sin duda, existía, cabe preguntarse, sin embargo, por qué no sólo no triunfó, sino por qué estuvo siempre muy lejos de conseguirlo. Por supuesto, la respuesta a esta pregunta se encuentra en la dinámica política, es decir, en la propia evolución de los acontecimientos en los que, como hemos visto, se entrelazó estrechamente la política interna con la situación internacional. En suma, la fascistización del régimen sólo hubiera sido posible en el caso de que la España de Franco hubiera decidido intervenir en la guerra mundial al lado del Eje; eso hubiera traído, con toda probabilidad, una modificación paralela de sus estructuras políticas definitiva e irreversible”.

Es decir, que, a pesar de que existiese una “voluntad fascistizadora”, no pudo desarrollarse plenamente y solo en algunas etapas.

Stanley G. Payne, califica al franquismo como sistema de “autoritarismo”, especialmente a partir de 1945. Así,

Es innegable que el franquismo inicialmente contenía un importante componente de fascismo; pero estaba tan limitado en el marco de una estructura derechista, pretoriana, católica y semipluralista que probablemente sería más exacto aplicarle la categoría de «semifascista». (…) A finales de 1945, España había avanzado bastante en el proceso de transición de un Estado semifascista y parcialmente movilizado a un régimen «autoritario burocrático», corporativista y no movilizado”.

Siendo por tanto el franquismo un sistema “autoritario”, no fascista o totalitario tras el 45.

Lo fundamental, creo, se trata de señalar que el franquismo fue un sistema cambiante con el tiempo, que evolucionó durante los casi 40 años que estuvo en el poder, y que cercano en un principio al fascismo italiano, evolucionó hacia un sistema “autoritario” fruto de su afianzamiento en el poder y sus apoyos internacionales. Sin embargo, nunca dejó de ser una dictadura ni desarrollar la represión sobre sus opositores, y ,como veremos en sus años finales, cuando se vio amenazado, el franquismo elevó la violencia y represión que ejercía contra los españoles.

2. Cronología del franquismo.

Como acabamos de ver, la dictadura franquista no tiene una naturaleza o carácter único y permanente, ya que su naturaleza va cambiando conforme pasa el tiempo y cambia el contexto internacional. Podemos distitnguir varias etapas fundamentales:

2.1. Etapa Nacional-Sindicalista. Autarquía y represión.

Pocos meses después de finalizada la Guerra Civil comienza la Segunda Guerra Mundial. Aunque España se mantendrá oficialmente neutral, debido a las penosas condiciones del país tras el conflicto, el régimen de Franco colaborará con las potencias del Eje, ya sea con apoyos minerales (el Wolframio de Galicia, indispensable para sostener la maquinaria bélica alemana), estratégicos o directamente militares, como la División Azul, formada por voluntarios que luchaban junto a los nazis en la invasión de la URSS.

Las exigencias desmesuradas de Franco a Hitler (Hendaya, 1940) y Mussolini (Bordighera, 1941) hacen fracasar la entrada oficial de España en la Segunda Guerra Mundial, lo que permitirá su superviviencia. España se reconoce como «no beligerante», situación que implicaba un claro apoyo diplomático y económico a las potencias del Eje, en aquel momento dominantes del conflicto. Ángel Viñas también ha estudiado cómo el sempiterno Juan March colaboró con banqueros ingleses para sobornar a generales franquistas y sabotear la entrada en el conflicto.
Esta fase inicial, que dura hasta el final del conflicto, coincide con la etapa más claramente fascista del régimen, con un papel preponderante de Falange y del cuñado de Franco, Serrano Suñer, admirador declarado de Hitler, en el gobierno. De esta primera época son leyes como el Fuero del Trabajo (1938), que crea el Sindicato Vertical, de clara inspiración mussoliniana, o la Ley Consultiva de Cortes (1942), que establece una especie de pseudo parlamento de procuradores, seleccionados entre los cargos con poder -ministros, líderes del Sindicato, obispos, rectores, alcaldes…- sin verdadero poder legislativo.
Esta es la etapa donde la represión sobre los vencidos de la Guerra Civil se hace más dura. Jorge Marco señala que la Guerra Civil no termina con el fin del conflicto militar convencional, sino que se extiende, de forma irregular hasta 1952.
Tras la derrota del Eje (1945) se produce una reconfiguración del gobierno, limitándose el carácter fascista y ganando fuerza cargos de orientación católica en detrimento de Falange (a partir de este momento, Serrano Suñer abandona el gobierno y figuras católicas menos relacionadas con el falangismo como Martín Artajo o el almirante Carrero Blanco empiezan a desempeñar funciones muy importantes). El objetivo de estos cambios es buscar un acercamiento a EEUU y Gran Bretaña, para lo cual se afronta incluso una reforma del Estado. Se crean ahora tres nuevas leyes fundamentales, orientadas a suavizar el inicial carácter fascista de la dictadura y a crear un sistema más tolerable para EEUU y GB:
.El Fuero de los Españoles (1945), una especie de declaración de Derechos y Deberes de los españoles, pero no una verdadera Constitución.
.La Ley del Referéndum Nacional (1945), que permitía someter a consulta popular determinadas cuestiones. No hace falta señalar su resultado.
.Y, muy especialmente, la Ley de Sucesión (1947), que llenaba el vacío del carácter del régimen más allá de su líder único, y establecía a España como Monarquía, pudiendo designar Franco a su sucesor. Posteriormente, Franco elegirá a Juan Carlos de Borbón como su sucesor, saltando la elección de Juan de Borbón, que en esos momentos conspiraba en Gran Bretaña para ser repuesto como rey.
Evidentemente, estos años, de 1945 a 1947, son los de mayor aislamiento y acoso del franquismo. España es excluida del Plan Marshall, recibe una condena internacional de la ONU en 1946, se retiran los embajadores internacionales ese mismo año… Son los años del llamado «Boicot internacional», que paradójicamente pudo llevar a afianzar a Franco en el poder al presentar esta campaña como una «maniobra extranjera» para desprestigiar a España.

Sin embargo, a partir del inicio de la Guerra Fría (1947) se produce una paulatina aceptación del Régimen por parte de Gran Bretaña y, especialmente, EEUU, al significarse el Franquismo como un posible aliado contra la expansión del Comunismo, así, EEUU se negará a imponer nuevas sanciones internacionales a partir de 1947.

En esta etapa, la economía viene marcada por un planteamiento autárquico e irreal, que prolonga la ruina de España tras la guerra. El Estado intervendrá en la economía mediante un control directo de los precios de numerosos productos (agrícolas, textiles,…) que motivarán la retirada de gran parte de la oferta del mercado oficial y la creación de un enorme mercado negro (los productores preferirán ocultar su producción real y ofrecer su producto en el mercado negro, con mayores precios y lógicamente mayores beneficios). El resultado serán malas cosechas, empobrecimiento de los campesinos, formación de fortunas al calor del dinero negro, cartillas de racionamiento, hambre y niveles de crecimiento incluso inferiores a los del periodo anterior a la guerra.

La oposición, en su mayor parte, está desarticulada y dividida, con gobiernos y partidos republicanos y socialistas que luchan por ser reconocidos internacionalmente. La oposición más seria es la constituida por la lucha armada de guerrillas (maquis), dirigida por el PCE y especialmente fuerte en zonas de Andalucía, Asturias y los Pirineos (invasión fallida del Valle de Arán en 1946). Esta lucha de guerrillas se mantendrá hasta 1948.

2.2. Reconocimiento internacional y predominio del Nacional-Catolicismo (1947-1973).

A partir de 1947, el acercamiento a EEUU se va haciendo más notable, y en 1951 se produce una nueva remodelación de gobierno que da más fuerza a políticos nacionalcatólicos (Carrero Blanco) y hasta a figuras menos autoritarias (Ruiz Jiménez).
1953 es el año clave para la supervivencia del Franquismo, con el reconocimiento internacional por parte de EEUU y el Vaticano. España es reconocida por EEUU a cambio del establecimiento de bases militares en territorio español (Morón, Rota, Torrejón y Zaragoza) y a cambio se recibe material bélico, ayuda económica y técnica. Con el Vaticano se firma un Concordato que obliga a mantener la confesionalidad del Estado y los privilegios de la Iglesia Católica. Poco a poco, el régimen Franquista es aceptado por los países occidentales y entra en los principales organismos internacionales (FAO 1951, ONU 1955, FMI 1958, GATT 1960…).

La situación económica seguía siendo muy difícil, pero la ayuda estadounidense permitió una cierta recuperación. Sin embargo, el aumento de la inflación, el mantenimiento de la autarquía, el hambre y los escasos niveles de crecimiento están a punto de provocar una bancarrota del Estado. Esta crítica situación económica coincide con el inicio de movimientos de protesta obrera (huelga de tranvías de Barcelona en 1951, huelgas en Asturias en 1958, revueltas estudiantiles en 1956-57, fortalecimiento de un PCE clandestino que había abandonado la lucha guerrillera para liderar una política de reconciliación nacional -unidad de hijos de vencedores y vencidos contra el franquismo-…).

En 1957, se produce una nueva remodelación del gobierno, dando entrada a los tecnócratas del Opus Dei (secta ultracatólica creada por Escrivá de Balaguer en 1923 y que pretende armonizar el ideario moral y religioso ultraconservador con las ideas económicas liberales y capitalistas), protegidos por Carrero Blanco y que empiezan a ocupar puestos económicos fundamentales. Este gobierno tecnócrata impulsará el llamado Plan de Estabilización (1959), que pondría fin al fuerte intervencionismo estatal en la economía y suprimiría los obstáculos a la liberalización comercial y financiera y a la apertura económica internacional: recorte del gasto público, control de la inflación, congelación de salarios, devaluación de la peseta, reforma fiscal, medidas contra el fraude y el mercado negro…. Los efectos del Plan de Estabilización tuvieron un efecto inmediato, sobre todo entre los asalariados: reducción del poder adquisitivo, aumento del desempleo, emigración de un millón de personas (hay historiadores que hablan de 2 millones contando también la emigración ilegal) al exterior (Francia, Bélgica, Suiza, Alemania…), éxodo rural a las zonas industriales (Barcelona, Euskadi, Madrid…).

Al Plan de Estabilización se añadieron los Planes de Desarrollo Económico y Social (3 planes de vigencia cuatrienal), dirigidos por el tecnócrata Laureano López Rodó, con la finalidad de impulsar el crecimiento industrial y comercial (creación de polos de desarrollo, fomento de infraestructuras y materias básicas…). La industria creció notablemente (SEAT…) pero se incrementaron las necesidades de importaciones, que pudieron realizarse gracias a los ingresos en divisas de los emigrantes y del turismo. El sector secundario y terciario conocieron un notable crecimiento y el sector primario consiguió modernizarse y reducir un enorme porcentaje de su mano de obra (el éxodo rural del XIX europeo se concentra en esta etapa en España). Los mayores beneficiarios de este crecimiento fueron la banca y los grandes grupos industriales y financieros, muchos formados en los monopolios y oligopolios de la primera etapa del franquismo y en muchas ocasiones vinculados al Opus Dei.

En esta etapa se desarrollan reformas legislativas que liberalizan un poco el régimen (Ley de Prensa de 1966, que suprime la censura previa; Ley de Libertad Religiosa; Ley de la Seguridad Social, que amplía los mecanismos de cobertura social…), que se completan con la Ley Orgánica del Estado de 1967, que confirmaba la sucesión monárquica y concretaba las funciones de los órganos del Estado -ya se introduce separación entre Jefe del Estado y presidente del Gobierno-.

En esta etapa la oposición, especialmente urbana, fue ampliando sus bases de acción, desarrollándose una creciente oposición obrera con la creación de Comisiones Obreras, un sindicato comunista que penetraba en el sindicalismo oficial, movimientos nacionalistas en Euskadi y Cataluña especialmente (ETA aparece en 1959 y empieza a plantear la lucha armada en 1968) y oposición estudiantil. Sin embargo, el cambio social y de mentalidades empieza a hacer inviable una estructura de poder tan arcaica y anquilosada como el franquismo.

2.3. Tardofranquismo y crisis final (1969-1975).

A partir de finales de los años 60, y sobretodo, con el estallido de la crisis del petróleo de 1973 que afectó a todo el mundo occidental e interrumpió los años de crecimiento de las economías capitalistas que se había iniciado en 1945, el franquismo entró en una nueva etapa, caracterizada por un recrudecimiento de la represión, aumento de la tensión política y social y ruptura del crecimiento económico que se inició con la fase de apertura económica. Además, el delicado estado de salud del dictador y la incertidumbre en torno a la situación política, unido al fortalecimiento de la oposición interna (fundamentalmente de las asociaciones conformadas por el PCE a través de CC.OO., asociaciones vecinales; grupos cristianos de base; y nacionalistas en Cataluña y Euskadi, así como del movimiento estudiantil en las grandes ciudades) acelerarían el planteamiento de nuevos modelos políticos tras la muerte del dictador.

De esta manera, el régimen empezaría a descomponerse internamente y empezarían a surgir distintas opciones dentro de los grupos franquistas sobre el escenario posterior a la muerte de Franco. Por un lado, el sector «reformista», liderado por Manuel Fraga o Areilza. Estos planteaban una apertura del sistema político desde las instituciones del franquismo, planteando la posibilidad de permitir algunos partidos y asociaciones políticas controladas y realizar elecciones (algo que aún no podría considerarse un verdadero sistema democrático, pues serían las propias instituciones franquistas quienes permitieran a otros grupos participar, dando lugar a una especie de «pseudodemocracia»; por otro lado, ni se juzgarían crímenes del franquismo ni se democratizarían elementos fundamentales del régimen, como las fuerzas armadas o los tribunales de justicia, algo muy alejado de lo que ocurrió tras la caída de las dictaduras en Europa tras la Segunda Guerra Mundial (Francia, Italia, en menor medida RFA,…).

Por otro lado, el sector inmovilista, mayoritarios en el Consejo Nacional del Movimiento, y con notable presencia en las Fuerzas Armadas, pretendía mantener la estructura autoritaria en la nueva monarquía y sostenía un discurso extremadamente belicista y anclado en el pasado, negándose a reconocer que el país había cambiado notablemente respecto a la década de los 30 y 40.

Tras el estallido del caso Matesa (un caso de corrupción que afectaba a políticos del Opus Dei principalmente), se produjo una reestructuración del gobierno, provocándose la expulsión de tecnócratas de los ministerios y la formación de un gobierno «monocolor», formado por personajes afines al almirante Carrero Blanco y que acabaría decantándose por posiciones afines al inmovilismo, paralizándose el proyecto de Asociaciones políticas y la nueva Ley Sindical, mientras la conflictividad social aumentab

Al anclarse en el inmovilismo -Carrero Blanco declaró que la intransigencia «es un deber indeclinable cuando lo que está en juego son cuestiones fundamentales»- el gobierno «monocolor» fue perdiendo en cierta medida el control de la situación ante el recrudecimiento de la conflictividad laboral y estudiantil, frente a la que sólo supo responder con el empleo de las fuerzas de orden público. Entre 1969 y 1973 ocho trabajadores resultaron muertos por las acciones de la policía y en junio de 1972 era detenida la cúpula dirigente de las ilegales «comisiones obreras».​ Por su parte, los alumnos y los profesores interinos universitarios (PNNs) siguieron sufriendo el azote de las intervenciones policiales, las sanciones administrativas, las detenciones gubernativas y los asaltos de los nuevos grupos de extrema derecha tolerados por las autoridades (Guerrilleros de Cristo Rey, Fuerza Nueva,…).​ Más dura fue la represión que se aplicó en el País Vasco y Navarra para hacer frente a la creciente actividad terrorista de ETA. En 1969, por ejemplo, fueron detenidas 1.953 personas, de las cuales 890 fueron maltratadas, 510 torturadas, 93 juzgadas por el Tribunal de Orden Público y 53 en consejos de guerra.

A finales de 1970 el gobierno decidió que un tribunal militar juzgara conjuntamente a 16 personas acusadas de militar en ETA (entre ellas dos sacerdotes) como medida ejemplarizante. Pero el efecto que se logró fue exactamente el contrario del que se pretendía, ya que el anuncio del juicio sumarísimo que finalmente se celebraría en diciembre en Burgos levantó una ola de solidaridad en el País Vasco y en Navarra que fue un revulsivo clave para que el nacionalismo vasco recuperara su implantación social -el gobierno en respuesta decretó el estado de excepción por seis meses-.

La crisis política final del franquismo acabaría acelerándose en 1973, con el atentado de ETA del «hombre fuerte» del franquismo en ese momento, Luis Carrero Blanco y el inicio, antes de la muerte del dictador, de un proceso incierto de transición política, que se acabaría negociando entre la oposición democrática y los sectores reformistas del régimen.
Finalmente, el dictador moría en 1975, un año después de la Revolución de los Claveles de Portugal, que marcaba el camino al sector «rupturista» y democrático. Meses antes, cinco militantes de ETA y tres del FRAP eran fusilados y mientras se produciía la agonía de Franco estallaba el conflicto del Sahara y la Marcha Verde de Marruecos.

A primera hora de la mañana del 20 de noviembre de 1975 el presidente del gobierno Carlos Arias Navarro anunciaba por televisión el fallecimiento del «Caudillo» y a continuación leía su último mensaje, el llamado testamento político de Franco. La capilla fúnebre fue instalada en el Palacio de Oriente de Madrid, donde se formaron largas colas para acceder al salón donde se encontraba el féretro descubierto que contenía su cadáver. Al funeral posterior no asistió ningún jefe de Estado ni de Gobierno, salvo el dictador chileno Augusto Pinochet, un gran admirador de Franco.

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