El juego simbólico es todo aquel juego espontáneo, que surge de modo natural, en el que los niños utilizan su capacidad de representación mental para recrear todo un escenario de juego. A través del juego el niño/a desarrolla destrezas y se va formando una imagen del mundo.
El tipo de juego es particularmente importante pues se refiere a la capacidad del niño/a para imitar situaciones de la vida real y ponerse en la piel de otras personas. Se trata de una actividad en la que el niño/a pasa continuamente de lo real a lo imaginario.
A través de este juego el niño representa, de forma simbólica, los roles y las situaciones del mundo que le rodea. Mediante este tipo de simbolización podemos observar como convierten una escoba en un caballo o un palo en una varita mágica. También implica “hacer como si” comiera, usando un palillo en vez de una cuchara o “hacer como si” fuera la madre o el doctor de su muñeca.
El juego simbólico les ayuda a ampliar su lenguaje, desarrollar la empatía y, sobre todo, consolidar sus representaciones mentales. Es una vía para que el niño/a canalice sus preocupaciones o miedos e incluso les permite encontrar soluciones a sus conflictos ya que recrea diferentes situaciones a través del juego. Por ejemplo, si él no puede comer según que alimentos, tampoco podrá hacerlo su muñeco o hacer como si sacara a pasear a un perro, o acariciarlo, si al niño/a le dan miedo estas situaciones.
Los primeros juegos imaginarios son las imitaciones de las acciones diarias como comer, o dormir al peluche. Más tarde, imitan a los padres o a los maestros, dando clases a muñecos o hacer comiditas.
Sobre el año y medio, dos años los niños y niñas juegan de forma individual y poco a poco lo hacen al lado de otro niño/a pero sin interactuar. Tampoco es un juego organizado ni socializado. Suelen siempre adoptar los mismos papeles pero sus juegos no suelen tener ni coherencia ni sucesión lógica. Actúan sólo por jugar, da igual el resultado.
A medida que el niño se va desarrollando el juego evolucionará favorecido por sus pensamientos y aumentará su nivel de socialización.
Cerca de los 3 años, empieza a darse el juego cooperativo, a través del cual aprenden a esperar su turno, compartir responsabilidades y resolver problemas de forma creativa.
Los objetivos que nos proponemos como escuela a través de esta actividad son los siguientes:
Los beneficios del juego simbólico se observan en todos los planos del desarrollo infantil ya que estimula el desarrollo de las funciones físicas, psíquicas, afectivas y sociales de los niños en tanto que:
- Fomenta la imaginación y la creatividad.
- Incentiva el aprendizaje de nuevas conductas.
- Promueve la adquisición de habilidades y competencias sociales como el trabajo en equipo, la cooperación, la negociación, la empatia.
- Permite la adquisición de nuevo vocabulario.
- Libera tensiones y ayuda a exteriorizar sentimientos y emociones. Jugando “a ser”, los niños/as pueden manifestar sus miedos, angustia, rabia o tristeza de un modo adecuado sin temor a que nadie les reprenda.
- Facilita el conocimiento de sus propias posibilidades físicas desarrollando su psicomotricidad y dominio de su cuerpo.
- Facilita el conocimiento del entorno que les rodea y el funcionamiento de las cosas.
- Fomenta la autoestima y el autocontrol, proporciona confianza en uno mismo.
- Estimula la curiosidad, motor de cualquier aprendizaje.
- Ayuda a estructurar el pensamiento.