El museo de cera de Madrid, un viaje en el tiempo entre figuras que cuentan historias

 

El Museo de Cera de Madrid no es solo un lugar donde se exhiben esculturas de personajes famosos; es un espacio donde la historia, la cultura y la fantasía convergen para crear una experiencia que desdibuja la línea entre lo real y lo imaginario. Ubicado en el emblemático Paseo de Recoletos, en un edificio histórico del siglo XIX que alguna vez albergó el Banco de Castilla, este museo ofrece un recorrido por más de 450 figuras de cera que representan desde reyes y artistas hasta héroes de ficción y deportistas contemporáneos. Fundado en 1972, forma parte de una tradición de museos de cera que se remonta al siglo XVIII, pero con un sello propio que refleja la idiosincrasia española y su conexión con el mundo.

 

Cada figura en este Museo de cera Madrid es el resultado de meses de trabajo meticuloso. Artesanos especializados utilizan cera de abeja y resinas sintéticas para modelar rostros y cuerpos, integrando detalles como cabello natural implantado uno a uno, ojos de cristal personalizados y vestuario confeccionado a medida. El proceso comienza con la elección del personaje, seguido de extensas investigaciones fotográficas y, en algunos casos, sesiones de medición con el propio protagonista. Por ejemplo, la figura de Antonio Banderas fue creada con su colaboración directa, asegurando que cada gesto y expresión capturaran su carisma. Este nivel de detalle explica por qué algunas esculturas son tan realistas que los visitantes dudan si están frente a una persona o una obra de arte.

 

El recorrido se organiza en salas temáticas que transportan al visitante a diferentes épocas y contextos. En la Sala de la Historia, figuras como Isabel la Católica, Cristóbal Colón y Cervantes reviven momentos clave de España, acompañados de escenografías que recrean ambientes medievales o coloniales. En la Sala de las Artes, nombres como Picasso, Dalí o Frida Kahlo parecen cobrar vida, rodeados de reproducciones de sus obras más famosas. Para los amantes del cine, la Sala de Cine y Televisión reúne íconos como Alfred Hitchcock, Marilyn Monroe y Pedro Almodóvar, este último con su característica pose desenfadada y gafas de sol.

 

Pero el museo no se limita a lo histórico. En la Sala de Deportes, leyendas como Rafa Nadal, Lionel Messi y Pau Gasol comparten espacio, capturados en poses dinámicas que transmiten la energía de sus disciplinas. La Sala de Música, por su parte, es un tributo a artistas que han marcado generaciones: desde los Beatles y Freddie Mercury hasta Rosalía y Alejandro Sanz, cada figura está acompañada de una banda sonora que ambienta la experiencia.

 

Uno de los atractivos más sorprendentes es la Casa del Terror, una sección interactiva que sumerge a los visitantes en un laberinto de pasillos oscuros, donde figuras de personajes siniestros y escenarios escalofriantes desafían los nervios. Aunque no recomendada para menores o personas impresionables, esta área muestra la versatilidad de la cera para evocar emociones intensas, desde la admiración hasta el miedo.

 

Para las familias, el museo ofrece experiencias lúdicas como el Tren del Terror, un recorrido en vagones que atraviesa escenas animadas con efectos especiales, o la Sala de los Inventos, donde figuras de genios como Einstein y Leonardo da Vinci interactúan con réplicas de sus creaciones. Los niños pueden tomarse fotos con superhéroes como Spider-Man o princesas de cuento, mientras aprenden sobre personajes históricos de forma divertida.

 

El Museo de Cera también se reinventa constantemente. Cada año, se incorporan nuevas figuras que reflejan tendencias sociales o logros recientes. Por ejemplo, tras el éxito de series como La Casa de Papel, se añadió una figura del Profesor, ataviado con su icónico traje rojo y mirada calculadora. Del mismo modo, tras eventos globales como la pandemia, se incluyeron homenajes a trabajadores sanitarios, recordando el valor de lo cotidiano.

 

Más allá de las figuras, el edificio en sí es una joya arquitectónica. Su fachada neoclásica, con columnas corintias y frontones esculpidos, contrasta con interiores que mezclan estilos desde el barroco hasta el modernismo. La sala de baile, con espejos venecianos y lámparas de cristal, recrea el esplendor de las veladas aristocráticas del siglo XIX, mientras que las salas subterráneas, con sus bóvedas de ladrillo, añaden un aire misterioso.

 

La tecnología también juega un papel clave. Proyecciones holográficas, sensores de movimiento que activan narraciones y pantallas táctiles con información biográfica enriquecen la visita. En la Sala de Ciencia, una figura de Stephen Hawking «explica» teorías del cosmos mediante un sistema de audio sincronizado, mientras en la Sala de Política, líderes como Barack Obama o la reina Letizia parecen dialogar entre sí gracias a efectos de iluminación y sonido envolvente.

 

Para muchos visitantes, el momento culminante es el Taller de Cera, donde pueden observar a los artistas trabajando en nuevas figuras. A través de ventanas de cristal, se aprecia cómo se mezclan pigmentos para lograr tonos de piel realistas, cómo se moldean las expresiones faciales con espátulas diminutas o cómo se ajustan las articulaciones para crear posturas naturales. Este espacio desmitifica el proceso creativo y revela la pasión detrás de cada obra.

 

El museo también sirve como espejo de la sociedad. Al recorrer sus salas, es inevitable reflexionar sobre qué personajes elige immortalizar y por qué. La presencia de figuras como Greta Thunberg o Malala Yousafzai habla de un interés por destacar voces contemporáneas que impulsan cambios, mientras que la inclusión de mitos literarios como Don Quijote o Frankenstein subraya el diálogo entre la cultura popular y la tradición.

 

En un mundo cada vez más digital, el Museo de Cera de Madrid resiste como un testimonio tangible de la artesanía y la narrativa física. Sus figuras, estáticas pero llenas de vida, invitan a detenerse, observar y maravillarse ante la habilidad humana para capturar la esencia de una persona en un material tan efímero como la cera. Es, en definitiva, un lugar donde el pasado y el presente se dan la mano, donde cualquiera puede caminar junto a sus ídolos, y donde la fantasía se materializa, aunque sea por un instante, en tres dimensiones.

 

Fernando Javier Fernández Muñoz

Web de nuestro centro que sustituye a la anterior. Curso 22/23

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