IMPERIOFOBIA Y LEYENDA NEGRA – María Elvira Roca Barea

“Antes de estos tiempos oscuros. Antes del Imperio.”

Obi-Wan Kenobi; Maestro Jedi, General de la Antigua República, e Imperiofobo.

Siguiendo los pasos de otros miles de lectores, las recomendaciones de varios conocidos (y no tan conocidos), las diatribas de miles de articulistas en diferentes medios de comunicación, recitando sus filias, sus fobias, sus anhelos, deseos, esperanzas y odios; me decidí a leer la mítica obra de la legendaria María Elvira Roca Barea, titulada Imperiofobia y Leyenda Negra. Vaya por delante que a la autora la conocí gracias al podcast de Histocast, en el que estuvo hablando sobre su libro, supongo que como estrategia de promoción, y ya allí desvelaba cuáles eran las tesis de su ensayo y qué le había motivado a escribirlo, algo que ella deja meridianamente claro, así que, a diferencia de quiénes llegaron vírgenes al texto sin conocerlo, yo ya tenía unas expectativas de lo que iba a encontrar. Aún así, el tema no me motivaba a leerlo, quizás porque lo veía muy trillado, quizás porque no me interesaba especialmente. Fue a raíz de la famosa polémica con Villacañas y Pérez-Reverte, y las críticas que se suscitaron desde el diario El País, lo que me motivó a leer el famoso libro, a ver si era la revelación sublime que me haría caer las telarañas de los ojos e iluminaría mi vida, o si, por el contrario, era esa especie de versión actualizada del nacionalcatolicismo que tanto se proclamaba.

Bien, una vez aclarados los motivos que me llevaron a leer ese ensayo, entremos en materia. Como la propia autora declara en su introducción, este ensayo tiene por motivo dar a conocer que la Leyenda Negra contra España no solo es fruto de una propaganda elaborada por los enemigos de la Monarquía Hispánica durante los siglos XVI y XVII, sino que es una muestra más de las propagandas contra los distintos que imperios que han existido a lo largo de la Historia, y que, en ese aspecto, no es algo nuevo, inventado per se en el siglo XVI solo para España; pero además, la autora pretende demostrar que esa Leyenda Negra hispanófoba aún pervive en nuestros tiempos, y que explica mucho de lo que nos acontece ahora. Como se ve, la autora no engaña al lector en su declaración de intenciones, lo hace desde el principio, para que los lectores tengamos claro de qué va el libro, y que le motiva a escribirlo, cosa que es de agradecer, la autora no nos engaña en ningún momento.

El ensayo en sí se divide en tres partes bien diferenciadas. En la primera, la autora pretende definir qué es un imperio y qué no lo es, y cómo los enemigos de esos imperios inventan (o perpetran) propagandas contra ellos, propagandas que se repiten una tras otra a lo largo de los siglos, variando el imperio contra el que se dirigen, pero no el contenido. La autora busca así ponernos en antecedentes sobre la Leyenda Negra española, y cómo los enemigos de España en el siglo XVI no inventaron nada nuevo. Tres son los imperios que la autora escoge para ponerlos como ejemplo, Roma, los Estados Unidos y Rusia, y como en esos casos hay un modelo de imperiofobia que se repite a lo largo del tiempo, como un patrón universal.

En esta parte, en la que la autora pretende que sea la base de su tesis, es donde empiezan, para mí, los problemas, porque la autora, aunque tira de referentes como Marvin Harris y otros autores, no acaba de definir de forma clara lo que es un imperio, o más bien, no sabe diferenciar imperio de potencia; porque, aunque no cabe duda de que Roma fue un imperio, más dudoso es que lo sean los EE. UU. o la Rusia actuales. O quizás deberíamos matizar, que la autora escoge la opción que le conviene para que su tesis encaje al dedillo. Por ejemplo, en el apartado ruso esto queda meridianamente claro, ya que su resumen histórico se corta en 1917 (efectivamente, una vez desaparecidos los zares ya no tiene sentido hablar de imperio ruso) para continuar a partir de los años 90 (cosa ilógica, teniendo en cuenta que, en la Rusia postsoviética, los zares jamás recuperaron trono alguno), excluyendo de la Historia de Rusia el período soviético, quizás porque la U.R.S.S no entra en su definición de imperio, porque de lo que no cabe duda, es que hubo propaganda contra el poder soviético. Y ese vacío ya es muy sospechoso. No cabe duda de que la autora podía haber optado por otras opciones que hubieran encajado mejor, como el imperio británico o el otomano, pero ella ha escogido los ejemplos que se adaptan mejor a su hipótesis, y en el caso ruso y norteamericano tengo muchas dudas de que sean imperios.

La segunda parte es, quizás, la más densa, y también la más interesante. Se centra en la Leyenda Negra propiamente dicha, la forjada contra España. La autora va desglosando, capítulo a capítulo su historia, desde sus orígenes en la Italia renacentista, su forja como combate religioso en la Alemania luterana, su explosión como propaganda masiva en los Países Bajos calvinistas, y su aprovechamiento (intenso) por la Inglaterra anglicana. En cada país la autora se centra en los autores y en las motivaciones que dieron lugar a que la Leyenda Negra tuviera tanto éxito a la hora de forjar las nuevas naciones europeas y su cosmovisión política de la época. En este capítulo, además, la autora se centra en los dos apartados que más ha explotado la Leyenda Negra, la Inquisición y la Conquista de América, donde la autora analiza lo que decía la propaganda, y lo compara con la realidad de su época.

Esta parte, cómo digo, es la más interesante, pero en ella la autora no nos dice nada nuevo, nada que otros autores no hayan dicho, ni descubre algo que no supiéramos; que la Leyenda Negra es producto de la propaganda protestante del siglo XVI es algo que todo el mundo (al menos en los círculos de historiadores) tiene asumido, su precedente italiano tampoco es que sea novedoso, sí poco conocido, aunque en este caso no viene motivado por motivos religiosos, sino “nacionales”, y tampoco es dirigido en exclusiva contra los españoles, los italianos de este período motejan como “bárbaros” a franceses y españoles, indistintamente, debido a que ambas potencias se disputan el escenario italiano durante esta época. En este aspecto, la autora no ofrece novedades, aunque algunos comentarios que hace no dejan de tener su polémica, como aquél en el que comenta que la Inquisición era una institución garantista porque sus sesiones de tortura duraban solo 15 minutos y estaban supervisadas por un médico, comentario al que respondió, irónicamente, Villacañas en una entrevista diciendo que también la Gestapo torturaba bajo supervisión médica.

La tercera, y última parte, se centra en la Leyenda Negra durante la Edad Contemporánea, con capítulos dedicados a la hispanofobia durante la Ilustración, durante el liberalismo y el nacionalismo decimonónicos, y, por último, durante los siglos XX y XXI, con referencias no solo a la literatura, sino también al cine y la televisión como modernos medios de comunicación, en donde la autora concluye su disertación demostrando, mediante ejemplos, la pervivencia de la hispanofobia, y cómo esta afecta a la España actual.

Y es en este apartado, dónde se notan los desesperados esfuerzos de la autora por sostener su tesis, porque cada ejemplo que da es una muestra más de que la Leyenda Negra está tan muerta como Babilonia; por ejemplo, confunde en anticlericalismo de ilustrados franceses como Voltaire con hispanofobia, asumiendo que criticar a la Iglesia Católica es criticar a España, otro ejemplo, pegará un repaso a varias novelas góticas y del Romanticismo, para entresacar de ellas a todos los villanos identificados con España y el catolicismo, poniéndolos como ejemplo de hispanofobia, y no como lo que es, los delirios propios del período romántico; también sostiene que todo nacionalismo europeo del XIX es hispanófobo por necesidad, cuando, la realidad, muestra todo lo contrario, el nacionalismo italiano es antiaustríaco, el alemán antifrancés, el polaco antirruso…hasta los irlandeses tendrán un nacionalismo antibritánico; la autora llegará, incluso, a aducir que la Ley Seca de los EEUU en los años 30 era una ley dirigida contra los católicos, debido al uso del vino en la liturgia, y por lo tanto hispanófoba también, ya que la mayoría de los católicos en los EEUU de los años 30, según la autora, eran hispanos; todo concluirá en la crisis del 2008, donde la autora culpará a la prima de riesgo de los mercados de deuda de ser hispanófoba también, ya que los centros financieros mundiales son claramente luteranos. Es decir, todo lo que nos rodea es una trampa hispanófoba de la que es imposible salir, los documentales de la BBC, las guías turísticas, Victoria Beckham quejándose de que España huele a ajo, etc.

Y así, todo se convierte, intelectualmente, en un triple salto mortal con doble tirabuzón y de espaldas, para intentar demostrar lo indemostrable, que hay una conspiración internacional contra España, que es evidente para quien tenga un mínimo de lucidez, y si algún español no la ve, es que pretende engañarse, y aún peor, es cómplice de los enemigos de España.

En definitiva, estamos ante un libro de divulgación histórica que pretende establecer una tesis más subjetiva de la propia autora, que una realidad objetiva que sea palpable.

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María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y Leyenda Negra. Madrid, Siruela, 2016, 460 pp.

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