EL HEREJE – Miguel Delibes

El 17 de octubre de 2020 se cumplen 100 años del nacimiento del autor vallisoletano Miguel Delibes Setien, (Valladolid, 17 de octubre de 1920 – Valladolid, 12 de marzo de 2010). Un pequeño recordatorio pretende ser esta reseña para homenajear la última novela del autor, publicada en 1998: El hereje, por la que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa. Un canto de reconocimiento a su ciudad natal: Valladolid. Delibes, doctor en Derecho y catedrático de Historia del Comercio; periodista y, durante años, director del diario El Norte de Castilla, acomete con particularidad de genio el andamiaje de una novela histórica. Y para aquellos que nunca se han acercado a su literatura, es una oportunidad inmejorable de disfrute.

Con el objetivo de salvar el escollo de ambientar una novela en el siglo XVI, Delibes recurre al estilo indirecto que sumerge de inmediato al lector en los sucesos que desembocan en el atroz auto de fe que tuvo lugar el veintiuno de mayo de 1559.  Un acontecimiento histórico, bien documentado, en el que el tribunal de Valladolid juzgó a unas cincuenta y cinco personas por ser protestantes, entre otros: Carlos de Seso, Agustín Cazalla y casi toda su familia, el fray Domingo de Rojas, Ana Enríquez y acometió el proceso contra el arzobispo Bartolomé Carranza. Delibes les concede la oportunidad de una segunda vida, quizá mil más, al rescatarlos del olvido e incluirlos como  personajes importantes en esta novela.

A través de la vida de Cipriano Salcedo, al que el lector conoce en el preludio de la novela ya como adulto, el narrador cuenta su vida en orden cronológico, desde su nacimiento en 1517 hasta su muerte en 1559. Me detengo en desgranar la vida este personaje por la pericia que Delibes exhibe en su construcción. La vida de Cipriano Salcedo tiene un comienzo complicado y marcado por el desamor de un padre, Bernardo Salcedo, arrogante y egoísta. La raíz del odio de Bernardo hacia su único hijo, a quien llama “el pequeño parricida”, no es otra que la muerte de su esposa, Catalina Bustamante, que fallece a causa de un parto difícil. Desapego y rechazo sirven de excusa al escritor para introducir el tema del desamor, la soledad y el miedo. El miedo infantil es una constante en la obra de Miguel Delibes. Esta vez, de forma traumática en la vida de Cipriano.

El miedo al padre lo ata a una las dos figuras femeninas clave en la novela: la joven nodriza Minervina Capa. Una mujer que marcará su vida de adulto y una de las razones por las que Bernardo decide internar a su hijo en el Hospital de Niños Expósitos. El fuerte vínculo que lo une a su nodriza provoca los celos del padre, convencido de que Minervina es una mala influencia.

Ella es la primera persona que pone a Cipriano en contacto con la religión y que trata de enseñarle los principios del catolicismo. Cipriano confiesa que su nodriza es la única persona a la que ha querido en su vida, hasta el punto de mantener varios encuentros amorosos, hasta que una tía de Cipriano los encuentra desnudos en la cama y despide en el acto a Minervina. La nodriza se mantiene siempre junto a él en los momentos más importantes de su vida: desde poco después de su nacimiento, durante la adolescencia como mujer y lo acompaña en los últimos minutos de vida, como consuelo final. El tema de la mala conciencia es un recurrente a lo largo de la obra de Delibes. Una conciencia hipersensible que se agudiza durante la etapa escolar en un hospicio para huérfanos y que el autor aprovecha para consolidar la empatía del lector hacia el personaje. Subraya, además, la intolerancia del pueblo y de su gobierno y se puede entender como una defensa de la libertad de expresión.

Y para compensar tanto mal rollo, Delibes despliega ese humor tan suyo, por ejemplo, durante la escena del nacimiento. La madre de Cipriano fue una de las primeras mujeres en utilizar una silla de partos. El médico piensa que la silla apenas será necesaria, ya que el niño parece ser extremadamente pequeño.

“Este niño está pegado – dijo. Justo en ese instante ocurrió algo inimaginable: la cabeza de la criatura desapareció del acceso y, en su lugar, asomó su bracito con la mano abierta que se agitaba como si se despidiese o saludase. Y allí quedó después el brazo, desmayado y flojo como un pene, entre las piernas abiertas de la dama”

La fecha de su nacimiento y la poca estatura de Cipriano lo perseguirán hasta su muerte. El año en que Martín Lutero fija sus noventa y cinco tesis contra las indulgencias en Wittenberg coincide con el nacimiento del protagonista. Una casualidad marcada por la herejía. Insisto en la corta estatura del personaje que se muestra a lo largo de la novela con un humor descarnado. Así, encontramos las grandes diferencias físicas entre Cipriano y su mujer Teodomira en ridículas escenas de cama.

Y entonces aparece la segunda figura femenina de importancia: Teodomira Centeno o la crónica de un matrimonio fracasado. El amor entre Cipriano y Teodomira está basado en sentimientos confusos. En el pueblo la conocen como “la Reina del Páramo” por su habilidad en el esquilado de las ovejas. Su físico de campesina pelirroja, poco atractiva, y sus grandes curvas femeninas, la convierten en alguien muy particular para un comerciante de zamarros. El matrimonio es una decepción tanto para Teo como para Cipriano. Al principio les une su vida sexual, que se convierte en una obligación porque Teo no se queda embarazada. Ella se obsesiona con el sexo, se vuelve loca, literalmente, por no poder tener hijos. Teo muere triste y ensimismada, incapaz de hablar, en el Hospital de Santa María del Castillo.

El nuevo párroco, Pedro Cazalla, es el que introduce a Cipriano en el mundo del Luteranismo y el protestantismo durante las sesiones de caza. A pesar del miedo y del peligro, Cipriano siente una gran curiosidad hacia las ideas reformistas de Erasmo, Lutero y sus seguidores, incluso empieza a leer  libros prohibidos por la iglesia católica. En contra de lo que pudiera parecer, la Inquisición, aparece en segundo plano, muy en el fondo de la novela. Solo presente en el miedo y el cuidado que tienen los protestantes con respecto a sus actividades clandestinas. Adquiere un papel relevante cuando encarcelan a los miembros de la secta a la que pertenece Cipriano y comienzan las torturas, seguidas de las confesiones de los miembros y el terrible final en las hogueras durante el auto de fe.

La Inquisición detiene primero a Cristóbal de Padilla, lo que pone en peligro al resto del grupo. Le sigue la quema de documentos y libros. Cipriano, en cambio, se queda sorprendentemente tranquilo, convencido que Cristóbal de Padilla y los demás miembros de la secta no traicionarán a nadie. Aun así, Cipriano sale de Valladolid, por la insistencia de Ana Enríquez, es detenido cerca de la frontera y obligado a vestir el sambenito. Para la ciudad el auto de fe es un evento especial que no quieren perderse. Cipriano, aunque sea un hombre fracasado en muchos aspectos, muere como un héroe. Con su muerte, que Delibes describe en detalle, se condena una violencia y un odio injustificables. La muerte del protagonista refuerza esta crítica de la intolerancia y es una defensa simbólica de la libertad de expresión y de religión.

 

El hereje. Miguel Delibes.  Destino. Barcelona, 1998. 498 pp.

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