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Poner límites a los niños: ¿Cuándo y cómo?

Claves para establecer límites que sean educativos

Educar a un niño no es una tarea sencilla, sobre todo para los padres que se enfrentan por primera vez a este reto. Es imprescindible encontrar un equilibrio entre el afecto que sientes por tu hijo, tu deseo de complacerle en todo y los límites que debes imponer para garantizar una buena convivencia en el hogar y un desarrollo psicológico equilibrado.

claves para poner limites a los niños

Muchos padres creen que los límites restringen el desarrollo del niño, pero en realidad son necesarios ya que generan seguridad y confianza. Cuando existen límites y reglas claras, el niño sabe exactamente qué se espera de él, no experimenta un alto grado de incertidumbre sino que se siente guiado y protegido.

Por eso, los límites se deben comenzar a aplicar cuánto antes. Apenas el niño gane cierto grado de autonomía, debe comprender que existen determinadas reglas a seguir y cosas que no debe hacer. En este sentido, se debe apuntar que los límites están dirigidos a restringir el repertorio de comportamientos, jamás a las emociones. Podemos pedirle a un niño que no haga algo, pero no podemos pedirle que no se sienta triste o no se enfade.

Obviamente, también es necesario adaptar los límites a la edad de cada niño y a su nivel de desarrollo, así evitaremos ser demasiado severos o muy débiles. No es conveniente pedirle peras al olmo, así que los límites deben ser congruentes con el grado de autocontrol que puede ejercer cada pequeño.

Cinco claves para establecer límites que sean educativos

1. Límites bien claros. Al ponerle límites a los niños, debemos asegurarnos de que hemos sido lo suficientemente claros como para que el pequeño entienda las nuevas normas. No dejes ningún detalle al azar: céntrate en lo que quieres que haga o deje de hacer. Ten en cuenta que si el pequeño no comprende los límites, es probable que no los cumpla. Si no quieres que se acerque al horno en la cocina, por ejemplo, díselo directamente.
2. Decisiones explicadas. Si queremos que los límites funcionen, es importante explicarle al niño el motivo de los mismos y las consecuencias que acarreará no cumplirlos. Explícale, por ejemplo, por qué no debe tocar el tomacorriente y qué sucederá si lo hace. Ten en cuenta que es esencial que el niño comprenda la importancia de las reglas porque así no las percibirá como una imposición y estará más dispuesto a seguirlas. De hecho, no existe mejor incentivo para violar una norma que no comprenderla.
3. Actitud coherente en todo momento. Los niños son muy buenos observadores e imitan los comportamientos de los adultos. Por tanto, si el pequeño percibe la menor incoherencia en los límites, si se da cuenta de que unas veces los hacemos cumplir y otras no, es probable que se aproveche de la situación. Cuando establezcas normas, aplícalas de forma consistente y haz que se cumplan en todo momento, de lo contrario correrás el riesgo de perder autoridad y confundirás al niño.
4. Firmeza con las consecuencias. Es importante que el niño sea consciente de que violar los límites tiene consecuencias. Pero también es fundamental que, como padres, seamos consecuentes con las consecuencias que habíamos anticipado. Si le has dicho que no podría ver la tele si antes no hacía los deberes, no pases por alto esas consecuencias y aplica el castigo. De esta forma el niño comprenderá que una conducta tiene consecuencias, y la próxima vez se lo pensará dos veces antes de desobedecer una regla.
5. Buscar alternativas. A la hora de establecer límites, es importante no convertirnos en un tirano. Por eso, debemos darle cierto grado de control a los niños, para que puedan decidir por sí mismos. De esta forma también disminuimos el grado de resistencia y potenciamos su autocontrol. Por ejemplo, puedes preguntarle: ¿prefieres bañarte ahora o dentro de diez minutos? Se trata simplemente de dejarle cierto margen de decisión dentro de la norma.

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