Menú Cerrar

Neckarbischofsheim (Germany) – Día 4: Visitando Heidelberg

Día 4. Heidelberg, on the Neckar river.

Hoy sábado he podido disfrutar de un tour (auto-tour) por la bonita ciudad de Heidelberg. Para ello, he tenido que tomar un tren que me lleve hasta allí. A unos 30 km más o menos.

Os comparto primero un poco de historia aprendida hoy:

Heidelberg es una ciudad de unos 150.000 habitantes, situada en un valle, atravesado por el río Neckar, y es famosa por su espectacular y precioso centro histórico, con el palacio de Heidelberg y por tener la universidad más antigua de Alemania (data de 1386) y una de las más prestigiosas de Europa. Curioso cuanto menos que dicha Universidad cuente, desde 1979, con una Escuela Superior de Estudios Judíos. Junto a ello, la biblioteca de la ciudad es también la más antigua de Alemania y que todavía se mantiene intacta desde 1421.

Durante el régimen nazi, Heidelberg fue una de las plazas fuertes del Partido Nazi, que sería el partido más votado en 1933, y entre el 34 y el 35 el régimen construyó un enorme anfiteatro llamado Thingstätte, al norte de la parte antigua, para celebrar acontecimientos de las SS (una organización paramilitar al servicio de Hitler). Hoy aun se utiliza para conciertos y eventos. Por supuesto, no tengo foto porque mirando en Google Maps tenía que ascender unos cuantos metros más (como 45 minutos); ya llevaba otros 45 y me habían avisado de que era una subida bonita pero extenuante… Así que os pongo la primera foto que he encontrado en Google. Sin duda, parece visita obligada. ¿Puede ser por esto que Heidelberg sea la tercera ciudad más saludable de Alemania? Desde luego el transporte público está bien organizado y predominan los desplazamientos en bicicleta a pesar del frío. Yo he podido tomar en algunos momentos un patinete eléctrico… En los momentos más llanos y para no perder mucho más tiempo andando!

Sehenswürdigkeit Heidelberg – Thingstätte, Freilichtbühne nach Vorbild griechischer Theater       

Mi ruta de hoy:

Al bajarme del tren, a unos 20 minutos del centro de la ciudad, lo primero que me encuentro es un arco/puerta que se llama “Karlstor”… ¿Sabéis lo que significa? Buscad buscad… Delimita el extremo oriental del casco antiguo de la ciudad. Os muestro la foto de la misma una vez he pasado bajo ella.

Sólo eso me hacía pensar que la visita a la ciudad iba a merecer la pena. Y así fue. En mi camino hacia el centro de la ciudad pude disfrutar de un tranquilo paseo a orillas del río Neckar. Y digo tranquilo porque de ir más rápido me resbalaría por las heladas de la calzada…

 

Mi decisión ha sido ir primero en dirección al anfiteatro que os comentaba antes, lo que me obliga a cruzar el río por el Karl-Theodor Brücke, conocido como el puente viejo (Alter Brüke en alemán), construido allá por 1788. Espectaculares las vistas desde éste.

   

Bonito paseo (y duro ascenso) por el Camino de los Filósofos, que discurre por la ladera de una de las montañas y que, pronto, me ofreció una espectacular panorámica de la ciudad, del río y del castillo. Parece ser que el camino recibe este nombre porque varios de los filósofos que residían en la ciudad frecuentaban este camino en busca de pensamientos e inspiración. Siguiendo mi camino, pude disfrutar de la vegetación, de los miradores y de las vistas. Incluso me encontré con un grupo de corredores que hacían el camino en sentido contrario.

   

Por supuesto, en el camino se encuentra la Facultad de Filosofía y el Instituto de Física Teórica. Sin duda, en un entorno más que tranquilo para que los filósofos puedan inspirarse…

En mi descenso de nuevo hacia el otro puente, el Theodor-Heuss, necesité un descanso para un café calentito, porque ya os avanzo que hacía frío, y mucho.

Tras coger fuerzas, pensé que antes de parar a comer sería un buen momento para ir a visitar el castillo. Es decir, volver casi al inicio de mi ruta, pero en esta ocasión lo hice casi en su totalidad en patinete y junto al río. Y digo casi porque subir al castillo tiene que ser andando, o en un funicular que cuesta 14€. Pero decidí continuar con mi vida activa y subí andando por el sendero que parte desde el mismo centro de la ciudad; ese caminito que se aprecia a la izquierda de esta foto. El edificio en sí es la entrada principal al funicular.

El castillo es sin duda el monumento icono de Heidelberg, que se encuentra en una colina de la ciudad y es, en realidad, un palacio de origen medieval y estilo renacentista de finales del siglo XII. Presenta el aspecto que veis en las fotos porque fue derruida durante la conocida como Guerra de los Nueve Años, cuando los franceses lo atacaron y destruyeron casi por completo. Parece ser que a finales del siglo XVI se empezó a reconstruir, pero un incendio lo volvió a destruir. Desde entonces el castillo ha permanecido casi en su totalidad en ruinas.

     

Decidí no entrar a su interior. No por el precio, sino por la cantidad de turistas; que hoy era agobiante. Pero sin llegar a entrar, vale la pena llegar hasta el castillo para pasear por los jardines que lo rodea, que hoy estaban cubiertos de blanco por la nieve (echa un vistazo al vídeo IMG_3792). Jardín que recibe el nombre de Hortus Palatinus. Cuenta con su famosa terraza “Scheffelterrasse”, un mirador enorme desde donde se tienen vistas panorámicas (y espectaculares) del castillo y de la ciudad. En este mismo escenario puedes encontrar una escultura en memoria de un famoso poeta y novelista alemán, Joseph Victor Vons Cheffel,

    

Tras ello, me decido a bajar en el funicular; habrá que probarlo… no sé si volveré algún día a esta preciosa ciudad. Sin duda, el funicular es una atracción con vistas espectaculares pero, a su vez, muy cortas.

A partir de aquí, el resto de la tarde fue para comer tranquilamente y dar un paseo relajado por la ciudad, principalmente por la calle HaupstraBe. Se trata de la calle principal de Heidelberg y es el eje central del tráfico en el casco antiguo de la ciudad, que atraviesa en su totalidad. Hoy día es una zona peatonal y una popular calle comercial, encontrándome en el camino numerosos edificios importantes, como el ayuntamiento, el Palacio del Príncipe Carlos I, Karlsplatz, la Iglesia Jesuita, la Academia de Ciencias y Humanidades, la biblioteca o la Universidad Nueva, mezclándose, eso sí, entre numerosas tiendas comerciales.

               

Sin duda, es una ciudad a la que intentaré volver, pues tras enviar algunas fotos a mi mujer en mi camino de vuelta a Neckarbischof… me respondió: “Qué bonito es, no?”

 

Publicado en Curso 2022-2023, Movilidades, Profesorado

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *