Educar a un niño no es una tarea sencilla y en algunas ocasiones puede llegar a ser un tanto abrumadora para los padres, ya que se trata de unos de los retos más importantes que deben de enfrentar los padres para asegurarse de que su hija o hijo crezcan como una persona educada. Enseñar normas y límites es el primer paso para asegurarse de que los hijos tengan una buena educación y sean buenas personas.

Es decir, es muy importante enseñarles desde una edad temprana lo que está bien y lo que está mal, de forma que puedan crecer teniendo claros sus valores morales.

Sabemos que durante los primeros años de su vida los pequeños experimentan distintas etapas de desarrollo que determinaran su madurez física y mental. A partir de los 4 años los niños tienen edad suficiente para comenzar a comprender las reglas e interiorizar en lo que está bien o mal, de forma que es muy importante establecer normas para los niños.

Es por eso que muchos expertos están de acuerdo en que a partir de los 4 años se deben de establecer límites para los niños y poner reglas que les dejen claro que no pueden simplemente hacer todo lo que ellos quieran o salirse siempre con la suya, comenzando a comprender qué son las reglas y por qué es importante seguirlas.

Conforme los niños van creciendo y experimentan con los limites (y las consecuencias de no seguirlos como un castigo), los niños van forjando su personalidad viendo las normas como un patrón por el que tienen que avanzar para poder desarrollarse y crecer adecuadamente, en un ambiente sano y de libertad, pero siempre teniendo las normas y límites en cuenta.

¿Por qué es tan importante enseñar normas y límites a los niños?

Queda claro que establecer límites a los niños tiene una gran importancia en su vida, ¿pero por qué? Cuando los niños no tienen límites suelen vivir en confusión y con inseguridades. Necesitan de una autoridad y un ambiente familiar en el que puedan aprender sobre seguir las reglas y sobre las consecuencias de no seguirlas.

De esta forma podrán enfrentarse mejor a las reglas en otras áreas de su vida lejos de las reglas familiares, como puede ser en la escuela y más adelante en el trabajo. Cuando no tienen límites claros, suelen presentarse muchas consecuencias negativas durante su desarrollo, careciendo de un desarrollo emocional saludable.

Es por eso que es importante enseñar normas y límites, pero también es importante saber cómo poner normas de forma que los niños puedan seguirlas adecuadamente y su desarrollo progrese de forma positiva.

Cómo poner normas y límites para los niños

Son demasiados los padres que tienen conflictos al momento de establecer límites y normas para sus hijos, por lo que, a continuación, te daremos algunos consejos que te pueden ayudar a establecer las normas que tu hijo debe seguir para poder eliminar una mala conducta:

Las normas sobre qué deben de hacer y qué no hacer deben ser concretas y claras

Las frases como “pórtate bien”, “habla bien”, “no digas groserías”, etc., son muy comunes y no son muy efectivas. Es necesario ser más específicos y concretos con lo que no pueden hacer, sobre cuáles son las conductas que deben de evitar, como “no grites cuando hables”, “no subas los pies a la cama”, “guarda todo después de jugar”, “no insultes a los demás”, dando reglas específicas, no queriendo englobar todas estas en una sola frase o palabra.

Siempre usar frases positivas para que respondan mejor ante las reglas

Establecer las reglas con un tono de regaño o incluso amenazarlo sobre lo que pasará si no cumple no es lo más efectivo, los más pequeños responden mejor si las normas se presentan de una forma más positiva. Por ejemplo, no es lo mismo ordenarle gritando “¡recoge los platos de la mesa ahora mismo!” a decirle con voz amable “hijo, ¿me puedes ayudar a recoger los platos antes de irte a jugar?”, ¿con cuál crees que hará más caso?

Siempre firme, pero con tranquilidad

Es de suma importancia mantenerse firme al momento de enseñar normas y límites a los niños, ya que, si los castigos o consecuencias no se cumplen, entenderán que se pueden salir con la suya cuando no sigan las reglas, especialmente en los casos en que haya cierta resistencia a la obediencia.

Deben ser ordenes que se den de forma clara y tranquila, con tono de seguridad y con una actitud seria, pero nunca llegando a gritar o negociando el cumplimiento de las reglas.