INTERVENCIÓN EN SITUACIONES CRÍTICAS

COMO ACTUAR ANTE UNA CRISIS. Extracto de Javier Estévez. Unidad Focus.

( El oso, la capa y la espada)

1º Mantener la distancia. Cuando en la selva, el gorila lomo plateado se pone a bailar, yendo de un lado para el otro, agitando las ramas, el resto de la manada permanece quietecita, se mantienen a una distancia prudente y esperan a que termine de dar su comunicado.

Bien, nosotros debemos hacer exactamente lo mismo. Mantener la distancia y aceptar su comunicado. Podemos quedarnos, por ejemplo, en la puerta de la habitación y, en ningún caso, invadir su espacio personal hasta que él nos lo permita.

2º Validar emociones. Debemos comunicarle a la persona que estamos recibiendo su mensaje. Debemos hacerle ver que comprendemos que está enfadado y que entendemos que tiene buenas razones para estar enfadado, aunque realmente desconozcamos cuáles son esas razones o nos parezcan absurdas las razones que argumenta. Recordemos que, la mayoría de las veces, no saben por qué están enfadados. A veces, un disparador traumático, algo que le despertó algún trauma del pasado. Yo los llamo «minas», que cuando las pisas, él explota. Hace 10 minutos se pisó una mina, y ahora está gritando supuestamente porque no encuentra sus zapatillas, y dice que nosotros se las hemos escondido. Pero la realidad no es que esté enfadado por las zapatillas, sino que sentía un terrible enfado por esa otra mina no tan fácil de procesar y de la que no es consciente. Como él no encontraba una explicación válida para su enfado pero encontró algo que lo explicase (las zapatillas) se encendió con ello, como si ese fuese el problema.

Si nosotros conocemos cuál es ese origen, será genial que podamos decirle: «Entiendo que estas muy enfadado por el comentario desafortunado de tu padre y no por las zapatillas. Lo entiendo y lo siento». Claro que esto es algo que, la mayoría de las veces, suele estar, al menos al principio, fuera de nuestro alcance. Uno de los objetivos que se trabaja en las terapias parentales es que los padres puedan identificar esos disparadores, para así poder evitarlos o, cuando sean inevitables, anticiparse a ellos y gestionar la emoción antes de que explote la persona.

3º Evitar a toda costa la confrontación. No discutirle nada en ese momento. Durante ese momento de alta intensidad emocional, no va a ser capaz de razonar ni de ser lógico. Es emoción pura, por lo que no tiene ningún sentido que le discutamos o confrontemos realidades y, por supuesto, la confrontación física va a dar terribles resultados; incluso, cuando el niño sea pequeño y todavía no pueda enfrentarse a nosotros.

4º JAMÁS poner en juego el amor. Cualquier demostración de rechazo es muy contraproducente. «Ya no aguanto más», «me tienes harto», «ya no sé qué hacer contigo», «si me quieres, haz lo que te digo», «no seas así», «mira lo mal que estoy por tu culpa», «nos estás destrozando la vida», etc., todas esas frases esconden una misma realidad. El amor y la aceptación se ponen en tela de juicio y este es, precisamente, el mayor de todos los detonantes.

5º No dar a nada más importancia que a sus emociones. Recordar que todo el baile es un comunicado. «Me invade el odio, porque estoy sufriendo muchísimo al no saber si me quieres y me aceptas tal y como soy». Por eso, jamás debemos poner ningún foco en nada que no sea su estado emocional: «Veo que estás enfadado», «entiendo tu frustración», «lo siento mucho cariño, de verdad, que lo siento».

Evitar confirmar su miedo con frases como «Mira cómo te pones», «estás loco», «vas a pagar de tu bolsillo todo lo que rompas». Todas estas frases lo que comunican es que no hemos captado su mensaje y, entonces, aumentará su virulencia y agresividad.

Por último, insistiré más en que para poder realizar todas estas pautas, lo primero es estar regulados emocionalmente. Estar calmados. No mostrar miedo, ansiedad, rechazo o ira, sino estar en paz. 

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