Los niños ponen color a Los Asperones

Los derechos de la infancia quedan recogidos en los murales en los que han participado alumnos y profesores del María de la O, voluntarios de la UMA y vecinos.

En un barrio sumido en la desesperanza y la depresión, asfixiados por unas condiciones de vida casi infrahumanas y con pocas posibilidades de salir de este ambiente tercermundista por la inacción de las autoridades, el colegio se convierte para los niños y sus familias en un refugio de esperanza, de alegría, de color entre el gris de las columnas de humo de fogatas o neumáticos que arden en los vertederos cercanos.

En su intento de apartar a los niños de estas condiciones tan depresivas, de hacerles lo más grato y acogedor posible el entorno en el que pasan muchas horas, de hacerles olvidar las estrecheces en las que viven, la comunidad educativa del María de la O ha realizado estas últimas semanas una intervención en el colegio, dando color a las paredes del centro y de la vecina guardería, llenándolas de mensajes en los que recuerdan, por si alguien lo desconoce, que los niños de Los Asperones también son niños y que, como el resto, tienen derechos reconocidos internacionalmente: a una buena alimentación, a vivir en un entorno seguro, a jugar, a una educación en igualdad de condiciones. Y el espacio que hay entre cole y guardería ha sido bautizado con el mejor de los nombres, ‘Plaza de los Derechos de la Infancia’. Es, señala el director del María de la O, «una nueva plaza en un barrio invisible».
Voluntariado social

Los alumnos, profesores, voluntarios de la Universidad de Málaga -estudiantes de diferentes grados de Ciencias de la Educación-, trabajadores de la guardería, vecinos y «hasta el cartero» han dado color a los dibujos del propio Patxi Velasco. Esta intervención forma parte del proyecto de centro, que para este curso se fijó estudiar cada mes uno de los derechos de los niños. Algo que, según Velasco, cobra mayor sentido en un lugar donde «se vulneran sus derechos». Él y su equipo de docentes ven a diario las condiciones en que se desarrolla la vida de los niños y adultos, la desesperanza que cunde, las condiciones de pobreza y miseria en que viven, la acomodación a las ayudas sociales que les incapacitan para tomar la iniciativa. Y sus esfuerzos van destinados a que ‘sus niños’ salgan de ese círculo vicioso de miseria y caridad a través de la educación. Los que terminan Secundaria tienen su nombre grabado en el ‘mural de las estrellas’, un aliciente para que el resto se esfuercen en el estudio.

El colegio ha tomado una vez más la iniciativa y ha denunciado la situación que se vive en el barrio, su aislamiento, el olvido por parte de las administraciones. Se han cumplido ya 31 años desde que se levantara la barriada, un poblado de transición para acabar con asentamientos chabolistas de la capital, pero que se ha perpetuado en el tiempo. Y las condiciones de vida cada vez se hacen más difíciles para adultos y pequeños, secuestrados en ese pozo de marginalidad, a escasos metros de la Málaga del futuro que representa el PTA o el más cercano campus universitario.

Es, como dice Patxi Velasco, «un trozo del tercer mundo en la Costa del Sol». Ahora, con una chispa de color.

 

FRANCISCO GUTIÉRREZ
Diario Sur

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