Muchos padres esperan con ansia ese momento en el que el bebé pronuncia su primera palabra. En teoría, ese es el “punto cero”, a partir del cual comienza a desarrollarse el lenguaje. Sin embargo, lo cierto es que las raíces del lenguaje son mucho más profundas, así lo han confirmado diferentes investigaciones que demuestran que los bebés en el vientre materno ya son capaces de reconocer la voz de su madre y responder ante esta.

cerebro de los bebes

Por eso, no es extraño que durante las primeras semanas de vida los bebés ya estén preparados para reconocer su idioma materno y que se comiencen a sentar las bases a nivel cerebral para su aprendizaje. De hecho, investigadores del Instituto Neurológico de Montreal y del Departamento de Psicología de la Universidad de McGill, en Canadá, señalan que el cerebro infantil puede aprender el idioma materno desde una edad muy temprana edad y que incluso es capaz de conservarlo, aunque no se utilice más, como sucede a menudo en los casos de adopción internacional.

Un idioma nuevo no borra las huellas de la lengua materna

 

El estudio, publicado recientemente en la revista PNAS, afirma que la lengua materna deja una huella imborrable en el cerebro de los niños, un rastro que no puede ser alterado ni siquiera por la adquisición de un nuevo idioma. Esto se debe a las representaciones que el cerebro hace de los estímulos sonoros que componen el lenguaje y que comienzan a formarse desde el mismo momento en que el bebé nace.

Para arribar a estas conclusiones los investigadores analizaron el funcionamiento cerebral de un total de 44 niñas expuestas al idioma chino y al francés durante su infancia. Organizaron 3 grupos de estudio: un primer grupo estuvo formado por 11 niñas de habla francesa que nunca habían escuchado el idioma chino; un segundo grupo fue compuesto por 21 niñas chinas que habían sido adoptadas por familias francesas antes de los 3 años y que solo hablaban francés; y un tercer grupo compuesto por 12 niñas bilingües que hablaban chino como idioma materno pero que a partir de los 3 años habían comenzado a aprender francés.

Estos investigadores realizaron una serie de pruebas cerebrales mientras los 3 grupos de niñas escuchaban diferentes sonidos en chino y en francés. Así se pudo apreciar que las niñas que habían tenido el chino como lengua materna mostraban una gran actividad neuronal en el hemisferio izquierdo, una actividad que no se evidenció en las niñas que nunca habían escuchado este idioma. ¿Qué significa esto?

Esto significa que las niñas de procedencia china, sin importar si hablaban chino o no, mostraban una activación de la región del cerebro relacionada con el procesamiento del lenguaje y su significado. Sin embargo, un fenómeno diferente se apreció en las niñas que nunca habían estado expuestas al idioma chino, en estas se activaba la región derecha del cerebro, una zona vinculada meramente al procesamiento de los sonidos. ¿Por qué?

Los investigadores explican que, a diferencia de las niñas de procedencia china, estas no eran capaces de reconocer los sonidos de ese idioma, que para ellas era incomprensible, por lo que se trataba de un sonido cualquiera, como podría ser una nota musical o un simple ruido.

Estos resultados no dejan lugar a dudas: las representaciones del lenguaje creadas por el cerebro durante la primera infancia; es decir, antes de los 3 años de edad, pueden persistir durante varios años e incluso pueden permanecer activas durante toda nuestra vida.

Por consiguiente, aunque los niños adoptados desde muy temprana edad no vuelvan a tener contacto con su lengua materna, pueden conservar los patrones básicos para el procesamiento de ese idioma, lo cual significa que en cualquier momento pueden volver a activarlos y aprender la lengua con mayor facilidad, incluso en la etapa adulta.