Muchos padres no saben cómo educar a sus hijos en sexualidad. No encuentran el momento para abordar el tema con ellos. A pesar de que las relaciones intergeneracionales han cambiado con los años, sobre todo entre padres e hijos, aún quedan reminiscencias y pudores de otros tiempos.

Cómo educar a los hijos en sexualidad es para muchos “la pregunta del millón”: un tema casi “tabú”. Es fácil decir que «lo importante es hablar abiertamente, con sinceridad, delicadeza y cariño», pero del dicho al hecho…cuesta. Un buen consejo de partida, es no esperar a que pregunten, porque puede que no lo hagan nunca y busquen fuentes de información alternativas, que no siempre serán las más adecuadas para ellos.

como educar a los hijos

Quince consejos prácticos para educar en la sexualidad con naturalidad

Primero. Los padres deben de ser los educadores principales de sus hijos en materia de sexualidad, pues de ellos depende el desarrollo sexual de los niños. Las encuestas ponen de relieve que muchos padres hacen “dejadez de sus funciones”; huyen de esta responsabilidad, porque se sienten incómodos si tienen que hablar de sexo con los hijos. Como consecuencia, en lugar de hablar con sus padres “huidizos”, los chicos hablan de sexo con sus compañeros (otros chicos tan faltos de información como ellos) o lo buscan en Internet, algo que no siempre pueden ser las mejores fuentes para aprender sexualidad, sobre todo a ciertas edades.

Segundo. Es importante que la educación sexual se normalice en la familia y que los hijos puedan expresar su interés innato por estos temas con libertad ante sus padres.

Tercero. No hay que esperar a que los hijos hagan preguntas (si las hacen); son los padres los que también pueden de tener la iniciativa. De esta manera, además de “normalizar” lo que es normal (el sexo), los padres pueden decidir qué les interesa que sus hijos sepan, en función de cada etapa de su desarrollo como personas.

Cuarto. Los padres deben transmitir a sus hijos que el sexo es una vía de comunicación íntima con las personas que escojan como parejas. El sexo no es “pecado”, “inmoral”, ni “delictivo”, sino algo positivo y constructivo.

Quinto. Hablar de sexo no es sólo hablar de sexo: es también hablar de sentimientos, actitudes, tendencias, gustos y valores éticos, desde una perspectiva de la responsabilidad personal.

Estar preparados

Sexto. Lo fundamental es hacerles sentir a ellos que sus inquietudes son importantes y que pueden hablar de ellas con libertad. La satisfacción de poder hacerlo siempre es más fuerte que cualquier incomodidad.

Séptimo. No es necesario tener una dolencia para acudir a su consulta, pero, a menudo, el contacto con algún problema de salud (por ejemplo, en sus partes íntimas) puede «dar pie» o «abrir la veda» para hablar sobre sexo. Es necesario fomentar también la confianza y el diálogo abierto con los especialistas médicos: el urólogo, el ginecólogo, el sexólogo… Deben relacionarse con ellos con la misma naturalidad y sinceridad con la que lo hacen con su médico de familia. 

Octavo. Ante la pregunta “¿Estoy preparado para hablar de sexo con mis hijos?”, que se hacen muchos padres, o “¿Cómo hacerlo de la manera más adecuada?”, la respuesta es sencilla: todos los padres están capacitados y son potencialmente las mejores personas para educar a los hijos en materia de sexualidad. Solo hay que permanecer tranquilos y serenos. Incluso en aquellos aspectos en los que los padres no tengan información precisa, basta con saber reconocerlo y buscar con sus hijos la respuesta.

Noveno. Hoy en día, muchos adolescentes basan toda su percepción sobre el sexo en las películas eróticas y pornográficas. Se hace necesario mostrarles que se trata de ficción, dirigida y prefabricada, con unos estándares corporales y relacionales que pueden no ser lo común «en la vida real». Un ejemplo claro, el poco uso de protección con preservativos en este tipo de films. 

Los temas “espinosos”

Décimo. ¿Qué temas “espinosos” pueden plantear los hijos a sus padres en materia de sexualidad? La violación, la homosexualidad, las relaciones sexuales múltiples o las relaciones sin precauciones… O temas más cotidianos, como el de practicar sexo oral o anal, sobre los cuales también deben presentarse sus posibles riesgos.

Undécimo. Concienciarles de que el consumo de sustancias como el alcohol y las drogas producen en ellos desinhibiciones de consecuencias que no desean y que son o pueden ser extremadamente peligrosas para su propia salud e integridad física y mental.

Duodécimo. Los padres deben de estar dispuestos a dialogar, siempre desde el respeto y la aceptación de la personalidad de los hijos; cuándo y en la manera que ellos prefieran, sobre lo que ellos quieran y sin presionarles para ir más allá de lo que estén dispuestos a contar.

Décimo tercero. Los padres deben de ser conscientes de que sus hijos también sienten pudor ante ellos y hay que respetar sus silencios. Pero esto no significa que no tengan que preocuparse de saber interpretar lo que callan, por si detrás hay algún motivo que requiera su ayuda o intervención.

Décimo cuarto. Los padres tienen que transmitir a sus hijos que confían en ellos y en su responsabilidad a la hora de actuar, pero que si lo precisan siempre estarán a su lado para tenderles la mano.

Y décimo quinto.Individualizar y personalizar. Todos estos consejos anteriores no son más que una guía estandarizada a las que hay que tomar como un punto de partida, pero las charlas sobre sexo deben surgir naturales y «sin forzar» entre cada joven y su familia, ya que todos ellos tiene su propia dinámica y su propia personalidad.