LAS SALIDAS DEL CENTRO EDUCATIVO.

Los niñ@s y adolescentes T.D.A.H. y T.G.C. sufren la exclusión continuamente. De su grupo-clase, de los posibles amigos fuera del centro, las familias alteran su equilibrio y el centro educativo puede ser un sitio seguro que no repita la historia de exclusión.

Hay opciones para estos niñ@s y adolescentes.

Es mejor que vayan acompañados/as, aunque esto les haga sentir diferentes, a ser excluidos de la actividad fuera del centro educativo.
Muchas veces, nos sorprenden, ya que estas actividades los pueden tener más conectados y la salidas a un lugar más libre no tiene porque ser más difícil ni para ell@s ni para sus educadores.

Un familiar, un profesor/a más y preparar la actividad, anticipándoles lo que va a ocurrir, son herramientas de utilidad para tener éxito en estas salidas del centro educativo.

No utilizar las salidas al centro educativo como refuerzo positivo o negativo.
La mayoría de las veces, aunque lo deseen , no pueden controlar su conducta y está fuera de su control.

PROTECCIÓN ANTE IDEACIONES DE SUICIDIO

Ayuda a tu alumn@ diseñando un  PLAN DE SEGURIDAD para reducir el riesgo de cometer un intento suicida.

Estas son las instrucciones para tu alumnado cuando te comunica que tiene ideas de suicidio:
Para elaborar tu PLAN DE SEGURIDAD debes ser sincero contigo mismo con el fin de que se adapte lo mejor posible a tus necesidades. Puedes elaborarlo tú solo, o también puedes pedir ayuda a alguno de tus familiares, amigos, psicólogo, psiquiatra…
Aunque el plan de cada persona sea diferente, sí que existen algunos puntos comunes que siempre se deberían incluir:
A. Diseña tu tarjeta “corta – fuegos”

PASO 1 | Tus señales de alerta
Identifica qué señales te pueden indicar el regreso de pensamientos suicidas
(p.e. el aniversario de una pérdida, cambios en tu estado de ánimo, pérdida de
interés por las cosas, cambios en tu alimentación y sueño, consumo de tóxicos,pensar que las cosas no van a cambiar y todo va a ir a peor… ).

PASO 2 | Tus apoyos
Especifica cuáles son las personas con las que puedes contactar si comienza la ideación suicida (p.e. amigos, familiares, terapeutas… ).

PASO 3 | Sus teléfonos
A continuación anota los números de teléfono de contacto de tus apoyos, si no
los conoces pídeselos. Mantén a mano una lista de al menos 5 personas con
las que puedas hablar cuando tengas pensamientos suicidas. Si falla la primera,llama a la segunda y así sucesivamente. Acuerda con ellos llamarles en caso de que intentes autolesionarte.

PASO 4 | ¡Contacta!
Contacta con “tus apoyos”. Acude a ellos antes de que la angustia te bloquee
y no seas capaz de autocontrolarte. Escucha los consejos y acepta la ayuda que puedan darte. Para que su respuesta sea lo más efectiva posible es muy importante que seas muy sincero con ellos.

PASO 5 | Atención 24 h.
Elabora un listado con los números de teléfono de los servicios que atienden
estas situaciones las 24 horas del día. Utilízalos en caso de que los pasos anteriores fallen y exista un riesgo inminente.

024  TELEFONO DEL MINISTERIO DE SANIDAD

900202010 TELEFONO DE LA FUNDACIÓN ANAR

TARJETA En FORMATO PDF : TARJETA CORTAFUEGOS 

TARJETA EN FORMATO WORD: TARJETA CORTAFUEGOS

 

ALERTA CON EL SOBREDIAGNÓSTICO

El Filósofo y psicólogo Paul Watzlawick , importante referente en la Teoría Sistémica , ya nos advirtió de la cautela a la hora del diagnóstico.

Una profecía que se autocumple es una suposición que, por haberse hecho, convierte en realidad un suceso supuesto y de esta manera confirma su propia “exactitud”. Por ejemplo: alguien supone que lo desprecian, por lo que tomará una actitud como si tuviera certeza de ello. Al comportarse así, generará en el prójimo un sentimiento que le hará comportarse como si de verdad lo despreciara. De esta manera, su suposición se ha cumplido.

Apliquemos este punto de vista a nuestros alumnos/as.

Ten una mirada amplia e investiga sus contextos y su historia, mira al niño/a y no sólo al diagnóstico. Si miras al niño/as y sus sistemas podrás construir otras miradas y otras medidas.

NUESTRO ALUMNADO TIENE DIFICULTADES EN LA FUNCIÓN EJECUTIVA

EN EL AULA

Editar«EN EL AULA»

AYUDALÉ A ESTRUCTURAR , ORGANIZAR , ANTICIPAR, PLANIFICAR.

Estructurar: escribir en una parte de la pizarra o en un lugar cercano todas las tareas que se van a realizar en clase durante la jornada y sesión.. por ejemplo, decimos: 1º vamos a leer el libro, 2º vamos a realizar un dibujo y 3º buscar la palabra en el libro. Es importante anticipar , estructurar y dar la instrucción una a una . Si nos apoyamos con imágenes visuales que estén cercanas al alumno, en la mesa o en un lugar cercano a su silla mucho mejor. 

Presentar la tarea a realizar en el aula , de una en una, reduciendo visualmente. Las tareas deben ser asequibles para no crear frustración ante la falta de planificación y la ansiedad por no terminar lo que hace. Se presenta de forma que sólo observe lo que tiene que hacer y se presenta después lo siguiente, una vez que termine. 

Enseñar y motivar al alumno para que aplique las autoinstrucciones a las actividades. Por ejemplo, hacer una lista que potencie el lenguaje autodirigido. Un ejemplo de autoinstrucciones puede ser: 1) Leer el enunciado. 2) qué tengo que hacer. 3) Cuántas cosas tengo que hacer (truco: el número de verbos en el enunciado te dice el número de cosas que hay que hacer). 4) ¿Cómo lo hago? Me fijo en un ejercicio tipo. 5) Hago la actividad. 6) Repaso lo que he hecho. 7) Corrijo lo que he hecho. 8) Autorrefuerzo: me he esforzado mucho y he conseguido hacerlo bien; o que en su caso desarrolle estrategias de afrontamiento de error ¿me he equivocado?, la próxima vez iré más despacio y pensaré mejor en lo que estoy haciendo.

Su dificultad para planificar y estructurar conllevan que el alumno necesite más espacio para guardar sus libros y cuadernos y si se puede utilizar organizadores en una mesa auxiliar.

Utilizar relojes para estructuración temporal – Los tiempos de espera para son tiempos que pueden llevar a conductas disruptivas… utilizar relojes de arena o digitales para marcar los tiempos de espera , por ejemplo, hasta la próxima actividad o hasta el cambio de sesión.

Es un alumno que no persevera en la tarea por su dificultad ejecutiva . Dar más tiempo para tareas dentro del aula, y que no se las lleva a su casa para terminar porque la situación es de castigo y su función ejecutiva, además de sus intereses restringidos, no le permiten realizarla con suficiente tiempo. Reducir la cantidad de tareas que tiene que realizar.

LOS ORDENES DE LA AYUDA

Del libro de Bert Hellinger » Las órdenes de la ayuda» podemos extraer conclusiones los orientadores/as y los maestros/as en nuestro profesión de ayuda de unos a otros. 

«¿Qué significa ayudar? La ayuda es un arte. Como todo arte, requiere una destreza que puede aprender y ejercitar. También requiere empatía con la persona que viene en busca de ayuda. Es decir, requiere comprender aquello que le corresponde y, al mismo tiempo, la trasciende y orienta hacia un contexto más global. La ayuda como compensación Los humanos dependemos, en todos los sentidos, de la ayuda de otros. Únicamente así podemos desarrollarnos. Al mismo tiempo, también dependemos de ayudar a otros. Quien no es necesario quien no puede ayudar a otros, acaba solo y atrofiado. La ayuda, por tanto, no sólo sirve a los demás, también nos sirve a nosotras mismos. Por regla general, la ayuda es mutua, por ejemplo en la pareja, y se regula por la necesidad de compensación. Quien recibió de otro aquello que deseaba y necesitaba, también quiere dar algo, para así compensar la ayuda. Muchas veces, compensar mediante la devolución sólo es factible hasta un cierto límite, por ejemplo en relación a nuestros padres. Lo que ellos nos dieron es demasiado grande como para poder, compensarlo dando. Así, en relación a ellos, sólo nos queda reconocer el regalo y agradecerlo de todo corazón. En este caso, cuando pasamos lo recibido a otros -por ejemplo, a nuestros propios hijos logramos compensar a través del dar y también logramos la consiguiente descarga. El dar y el tomar, por tanto, se mueven en dos niveles: por una parte, entre iguales, donde se mantienen en un mismo nivel y re-quieren reciprocidad. Por otra parte, entre padres e hijos o entre aventajados y necesitados, donde se presenta un desequilibrio. Aquí, el dar y el tomar se asemejan a un río que transporta más allá aquello que recoge. Este dar y este tomar son más grandes: su mirada abarca también lo posterior.

Esta ayuda supone que antes hayamos recibido y tomado nosotros mismos, Sólo así sentimos la necesidad y la fuerza de ayudar también a otros, sobre todo cuando esta ayuda nos exige mucho. Al mismo tiempo supone que aquellos a quienes pretendemos ayudar necesitan y desean aquello que somos capaces de, y nos disponemos a, darles. De lo contrario, la ayuda resulta vana; separa en lugar de unir.

EI primer orden de la ayuda: El primer orden de la ayuda significa, por tanto, que uno sólo da lo que llene, y sólo espera y toma lo que realmente necesita. El primer desorden en la ayuda comienza cuando uno pretende dar lo que no tiene y otro quiere tomar lo que no necesita. 0 cuando uno espera y exige de otro lo que éste no le puede dar porque no lo tiene o también, cuando uno no debe dar, ya que asumiría en lugar de otro algo que sólo éste puede o debe llevar o hacer. Así, pues, el dar y el tomar tienen límites. Percibir esos límites, y respetarlos, forma parte del arte de la ayuda. Esta ayuda es humilde; muchas veces, ante determinadas expectativas o también ante el dolor, renuncia a ayudar. Esta humildad y esta renuncia contradicen muchos conceptos convencionales de la ayuda adecuada y frecuentemente exponen al ayudador a graves reproches y ataques.

EI segundo orden de la ayuda: Por una parte la ayuda está al servicio de la supervivencia, y por la otra sirve al desarrollo y al crecimiento. Supervivencia, desarrollo y especialmente dependen de circunstancias especiales, tanto externas como internas. Muchas circunstancias externas nos vienen dadas y no son confortables, por ejemplo una enfermedad hereditaria o también las consecuencias de determinados sucesos, o de una culpa propia o ajena. Si la ayuda pasa por alto, o no quiere admitir, las circunstancias externas, queda destinada al fracaso. Esto se aplica aún más a las circunstancias de carácter interno. A muchos ayudadores puede parecerles duro el destino de otro y desearían modificarlo. Pero muchas veces no porque el otro lo necesite o desee, sino porque a ellos mismos les resulta difícil soportar este destino. Cuando el otro, a pesar de todo, se deja ayudar por ellos no es tanto por su propia necesidad, sino por su deseo de ayudar a los ayudadores. Así, esta ayuda se convierte en un tomar, y el aceptar la ayuda, en un dar. El segundo orden de la ayuda significa, por tanto, que uno se somete a las circunstancias, y sólo interviene hasta donde ellas lo permitan. Esta ayuda se contiene y tiene fuerza. El desorden en la ayuda sería aquí negar o tapar las circunstancias en lugar de afrontarlas junto con la persona que busca ayuda. La pretensión de ayudar en contra de estas circunstancias debilita tanto al ayudador como a la persona que espera la ayuda. Lo mismo le ocurre a la persona a quien se le ofrece ayuda, e incluso a quien se ve obligado a aceptarla.

El tercer orden de la ayuda: muchos ayudadores, por ejemplo en psicoterapia o en servicios sociales, ante personas que buscan ayuda, creen que deberían ayudarles como algunos padres lo hacen con sus hijos. Por otra parte, muchas personas que buscan ayuda esperan que los ayudadores se dirijan a ellos como padres a sus hijos, para así recibir de ellos lo que de sus padres siguen esperando o exigiendo. ¿Qué ocurre cuando los ayudadores responden a estas expectativas? Se embarcan en una larga relación. ¿Y dónde lleva esta relación? Los ayudadores acaban en la misma situación que los padres en cuyo lugar se colocaron con su deseo de ayudar de esta forma. Paso a paso tienen que poner límites o frustrar a aquellos que buscan ayuda. Así, los clientes muchas veces desarrollan hacia los ayudadores los mismos sentimientos que antes albergaban hacia los padres. De esta manera, los ayudadores que se situaron en el lugar de los padres o incluso pretendían ser los mejores padres, en los ojos de los clientes acaban siendo iguales que sus padres. Muchos ayudadores permanecen atrapados en la transferencia y contratransferencia del hijo a los padres, dificultando a los clientes la despedida de sus padres y también de ellos mismos Al mismo tiempo, una relación según el ejemplo de la transferencia hijo-padres también obstaculiza el desarrollo y la maduración personal del ayudador. El desorden en la ayuda consiste aquí en permitir que un adulto demande al ayudador tal como un niño lo hace con sus padres, y permitirle al ayudador tratar al cliente como si fuera un niño, asumiendo en su lugar asuntos cuyas responsabilidades y consecuencias únicamente puede y debe asumir él.

El cuarto orden de la ayuda : muchos ayudadores tratan al cliente como si fuera un individuo aislado. También caen con facilidad en el peligro de la transferencia hijo-padres. Sin embargo, el individuo es parte de una familia. Sólo cuando el ayudador lo percibe como parte de su familia, también percibe a quién necesita el cliente y a quién, quizá, le debe algo. Si el ayudador ve a la persona junto con sus padres y antepasados, quizá también con su pareja y sus hijos, lo percibe tal como es en realidad. Así también percibe y comprende quién es, en esta familia, la persona que necesita primero su respeto y su ayuda; a quién se ha de dirigir el cliente para darse cuenta cuáles son los pasos decisivos, y darlos. Es decir, la empatía del ayudador ha de ser menos personal y, sobre todo, más sistémica.  Aquí, el desorden en la ayuda sería no mirar ni reconocer a otras personas. Decisivas que, por así decirlo, tienen en sus manos la clave para la solución. Entre ellos cuentan, sobre todo, aquéllos que fueron excluidos de la familia porque, por ejemplo, son considerados una vergüenza para ella. También aquí existe el peligro de que el cliente reciba esta empatía sistémica como dureza, sobre todo aquél que aborda a sus ayudadores con demandas infantiles. En cambio, quien busca ayuda de una forma adulta, recibe este procedimiento sistémico como liberación y como fuente de fuerza.

El quinto orden de la ayuda: se halla al servicio de la reconciliación, sobre todo, con los padres. A ella se opone la distinción entre miembros buenos y malos de la familia, tal y como la establecen muchos ayudadores bajo la influencia de su conciencia y de la opinión pública.  Sería, pues, el amor a toda persona tal como es, por mucho que se diferencie de mí. De esta manera, el ayudador abre su corazón para el otro. Se convierte en una parte suya. Y lo que se ha reconciliado en su corazón, también puede reconciliarse en el sistema del cliente. El desorden en la ayuda sería aquí juzgar al otro; en la mayoría de los casos esto equivale a una sentencia, y la consecuente indignación desde la moral. Quien realmente ayuda, no juzga. »

 

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