Martes 7 de mayo de 2024
Luisa María García Velasco
Segundo día en el ITT Marco Polo, Florencia. He madrugado para desayunar rápido y salir disparada hacia el centro huésped. ¡No quería llegar tarde! Y teniendo en cuenta que debía utilizar transporte público y transbordo tranvía + bus, y que continúa la huelga de transporte, he preferido salir con tiempo de sobra.
Al final he llegado incluso con algo de tiempo extra antes de la primera clase, así que he aprovechado la ocasión para tomar algunas fotos de la entrada. Los bancos de piedra son libros abiertos (fijáos) y tienen escritas citas literarias. Hay una de Antonio Machado. 😊
Hoy he podido también tomar algunas fotos del hall, del piano que mencionaba ayer, de las pinturas y la decoración de las paredes…
Como os decía, esa atención a los detalles hace que este centro sea un lugar agradable al que venir. Me comentan varios profes que es la línea que fomenta el director. Cree en la importancia de hacer del edificio un espacio acogedor porque se aprende más y mejor si el entorno es el adecuado.
Hay, además de las imágenes, los colores y los detalles, frases motivadoras en todos sitios. En las columnas del hall, por ejemplo, se puede ver, escrito en varios idiomas: “No son las personas las que hacen los viajes. Son los viajes los que hacen a las personas”.
El centro tiene multitud de detalles en todas las lenguas que se estudian aquí: inglés, francés, español, italiano, alemán y chino. Recordad que aquí puede estudiarse la opción de bachilllerato lingüístico, y por tanto todo el Plan de Estudios está orientado a las lenguas. Comparad, por ejemplo, con un bachillerato artístico en España. En muchas cosas es una estructura similar.
Precisamente la primera sesión de hoy ha sido una clase de inglés con alumnado de primer curso (3ESO). Su profesora, Mara, me ha explicado que con este grupo concreto se está llevando, por primera vez este curso, un proyecto educativo innovador.
El alumnado se sentaba en grupos de cuatro en lugar de filas, como el resto. Se van sentando con compañeros diferentes cada mes, para favorecer que todos interactúen con el resto. Se fomenta el trabajo colaborativo. Además, no se dan calificaciones numéricas a alumnado o familias durante el curso. Solamente se informa una vez tras el primer cuatrimestre, y no con una calificación, sino con comentarios sobre qué aspectos se desarrollan positivamente y qué dificultades hay, y cómo deberían abordarse para solucionarlas. La intención es que los estudiantes vayan trabajando sobre sus propios errores hasta llegar un resultado óptimo a final de curso. Es entonces cuando se evalúa numéricamente y se da una calificación final.
He preguntado las dudas que se me ocurrían al respecto. ¿Qué tal funciona el proyecto? ¿Cómo han reaccionado estudiantes y familias ante este modo distinto de trabajar? La profesora ha animado a que sean los propios estudiantes quienes contestaran a mis dudas (en muy buen inglés, he de decir). Me cuentan que al principio fue difícil adaptarse, pero que ahora les gusta este método. Supone menos presión para ellos el no tener nota hasta el final. He preguntado si no resulta difícil comprometerse a trabajar a diario sin notas frecuentes que premien o castiguen el esfuerzo o la falta del mismo. Me responden que eso también fomenta la responsabilidad.
La sesión prevista de geografía no ha sido posible, porque al grupo estaba fuera en otra actividad… así que Ilaria y yo hemos aprovechado la ocasión para hablar de algunos cambios en el horario de los próximos días. También de aspectos relacionados con los sistemas educativos de ambos países. Como en todo, cada opción tiene sus ventajas y sus inconvenientes. No hay una solución perfecta, por lo que tratamos de encontrar cosas puntuales que compartir y mejorar intercambiando experiencias y puntos de vista.
La siguiente sesión me ha permitido asistir a una actividad que tampoco es habitual en España. Se trata de un proyecto que aúna lo académico con competencias profesionales, ligadas a habilidades en el entorno laboral. Es obligatorio dedicar un número concreto de horas a este tipo de actividades. No ha tenido lugar en un aula, sino en la biblioteca, con alumnado de 16-17 años.
La biblioteca es, una vez más, un espacio impresionante. Invita a trabajar, a leer, a escuchar. Me ha acompañado una de las profesoras, Chiara. El señor que ha impartido la actividad (una especie de taller) hablaba español, italiano e inglés sin dificultad. El tema a tratar ha sido la resolución de problemas. Aunque el taller se ha desarrollado en italiano, me ha sorprendido comprobar lo mucho que entendía. El ponente era un gran comunicador y ha conseguido mantener la atención del grupo activa en todo momento.
Por último, he asistido a una clase de inglés con un grupo del último curso (19 años). Tampoco ha sido en un aula al uso, sino en uno de los espacios del que os hablé ayer. Una sala que también fomenta la creatividad y el aprendizaje.
Me han recibido una de las profesoras de inglés, Stefania, y una profesora nativa que la acompaña en las clases: Jane. He preguntado si es habitual ese hecho de contar con profesorado nativo. Me han explicado que solo ocurre en centros con bachillerato lingüístico. El docente nativo no es exactamente un auxiliar de conversación, sino un profesor que trabaja en cooperación con el de lengua extranjera.
En la sesión de hoy, los estudiantes debían hablar en inglés, durante unos cinco minutos, sobre un tema o texto previamente preparado. En este caso, se había elegido literatura inglesa. Me ha sorprendido muy gratamente la competencia lingüística de los chicos y chicas, pero sobre todo su conocimiento de los autores que habían elegido: Wordsworth, Yeats, Joyce… Es cierto que la edad de estos estudiantes se corresponde con un primer curso de universidad en España, pero aún así demuestran un muy buen uso del inglés y un conocimiento inusual de literatura anglosajona.
Al preguntar a Stefania y Jane si se estudia literatura en las clases de inglés, me explican que (de nuevo) solo en el bachillerato lingüístico.
También me han hablado de las pruebas finales a las que los chicos deben enfrentarse al terminar bachiller. Son pruebas a nivel estatal (como selectividad en España), pero se realizan un año más tarde y se necesitan para titular. El resultado no tiene peso en la elección de la carrera universitaria.
Hay dos partes del examen que se realizan en modo escrito, en italiano. Y hay una última parte oral que se lleva a cabo en las dos lenguas extranjeras (en este caso, inglés y español). Se proporciona una imagen o un texto al estudiante, y este debe hablar durante 25-30 minutos en ambas lenguas extranjeras sobre lo que sugiere esa imagen o texto. En su intervención debe vincular el texto o imagen a sus conocimientos de historia, literatura, filosofía, economía… Me ha parecido una prueba difícil de superar. No consiste en memorizar conceptos y volcarlos en un examen. Por el contrario, el estudiante debe demostrar así no solo que posee conocimientos, sino también que tiene la capacidad de relacionarlos y aplicarlos a una situación determinada.
Mientras los chicos realizaban su exposición de hoy, Stefania y Jane tomaban notas. Al finalizar cada uno de ellos, ambas le facilitaban un feedback muy completo con lo que debía mejorar y cómo. Otra estudiante controlaba el tiempo para asegurarse que se cumplían 5 minutos como mínimo. El resto podía también hacer apreciaciones sobre la exposición de un compañero.
Ha sido una mañana muy intensa, llena de cosas en las que fijarse y de las que aprender. También me ha servido para valorar lo que nosotros poseemos como centro. Me explicaba Mara, por ejemplo, que aquí es muy difícil trabajar en equipo porque es muy complicado coincidir. La ventaja de un centro pequeño como nuestro ÍES es que tenemos muchas facilidades para trabajar juntos (y lo hacemos, de hecho) en un ambiente agradable y cercano. He invitado al profesorado que voy conociendo a visitarnos ya sea con movilidades de docentes o con intercambio de alumnado. Hemos hablado de las diferencias de contexto, de sistema educativo, de metodologías… y han coincidido conmigo en que, para aprender en una actividad Erasmus, lo mejor es visitar un centro muy distinto al propio. Las diferencias son lo que más nos aporta y enriquece. 😊
¡Al salir para tomar el bus y el tranvía de vuelta al centro de la ciudad, llovía muchísimo!
Afortunadamente, sobre las seis de la tarde el tiempo y la temperatura han mejorado y me han permitido volver a pasear por la ciudad. Il Duomo, los Uffizi, Ponte Vecchio, los palacios, las calles, las plazas, el río… He querido empaparme de arte y de belleza antes de volver al hotel para descansar. Mañana me espera otro día lleno de emociones que estoy deseando compartir con todos vosotros. ❤️
Abrazos,
Luisa
¡Fantástico Luisa! Impresionante el aspecto del centro, cuidan hasta el más mínimo detalle.
Qué bonitos los bancos y una forma muy atractiva y creativa de acercar la poesía.
Precioso el poema en francés.
¡Disfruta de tu estancia y gracias por compartir tus vivencias!