La Fundación Princesa de Asturias ha galardonado recientemente a Teresa Perales con el Premio del mismo nombre en deportes.  La nadadora se convierte así en la primera deportista con discapacidad en recibir tal honor, aunque no la primera persona con una discapacidad.

Perales ha logrado un sinfín de títulos y reconocimientos en su carrera deportiva, y entre ellos destacan las 27 medallas paralímpicas para situarse como una de las deportistas más laureadas de la historia.

La Princesa Leonor incidió durante su discurso en la ceremonia de entrega de los premios la constancia, la dedicación y el ejemplo de persistencia que ofrece la nadadora a la sociedad en general.

Su ejemplo es uno más de integración y valor para muchas personas que en su día a día se enfrentan a dificultades por la discapacidad. En este sentido, la educación juega un papel fundamental para alcanzar la inclusión total.

¿Qué es la educación inclusiva?

La UNESCO señala que un sistema educativo es de calidad solo cuando presta atención a los grupos marginados y vulnerables, procurando desarrollar su potencial. La agenda de educación al 2030 pone el foco principalmente en la eliminación de disparidades de género, el acceso igualitario a todos los niveles de enseñanza y un especial interés en personas en situación de discapacidad (ya sea física o intelectual)-

educacion inclusiva en las escuelas

Con estos objetivos, la pregunta a la que dar respuesta es cómo acceder a una educación inclusiva que traspase y supere paradigmas sociales, estereotipos y formas de discriminación. Algunas claves para conseguir este propósito son las siguientes.

Respeto por la diferencia

Las aulas son escenarios en los que cabe mucha diversidad. Las diferencias de cultura, lengua, costumbres, género y capacidades son necesarias, pero para ello es importante librarse de prejuicios y estereotipos.

Profesores y docentes son los encargados de inculcar una convivencia sana y pacífica entre todos los alumnos, comprendiendo que todos son diferentes y tienen sus propias características. A su vez, es fundamental potenciar los valores de cada persona mediante sistemas de participación responsable.

Las aulas como espacios saludables

Un segundo punto relevante para lograr la educación inclusiva es promover contextos positivos que generen un efecto favorable en los estudiantes. Así, los alumnos con discapacidad deben estar en todo momento integrados y eso se alcanza con un trato equitativo, similar al del resto de alumnos.

No deben haber en las aulas barreras arquitectónicas ni de ningún otro tipo, pero tampoco se puede tratar a alumnos con distintas capacidades con cierto aire de condescendencia.

Todos los miembros de la comunidad educativa han de sentirse bienvenidos en clase, sin importar cuál es su personalidad. Cuando ese espíritu sobrevuela el aula, el ambiente y la convivencia que se genera es mucho más saludable.

Impulsar la confianza y autoestima de los alumnos

No todos los alumnos son iguales. De hecho, aquellos que presentan alguna discapacidad notan esto especialmente. Una fórmula de luchar contra las desigualdades que se generan por distintos motivos: discapacidad, creencias, valores, preferencias culturales… es trabajar en el aula como grupo, para el beneficio común; y hacer lo propio a nivel individual.

La idea es mejorar la autoestima y la confianza de los alumnos. En este punto es clave alejar las faltas de respeto, los episodios de bullying y los ataques personales, que pueden llegar tanto desde el terreno físico como el virtual. El acoso en redes es una forma más de violencia hacia los alumnos.

Reforzar el sentimiento de comunidad entre los estudiantes

Los estudiantes se integran de manera más profunda y real cuando participan en actividades sociales y culturales y cuando trabajan en equipo. Estas acciones les sirven para mejorar su capacidad empática y para aceptar las diferencias entre ellos.

Los profesores están también obligados a renovar sus métodos y con ello hacer llegar los conocimientos reglados con mayor éxito a los alumnos. Además, es vital dedicar tiempo a tareas que realmente son valiosas en el proceso de integración, como la participación y la inclusión.

Por último, nunca se debe abandonar el objetivo de crear aulas estables en centros ordinarios para alumnos con discapacidad intelectual o del desarrollo, con ratios suficientes pero no excesivos, pues a mayor número de alumnos en el aula, menor será la capacidad para que los estudiantes puedan potenciar su desarrollo y sus valores.