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15. Arte del siglo XX y XXI (1951-…), Página 3

Una megacolección del arte actual

Macba y Fundación La Caixa unen sus fondos, compartirán comité asesor y colaborarán en exposiciones – Cada parte mantiene la titularidad de las obras

De las trece obras que ha comprado este último año la Fundación La Caixa destaca Nostalgia (2009), una vídeoinstalación del artista «revelación» Omer Fast que explica en tres pantallas la historia alternativa de unos británicos que en 1980 deben buscan asilo en África. De entre las 42 que ha adquirido la Fundación Macba sobresale Inserciones en circuitos ideológicos. Proyecto Coca-Cola (1970), la mítica obra de Cildo Meireles en la que manipuló las botellas del refresco para introducir mensajes serigrafiados como Yankees go home. Ambas obras reflejan la línea de trabajo de estas dos colecciones -la de La Caixa tradicionalmente más formalista y visual; la del Macba más experimental y centrada en la mirada crítica- que ahora se unen para configurar una megacolección que, vista así, en su globalidad, resulta uno de los fondos de arte contemporáneo más potente de Europa.

La unión, que no fusión, de las colecciones de la Fundación La Caixa y del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) se dio a conocer el pasado mes de julio pero hasta ayer no empezó a concretarse cómo será esta colaboración a la que, además de las obras de la privada Fundación Macba, se han sumado ahora también las obras propiedad del consorcio institucional que rige el museo. Cada parte mantiene la titularidad de sus fondos, pero a partir de ahora unifican su comité asesor para adquisiciones. «El reto será conseguir que cada colección mantenga su identidad porque aunque a veces hay coincidencia de artistas, son complementarias ya que cada una tiene líneas diversas», señaló ayer Bartomeu Marí, director del Macba. «Con este acuerdo el museo da un salto cualitativo. Desde ahora podremos generar nuevos proyectos a partir de los propios fondos». No es algo baladí si se tiene en cuenta que en estos tiempos de crisis muchos de los grandes museos del mundo están tirando de sus colecciones para realizar exposiciones asequibles. De hecho, es lo que ha estado haciendo en los últimos tiempos la Fundación La Caixa, que lleva una política de exhibición de su colección a partir de encargarle a artistas o a comisarios independientes que aporten su mirada subjetiva sobre estas obras.

De Joseph Beuys a Antoni Muntadas
La Caixa. Inició su colección a principios de los ochenta de la mano de María Corral. Tiene piezas desde la posguerra hasta hoy. Conserva grandes obras de Beuys, Mario Merz, Jannis Kounellis, Palazuelo, Bruce Nauman, Cristina Iglesias, Juan Muñoz o Doris Salcedo. Son unas 900 obras.

Macba. Su colección creada hace 15 años proviene de compras directas y de las donaciones o depósitos de instituciones catalanes y particulares. Ádemás, la entidad privada Fundación Macba se encarga de la adquisición de obras para el museo. Ha comprado unas 1.500 hasta ahora de autores como Guy Debord, Tàpies, James Coleman, Muntadas o Richard Hamilton.

La unión. Las colecciones más el fondo del consorcio del Macba suman 4.500 obras, valoradas en 160 millones de euros.

Los mismos asesores. Las adquisiciones de ambas colecciones pasarán ahora por el mismo comité integrado por: Chris Dercon, Suzanne Ghez, Ivo Mesquita, Joanna Mytkowska, Paul Schimmel y Vicente Todolí.

Será una política que va a mantenerse, según señaló ayer Nimfa Bisbe, responsable de la colección de la Fundación La Caixa, que ya cedía tradicionalmente al museo parte de sus fondos de los años cincuenta. «Lo que cambia es que ahora podremos contar unos con las obras de los otros y, además, realizaremos proyectos conjuntos», dice Bisbe.

Serán, de momento, cuatro exposiciones y dos simposios internacionales. La primera muestra abrirá a finales de octubre de 2011 en el Macba. Ocupará todo el museo y tendrá como hilo conductor el volumen, entendido como espacio y como sonido. «Planteará la situación de la materialidad de la escultura en este último cambio de siglo y lo confrontará con la inmaterialidad de diversas piezas de arte sonoro», señaló Bisbe.Dos meses más tarde, en Caixaforum Madrid, se presentará una exposición centrada en el espacio que en esta ocasión confrontará esculturas e instalaciones con fotografías y filmes. A finales de 2012 le tocará el turno a Caixaforum Palma. Allí el tema será la representación de la figura humana, con una mirada al retrato y a temas como la identidad o el cuerpo tan queridos por los artistas actuales. Por último, en otoño de 2013 el proyecto volverá a Barcelona con una gran exposición que incluirá los dos centros (Macba y Caixaforum) y cuyo tema o temas aún están por concretar. «También estamos trabajando para mostrar selecciones de las colecciones en museos españoles y de países como Italia, México, Alemania y posiblemente China», señala Bisbe. «Queremos que este acuerdo nos ayude a tener mucha más visibilidad internacional».

El convenio surgió de la iniciativa de los presidentes de las dos fundaciones, Isidro Fainé por la de la Caixa y Leopoldo Rodés por parte del Macba. «Hace ya años que tenemos una relación estrecha, pero este convenio va más allá ya que aunque está firmado por cuatro años está pensado para que la relación sea a largo plazo», indicó Ainhoa Grandes, directora de la fundación Macba. Para la directora general adjunta de la Fundació La Caixa, Elisa Durán, se trata de una «unión trascendental» que permitirá ofrecer al público una mirada amplia sobre el arte actual.

Catalina Serra, Barcelona: Una megacolección del arte actual, EL PAÍS, 4 de diciembre de 2010

El Sur compra arte

La feria Miami Art Basel se llena de coleccionistas latinoamericanos en su primera jornada

Visitantes observan la instalación 'Maxium Senation' del marroquí Mounir Fatmi ayer durante un previo a la inaguración de la prestigiosa Art Basel Miami Beach Florida (EE. UU)- EFEEl arte contemporáneo no está en crisis. Miami Art Basel, la hija americana de la feria suiza, se llenó en su primer día de coleccionistas venidos de todo el mundo, especialmente de América Latina. En la jornada dedicada a ellos, las 250 galerías de la sección general, además de las jóvenes incluidas en Arte Nova (50 ) y Art Positions (14) dedicaron toda su atención a estos compradores migrantes que llegaban solos, con sus agentes o en grupos guiados. Al final del día los galeristas suspiraban con satisfacción. «Hemos vendido piezas importantes en las primeras horas, estamos contentos», decía ayer la galerista neoyorquina Jane Cohan, de James Cohan. Y como ella, otros marchantes consultados asentían con regusto a la pregunta sobre sus primeros resultados. Este año viene avalado por buenos resultados en las subastas internacionales y en otras ferias de primera categoría, como la suiza Art Basel, la británica Frieze y la francesa Fiac.

A diferencia de la avalancha de coleccionistas que se agolpó en junio a las puertas de la feria de Basilea en junio, ayer en Miami no parecía haber esa urgencia ni esa aglomeración de ricos internacionales. Lo sintomático es que por los pasillos se oía mucho hablar en español con diferentes acentos, y también en portugués. «Los coleccionistas latinoamericanos han venido en bloque», comentaba ayer Marc Spiegler, uno de los directores de la feria. «Llevan viniendo a Miami desde el principio, hace nueve años, pero en cada edición aumentan en número y compran con mayor confianza. Saben lo que quieren». Eduardo Brandao, de la galería Vermelho, de Sao Paulo, lo sabe: «todos los coleccionistas brasileños y latinoamericanos vienen a Miami. Y este es un buen momento en esa región. Ya no se compra solo para invertir, el arte contemporáneo se está convirtiendo en un foco de interés real para muchos de ellos. Se preparan, intentan conocer a los artistas, estar al día con los nuevos valores».

Cristóbal Riestra, de la galería mexicana OMR, lo dice de forma más amplia. «Todo el arte de regiones consideradas periféricas, es decir, más allá de Europa y Estados Unidos, está en un buen momento. Especialmente el latinoamericano». Así se puede observar en muchas galerías de trayectoria que, además de los nombres ya consagrados, incorporan artistas asiáticos, africanos y de América del Sur. La presencia del arte chino también es notoria tanto a través de galerías como de artistas.

La visita a esta enorme feria deja algunas impresiones generales que siempre es aconsejable tener en cuenta. El predominio de la pintura y la escultura es notorio. Y en la escultura parece una coincidencia el predominio de piezas que abordan el cuerpo humano de forma realista y a tamaño natural. La fotografía está también presente, pero no tanto en los grandes formatos que abundaban hace unos años, sino en dimensiones más domésticas, se podría decir. Más para residencias que para museos. Casi no hay presencia de videos, aunque no faltan piezas recientes de artistas como Marina Abramovic o Bill Viola. También hay intervenciones espectaculares como el diseño de la arquitecta Zaha Hadid para la galería suiza Gmurzynska (con un impactante Rothko y un Yves Klein a la entrada) o la instalación de la brasileña Beatriz Milhazes en el stand de la Fundación Beyeler, única institución presente, impulsora inicial de la feria.

Miami Art Basel, que se desarrolla hasta el domingo 5, es el epicentro de un programa que cuenta con exposiciones en los museos locales (como la de Isaac Julien en el Bass Museum, o de Jonathan Meese y Bruce Weber en el MOCA), visitas a importantes colecciones privadas que preparan cada año exposiciones especiales en los días de la feria, programas de encuentros con artistas, arte en espacios públicos y un cartel dedicado cada día a una ciudad diferente en un escenario al borde del mar.

Feitta Jarque, Miami: El Sur compra arte, EL PAÍS, 2 de diciembre de 2010

Cultura «regala» ley propia al Reina Sofía por su 20 cumpleaños

El último Consejo de Ministros contenía el anuncio de que la ansiada ley propia para el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) está entre las prioridades del Gobierno para esta legislatura. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde ha confirmado la intención de cumplir esa promesa, en la rueda de prensa con motivo de los 20 años del museo que acaba de celebrarse en Madrid.

Doña Sofía conversa con la ministra Elena Salgado, en presencia de Sinde, Aguirre y Gabilondo

Acordado con los partidos políticos gracias a la cobertura del acuerdo parlamentario que nació para este centro y que sirvió para la ampliación del Museo del Prado, incluida la ley propia que convirtió a nuestra primera pinacoteca en Ente Público, el nuevo texto para el MNCARS viene a agilizar la gestión y permitira una mayor autonomía al Reina Sofía, como ya ha ocurrido con el Prado, incluso para generar y administrar fondos propios.

La Reina, durante la visita

«El Museo da un paso adelante en su historia e inicia su senda de futuro», ha explicado esta mañana Ángeles Gónzalez-Sinde, poco antes de recibir a la reina Doña Sofía, para inaugurar una nueva lectura la colección permanente correspondiente a los años 40, 50 y 60, que ya adelantó ABC. «Será uno de los proyectos más importantes del Misterio de Cultura. Esta fórmula jurídica de ley propia es necesaria para un museo que ha ascendido a la velocidad de la luz», ha subrayado Gónzalez-Sinde en rueda de prensa.

La baronesa Thyssen, con Carmen Calvo y Esperanza Aguirre

La nueva ley estará aprobada en el mes de mayo, y permitirá la «modernización del Museo» y una «mayor implicación de la sociedad civil», ha explicado la ministra. «Somos un Museo que mira al siglo XXI» , ha subrayado el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, quien recordó que el Museo ha pasado por 20 años «difíciles» pero también «maravillosos». En este sentido ha recordado que, tras estos 20 años de historia, el Museo Reina Sofía tiene un «lugar más relevante» a nivel internacional y local, como muestran sus cifras de visitantes.


Natividad Preciado, Madrid: Cultura «regala» ley propia al Reina Sofía por su 20 cumpleaños, ABC, 23 de noviembre de 2010

El Reina Sofía vuelve a mudar la piel

Del desencanto al descreimiento. He ahí el viaje que plantea la última remodelación de la colección permanente del Museo Reina Sofía, que este fin de semana recibe los últimos retoques con el fin de quedar lista para su inauguración oficial por la Reina, como acto central de la semana de celebraciones del 20º aniversario del centro. El director, Manuel Borja-Villel, ha acometido la reordenación del periodo que va de 1945 a 1968. O lo que es lo mismo: del final de la II Guerra Mundial a la división de la guerra fría y el sueño truncado del mayo parisino. De la visita a la crueldad infinita del ser humano que retrata Lee Miller en sus fotografías de soldados estadounidenses en campos de concentración; a la dictadura del turismo. Del primer espectáculo de todos, el fascismo, a la generalización de este que denunció Guy Debord. Y, por fin, de una película de Alain Resnais (Noche y niebla, 1955) a otra (La guerra ha terminado, 1966).

– Después de Auschwitz. El resnais protagonizado por Yves Montand da título, aunque en modo interrogativo, a la renovada lectura de la cuarta planta del edificio Sabatini. ¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido arranca con una de las obras más simbólicas y brutales de Pablo Picasso, Monumento a los españoles muertos por Francia (1946-1947), que ejerce de enganche de lujo con el resto de la colección de un museo que a sus 20 años sigue siendo sobre todo el del Guernica. Este grito de Picasso (y otro que se puede contemplar en la siguiente sala, El canto de los muertos, de 1948) es la desgañitada respuesta artística a las famosas palabras de Adorno: «Después de Auschwitz no es posible escribir poesía».

Así comienza una senda en la que Manuel Borja-Villel ha evitado, dice, el historicismo para abrazar las tensiones del periodo: entre el artista y la obra, entre el objeto y lo popular, entre España y el resto del mundo, entre las ideas de igualdad y el individualismo.

– Inéditos, cesiones y depósitos. Más del 60% del millar de obras expuestas no se ha visto nunca en el museo. Provienen en gran parte de recientes adquisiciones (como el archivo del temprano artista conceptual argentino Alberto Greco, que aspira al título del gran rescatado por esta remodelación, o unos delicados dibujos arquitectónicos de Roberto Matta). Brillan especialmente las piezas procedentes de los legados de Brassaï y Morris Louis (un asombroso lienzo transido por tres campos de color negro) o dejadas en depósito, como es el caso de las colecciones de Lygia Clark, Franz Weissmann u Onnasch. Un espléndido regalo este último llegado de Alemania y bajo cuyo envoltorio venían una veintena de motherwells, rauschenbergs o christos, que, realmente, sirven de buena compañía al único rothko del Reina, que se expone ahora en asombrosa combinación cromática junto a una copia de La ventana indiscreta, de Hitchcock. «Con todo este material, parece que la crisis no nos haya afectado», comentaba el viernes Borja-Villel admirado ante un célebre tinguely.

– En películas y papeles. El material audiovisual y la profusión de documentos (cuartillas, libros estratégicamente abiertos, carteles y demás elementos del vértigo archivista) cobran especial protagonismo. Muchas salas giran conceptualmente en torno a un documental, una película o un recuerdo sonoro. Y las revistas se reparten por las vitrinas que sirven de mojones en el recorrido. Las fotos de Eugene Smith o Brassaï de la España negra (llena de guardias civiles, semanas santas y rostros surcados por el hambre y el sol) se muestran tanto enmarcadas como impresas en las publicaciones que las financiaron.

– Duele España. Además de la visión desde fuera de un país aplastado por una dictadura, la reordenación ofrece un viaje (del negro más azabache al color de Equipo Crónica) desde dentro y por los años de la autarquía y el desarrollismo. Cabe lo grotesco del arte fascista de Caballero Valverde junto a un pequeño óleo de Dalí en el que se representa un frontispicio que se derrumba. Pero también, la brillantez de la sala dedicada a la Bienal de Venecia de 1958, que premió a Antoni Tàpies. Con el negro como monarca absoluto, cuando el mundo se recreaba con el color, se muestran obras primeras de Antonio Saura, Feito, Canogar, Millares, Cuixart o, Martín Chirino. Y en la siguiente sala, el destello individualista de Jorge Oteiza deslumbra con seis obras que participaron en otra bienal, la de São Paulo de 1959.

– Sucesión de ismos. En el plano internacional, se atiende a los principales movimientos de la época: el letrismo que derivaría en el situacionismo, el expresionismo, los nuevos realismos, el art brut (sorprendente inclusión de Josefa Toldrá, artista de manicomio) o la figuración narrativa.

– «Como alcalde vuestro que soy». El humor es casi un género artístico que reaparece una y otra vez de la mano de revistas como La Codorniz o películas como Bienvenido, Mr. Marshall, de Berlanga. Y acaso por influencia del célebre personaje del alcalde de Villar del Río, Borja-Villel parece consciente de que todo esto requiere una explicación. Por eso, para evitar las confusiones que su primera reordenación pudo provocar, el museo edita esta vez una guía en la que las inspiraciones de esta remodelación quedan ampliamente razonadas.

Un regalo en forma de ley

El 20 cumpleaños del Museo Reina Sofía trae aparejado el mejor regalo que su director, Manuel Borja-Villel, cabía esperar. Por sorpresa, hasta para los propios implicados, el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba incluyó el viernes al término del Consejo de Ministros la norma propia para el centro de arte entre la batería de 26 leyes que el nuevo Ejecutivo se ha impuesto aprobar entre diciembre y junio. El turno del Reina llegará, según las previsiones, en mayo.

¿Qué cambios trae la ansiada ley? Dotará al museo de una autonomía similar a la que goza el Prado, institución a la que el nuevo régimen proporcionó modernización y eficacia. Asuntos como la justificación de los gastos o el régimen laboral de los empleados abandonarán con la norma engorrosos ropajes funcionariales. La transición se deberá hacer, con todo, sin presupuesto adicional.

Atrás quedan dos años de reuniones de Borja-Villel con los portavoces de los partidos para convencerles de la necesidad de una ley propia. La ministra de Cultura ha desempeñado un papel fundamental al persuadir a su homóloga económica, Elena Salgado, de la conveniencia de algo así en tiempos definidos por urgencias menos artísticas.Á

Ángeles García / Iker Seisdedos, Madrid: El Reina Sofía vuelve a mudar la piel, El País, 21 de noviembre de 2010

Una piedra en el zapato para la China oficial

Ai Wei Wei en su casa de Pekín, este 7 de noviembre, tras su arresto domicilario. | Peter ParksEl artista pequinés Ai Wei Wei, cuyo arresto domiciliario le ha vuelto a devolver a los titulares de todo el mundo, es hoy por hoy el creador más conocido del país asiático, además de un cáustico crítico del régimen chino cuyo intenso activismo le ha causado ya antes problemas con las autoridades. Hijo del célebre poeta Ai Qing, un escritor afín al maoísmo que sufrió sin embargo las purgas contra intelectuales en los años 50 y 60, Ai ha usado su fama, dentro y fuera de China, para apuntarse a cualquier causa, desde el apoyo al Nobel de la Paz Liu Xiaobo a la defensa de las víctimas del terremoto de Sichuan de 2008. Considerado por muchos un «protegido», por la proximidad de su familia al régimen, se suele interpretar que el Gobierno chino tolera hasta cierto punto sus críticas, muchas veces radicales e irónicas, aunque el reciente arresto domiciliario o una agresión policial sufrida por el artista en 2009 mostraron que esa «protección» tiene límites. Ai muestra su activismo diariamente a través de su cuenta en Twitter (usuario aiww), donde, en mandarín, critica muchos aspectos del régimen comunista, al que ha llegado a tachar de «inhumano».

Nacido el 28 de agosto de 1957 en la capital china, Ai conoció de cerca la cara más amarga del maoísmo al pasar junto a su familia cinco años en un campo de trabajo en la región de Xinjiang (noroeste), a donde fue deportado su padre por ser considerado un intelectual «derechista». Acabada la Revolución Cultural en 1978, comenzó a estudiar en la Academia de Cine de Pekín, donde coincidió en las clases con algunos de los más famosos directores del país -también críticos con el régimen en algunas etapas de su carrera-, Zhang Yimou y Chen Kaige.

Ya a finales de los 70, aprovechando cierto aperturismo cultural, Ai y otros artistas crearon uno de los primeros movimientos de vanguardia del país, que desarrollaron su trabajo y expusieron conjuntamente en los años 80. Entre 1981 y 1993, Ai Weiwei vivió en EEUU, donde estudió arte en la Escuela de Diseño Parsons de Nueva York, ciudad en la que vivió la mayor parte del tiempo. Ai regresó a China para cuidar de su padre enfermo, y decidió establecerse nuevamente en su país, precisamente cuando comenzaba el «boom» del arte chino, sobre todo entre compradores extranjeros. En los 90, Ai participó en la creación de algunas de las llamadas «villas de artistas», zonas de residencia de creadores en las afueras de Pekín que en algunos casos se han convertido en grandes referentes del arte mundial (como el distrito 798) pero que en muchos casos acabaron siendo desalojadas y demolidas debido a la especulación inmobiliaria. El artista pequinés fundó su estudio actual, FAKE Design, en el barrio de Caochangdi, y actualmente trabaja y reside allí junto a otros artistas a los que alquila estudios.

Del estadio olímpico de Pekín a las pipas de la Tate

Quizá el trabajo más conocido de Ai, es su participación como asesor artístico del Estadio Olímpico de Pekín, obra del estudio suizo Herzog & De Meuron. A la hora de calificar este trabajo Ai muestra su ácida crítica, ya que en varias ocasiones ha asegurado que se avergüenza haber participado en un proyecto para «lavar la imagen» del régimen, e incluso se ha mostrado partidario de demolerlo. Como artista, ha expuesto o llevado a cabo ‘performances’ en EEUU, Europa, Japón, Corea del Sur y Australia, entre otros lugares, y fue muy notable recientemente su instalación «Sunflower Seeds» en la Tate de Londres, donde llenó una habitación de pipas de girasol que en realidad eran de porcelana china. La galería londinense decidió clausurar la obra de Ai a los pocos días de inaugurarse, por el temor de los organizadores a que las pipas de porcelana causaran problemas de salud a los visitantes.

Artista, activista y crítico del régimen chino

Además de como artista, Ai ha destacado en los últimos años como crítico del régimen chino y activista, especialmente en su apoyo a quienes piden una nueva investigación del alto número de niños que murieron en escuelas derrumbadas durante el terremoto de Sichuan. Ai fue agredido por la policía de Chengdu, capital provincial de Sichuan, cuando intentó acudir al juicio de uno de los activistas más prominentes en el asunto, Tan Zuoren, y testificar en su favor. De resultas del ataque, Ai tuvo que ser operado por hemorragias cerebrales en Alemania, y el combativo artista organizó una exposición en la que mostraba detalles de sus lesiones y la atención médica que precisó.

Ai Weiwei ha mostrado públicamente su apoyo al Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, en prisión desde 2009 por encabezar la ‘Carta 08’ pidiendo reformas democráticas en China. Conocido por sus actos provocativos (en febrero posó desnudo junto a otros críticos), su última acción, la de organizar una fiesta-banquete en Shanghái para protestar para la demolición de un estudio que acababa de inaugurar allí, le ha costado un arresto domiciliario de dos días. Se dice que las autoridades chinas presionan al artista para que éste se marche del país, aunque él ha afirmado que no piensa irse. Algunos lo consideran el «Andy Warhol chino», aunque en el complicado mundo del arte no faltan quienes lo critican, y algunos artistas chinos le acusan de utilizar la política para promocionarse, o consideran que es un «falso disidente» ya que en realidad tiene amplios contactos con las altas esferas.

Efe | Pekín: Una piedra en el zapato para la China oficial, EL MUNDO, 8 de noviembre de 2010

Cristina Iglesias, en su Atlántida

No parece haber límites en los sueños de Cristina Iglesias. Se atreve con todo. Su última «osadía», una ciudad sumergida en aguas de la isla Espíritu Santo, en Baja California (México). Tan singular proyecto, en el que lleva inmersa cuatro años y que se inaugura mañana, ha sido promovido por la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental. En él han colaborado tanto biólogos marinos y conservacionistas de costas de La Paz, como miembros del Instituto de Oceanografía de San Diego. Arte y naturaleza, en estado puro, dialogan como nunca antes habíamos visto.

Un buzo junto a la escultura de Cristina Iglesias. FUNDEA

Recién aterrizada en México, Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) hace un alto entre inmersión e inmersión para hablar con ABC de estas sugerentes «Estancias sumergidas», título del proyecto. La conversación tiene que llevarse a cabo vía satélite, pues las conexiones son muy malas en este bello pero recóndito lugar. Uno de esos paraísos perdidos miltonianos que aún quedan en el planeta. Se halla en el Mar de Cortés, nombre con el que se conoce al golfo de California. Fue nombrado así por Francisco de Ulloa en 1539 en honor del conquistador español Hernán Cortés. Desde julio de 2005, las islas del Mar de Cortés fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad.

«Nació como una propuesta que se enmarca en un plan de protección de la naturaleza: devolver Espíritu Santo, esta isla, que es un parque natural, al pueblo mexicano —explica la escultora—. La idea fue crear una pieza que fuera símbolo de esa voluntad. Hemos trabajado junto a biólogos marinos, científicos, proteccionistas de la naturaleza, pescadores… para construir una pieza que participa también de un proyecto de refugios marinos, muy importante en todo el golfo de California. La pieza construye un lugar, una idea laberíntica de dos estancias, compuestas por celosías». Comenta Cristina Iglesias que se ha utilizado el material más adecuado para que la vida se adhiera a ellas y crear así un arrecife de coral. Es un cemento especial, con un ph neutro, y acero inoxidable en el interior. El objetivo, que no fuera agresivo con el medio marino y favoreciera la creación de vida.

El lugar fue elegido por los especialistas: era el que reunía las condiciones idóneas: «Tiene un fondo arenoso, en el que lo que crezca será nuevo». La pieza se halla a 15 metros de profundidad. Cada una de estas estancias sumergidas es de 36 metros cuadrados y tres metros de altura. Esta ciudad subacuática evoca la mítica Atlántida. Toda la obra de Cristina Iglesias tiene una pata en la poesía y otra en la filosofía. Y esta no iba a ser menos. «Sí, es cierto, me he basado en esa idea de la Atlántida y he utilizado un fragmento del libro “Historia natural y moral de Las Indias”, de un jesuita, el padre Josep de Acosta. En él describe la idea del Nuevo Mundo, de la Atlántida como una ficción, como una vasta extensión entre continentes. Me parece que construía memoria en el fondo marino». El texto, dice, se despliega por las catorce paredes de celosía que conforman toda la pieza: «Crean esa especie de refugio, donde los peces podrán protegerse y desarrollarse».

¿Se podrá transitar libremente por ese laberinto? ¿Necesitarán permisos especiales los buceadores? «Cualquiera podrá hacerlo, siempre con unas condiciones mínimas de protección. Es un lugar protegido. A pesar de lo remoto del mismo —está cerca de La Paz, pero hay una hora de barco—, la gente podrá nadar junto a la pieza, bajando con oxígeno. Con snorkel, y desde el cielo, en los meses más claros (octubre y noviembre) se podrá admirar esa especie de Atlántida». Las estancias son de un color verdoso: «Las sumergí en septiembre. Desde entonces he buceado muchas veces y ya tienen estrellas de mar y no hay un centímetro de ellas sin plancton, sin vida». Para la escultora, el mar «siempre tiene algo de desconocido, de lugar donde no sabes qué va a pasar, donde te puedes perder. Un sentimiento de pérdida no negativo, sino cercano a esa pérdida del sentido de la dimensión de las cosas».

¿Sabía bucear antes de hacer la pieza o ha aprendido por exigencias del guión? «Que fuera bajo el mar lo planteé yo porque era en una isla bellísima y desértica. Antes había hecho algo de buceo, pero muy poco. Siempre me había atraído. Ha sido una aventura para mí y un descubrimiento: un sueño que he podido vivir». No lo recuerda, pero han sido muchas las inmersiones que ha llevado a cabo en estos cuatro años que ha durado el proyecto. Aunque la idea se desarrolló en su estudio de Madrid, se muestra satisfecha de que la pieza se haya construido en La Paz. Mañana, durante la inauguración, se presentará el tráiler de un documental sobre la obra que se está filmando.

Para Cristina Iglesias no parece tener límites físicos la escultura. ¿Algún otro lugar extraño donde sorprendernos instalando otra pieza? «Bueno, tengo muchos proyectos. No los busco por su dificultad, sino por el poder del arte de construir algo que antes no existía. Saber que ahí abajo existe ahora ese lugar… te hace pensar. Nunca dejo de soñar. Y tengo la suerte de tener en el futuro proyectos del mismo nivel de intensidad». Uno de ellos será en Toledo, pero no quiere adelantar aún nada, y también está ultimando una pieza para la colección de Bernardo Paz en Inhotim (Belo Horizonte, Brasil), que se inaugurará en marzo: «Será también una especie de laberinto en medio de una selva». Terminamos la charla. Se baja a bucear, a reencontrarse con su Atlántida.

Esta escultora donostiarra nacida en 1956 pertenece a una familia que rezuma cultura por todos sus poros: sus hermanos son músicos, escritores, cineastas… Estuvo casada con el también escultor Juan Muñoz, que falleció en 2001. Es madre de dos hijos. Entre sus últimos proyectos destacan las puertas de la ampliación del Prado y el homenaje a las víctimas del terrorismo en el Parlamento vasco.

Natividad Pulido, Cristina Iglesias, en su Atlántida, ABC, 28 de octubre de 2010

David Hockney: «Picasso se habría vuelto loco con esto en las manos»

Ha sido Martin Gayford en «The Guardian» quien ha contado la verdadera historia de la seducción entre David Hockney y el iPad. Más allá de los ribetes marquetinianos del entusiasmo del gran pintor británico por el gadget de Apple, tal vez las «flores frescas» que hasta enero de 2011 se exponen en la Fundación Bergé-Saint Laurent de París tengan algunos misterios que mostrarnos.

Una de las obras de Hockney hechas con el iPad. EPA

En un mensaje SMS, Hockney le anunciaba a Gayford: «Te mandaré el amanecer de hoy esta tarde, sé que suena absurdo, pero ya sabes a qué me refiero». El mensaje posterior llevaba una pintura sobre iPad del amanecer en la costa de Yorkshire, «tan delicado como un Turner», luminoso como una vidriera, pero tan tecnológico y sofisticado como cualquier arte actual», relata Gayford. Era una pintura sobre iPad.

Desde 2008, Hockney ha realizado obras en su iPhone, pero la pasada primavera, con la llegada del hermano mayor, el iPad, ha logrado nuevas cotas. De hecho, desde su teléfono ya enviaba «flores que dibujo cada día para que mis amigos tengan flores frescas». Las pinta con la punta del dedo utlilzando aplicaciones de dibujo creadas para el iPad y reconoce que «no puedo usar la uña porque la pantalla es sensible al calor, no al contacto». Sigue distribuyéndolas entre amigos que pueden coleccionarlas o lo que deseen.

Una de las obras de Hockney hechas con el iPad. EPA
Suele utilizar la aplicación «Brushes» y dibujar los ramos que su socio, John Fitzherbert, compra cada día: rosas, lirios, lilas… Pero el verdadero sujeto de sus obras en iPad es la luz, cómo la atrapa con los colores y las intensidades que la herramienta permite. «El hecho de que la pantalla sea retroiluminada me permite escoger objetos luminosos. El amanecer habla de la luz, y también el iPhone tiene que ver con ella. Hay gente que me envía dibujos realizados con el iPhone, pero te das cuenta de que no están escogiendo objetos por su luminosidad. Exactamente para eso es tan bueno este objeto, y otras técnicas no lo igualan».

Pinta desde su habitación, que posee una ventana con vistas, cada mañana: «Las flores están ahí y la luz cambia…», relata Gayford en su artículo. Pero no es la primera vez que Hockney utiliza la tecnología. En los ochenta jogaba con fotocopiadoras y con el fax, «el teléfono de los sordos» (lo cual es una ironía importante porque el pintor está perdiendo el oído). Él cree profundamente que aunque los medios cambien, los dibujos, como las canciones, siempre estarán con nosotros. Este otoño seguirá investigando cada día con los dedos la luz que prende en su iPad. Y piensa: «Picasso se habría vuelto loco con esto en las manos. Y Van Gogh. De momento, no conozco a ningún artista que se hubiera librado del mismo sentimiento»

El Reina Sofía rompe límites

El director del museo, junto a la sala que evoca el triunfo en la Bienal de Venecia de 1958- ÓSCAR DEL POZO El viaje comienza, cómo no, con Picasso, y su «Monumento a los españoles muertos por Francia» (1946-47). Porque el 31 de octubre 2010 el Museo Reina Sofía (MNCARS) cumple 20 años, y ABC recorre por primera vez las salas de los años cuarenta, cincuenta y sesenta en su 4ª planta, que se están reordenando y que se inaugurarán dentro de pocas semanas. El director del Museo, Manuel Borja-Villel, ha planteado una relectura de la colección poniendo el arte español de esta época entre sombras a la luz del mejor arte internacional. Sólo así puede constatarse la enorme calidad de nuestros artistas, desde Arroyo a Saura, desde Tàpies a Antonio López, desde Esteban Vicente a Guerrero. Propone el fin de una visión de nuestro arte como excepción, en estrecha lectura política.

La codorniz, humor y arte

La crisis no limita (con) la imaginación. Y por ello hay que celebrar grandes incorporaciones, en forma de depósitos, donaciones y daciones, que vienen a completar un relato muy novedoso donde llama la atención que la revista «La Codorniz», refugio de grandes talentos, hijos del 27, haya anidado también en la historia del arte, aportando un humor que alumbró más allá de la posguerra.

Las primeras salas hablan de los campos de concentración, cuya visión marca los años cuarenta, con obras de Foutrier, Michaux… El graffiti marca una nueva manera de hollar el mundo. Se redescubre alguna artista como Josefa Toldrá, nunca antes expuesta en las salas.

Un paso adelante y entramos en la sala que comparte el intento de un arte fascista español, emparentado con el futurismo pero denostado por un régimen con ánimos más clasicistas. Siguen guiños a las ruinas de la posguerra y un vistazo al pictoricismo de Palencia, Sáenz de Tejada y el omnipresente Dalí, y después una incursión en su contrario —el incipiente arte antipictórico— y una inmersión en la primera imagen internacional de la España negra y anclada, en las fotos de Eugéne Smith y el legado Brassaï.

Justo detrás, llama a la puerta la vanguardia. El grupo Dau al set la reivindica (Klee, Kandinsky…) y vemos los primeros esfuerzos de Tàpies, Cuixart, Saura… desde un surrealismo enraizado en demonios kleenianos. También la escuela de Altamira, con el elemento primitivo, totémico. Son gente muy joven, que reacciona no tanto contra el franquismo rampante, sino contra aquel pictoricismo de los bodegones y las ruinas.

Ellos llevarán el arte español a una de sus tempranas victorias, en la Bienal de Venecia de 1958, que premió a Tàpies. Muchos de los oscuros cuadros que nos representaron allí comparten con otros la imponente sala: Saura, Feito, Canogar, Millares, Cuixart, Chirino. Muestran una España, más que negra, en blanco y negro. «Era lo que tocaba, pero estaba a la altura de lo que, a color, se hacía en el resto del mundo», según Borja-Villel.

Fotografías del viaje a España de Eugène Smith. Óscar del Pozo Paralelamente, en otra sala menor, Palazuelo y Chillida se confrontan, ilustrando dos vetas místicas muy propias del arte español. Inmediatamente Oteiza abre otra línea del discurso, con su viaje a Sao Paulo y el reencuentro con el arte iberoamericano, que va a ser una de las grandes apuestas de futuro del Reina Sofía.

En este punto, el recorrido pide una cesura. Para ello se proyecta la película de Hitchcock «La ventana indiscreta». Sugiere un nuevo paradigma de la mirada, de la visión en los cincuenta. En dos sentidos, el que espía, que es la CIA; y por supuesto la cultura óptica, visual, como propaganda.

Y entonces se abre paso la gran pintura americana, en una sala impresionante, enriquecida con préstamos y depósitos (ante la crisis, Borja-Villel blande formas imaginativas de mejorar el museo). Llega la pintura del gesto, Franz Kline, Morris Louis, los campos de color, Motherwell, y un maravilloso Clyfford Still, junto a los Rothko, Sam Francis, Guerrero, Esteban Vicente, etc…

Mr. Marshall

Otra película, «Bienvenido Mr Marshall», ilustra la sala de «La Codorniz» y sus talentos, con Ramón a la cabeza. Del humor y Berlanga se pasa al neorrealismo. Y de ahí al compromiso político en la estampa popular, con nuevas adquisiciones donde lucen Pijoan o Ràfols.

Llegan los años sesenta y la entronización de la Escuela de Cuenca. En otra sala verdaderamente espectacular se contempla este hito de la pintura y cómo de ahí mana un nuevo conflicto entre la abstracción lírica (Zóbel) y nuevos rasgos de figuración (Saura, Tàpies). Contrapuestos a ellos, Millares, Arroyo y Greco dan luz a un nuevo empeño colectivo, gestual y caricaturesco. Y llega una figura bisagra: el chileno Matta. Junto a él, en sala aparte, Miró y Picasso acaban su obra, el grado cero de la pintura. Se acaba la clave Picasso (la grafía, el gesto) y llega la clave Duchamp (la impronta, el graffiti, el tiempo, los media). Importantes donaciones como «Pilgrim», de Rauschenberg, y obras de Cy Twombly o Cage. Y vuelve el diálogo América-Europa (Christo, Dubuffet, Klein…)

En España, otros pintores formados en París y las fotos de los sesenta con turistas. El compromiso político se diluye al calor del desarrollo económico, pero nace la crítica a EE.UU. En una sala irrepetible, Equipo Crónica, la serie de los dictadores de Arroyo y una pieza colectiva de Arroyo, Aillaud y Recalcati, «El asesinato de Marcel Duchamp», inefable, recuperada de los fondos. El museo rompe sus límites porque la historia y su interpretación no se detienen…

Jesús García Calero, El Reina Sofía rompe límites, ABC, 30 de septiembre de 2010

Los días del arte de acción

Una fotografía tomada durante su famoso happening' In Ulm', un concierto de aviones caza, realizado en 1964. El 13 de mayo de 1976, en una cantera del Garraf, un paraje solitario y degradado, a unos 30 kilómetros de Barcelona, un grupo de personas aplicaron sobre su cuerpo dos líquidos, agua y perfume, y extrajeron de él otros dos, sangre y orina. No hubo violencia, sólo desaire contra Duchamp, que se obsesionó por sacar del objeto la obra de arte. Con la acción titulada ¡Duchamp no ha comprendido a Rembrandt!, Wolf Vostell (Leverkusen 1932 -Berlín, 1998) realizó su primer happening en España y demostró con su obra que el hecho artístico es la vida.

Por entonces el artista alemán llevaba casi 20 años provocando, con los trastos en la calle y llamando a la participación del espectador en sus acciones. El padre del happening había descubierto en «la fenomenología de la vida» el motivo más interesante del arte mientras trabajaba en el estudio del pintor y publicista Cassandre.

La acción del Garraf es una de las casi 60 que Vostell realizó desde 1954 hasta finales de los ochenta y que ahora el Museo Vostell Malpartida de Cáceres recopila en una extensa exposición, bajo el nombre El teatro está en la calle. Los happenings de Wolf Vostell. Con sus más de 30 años de funcionamiento, el museo alberga el archivo de todo el trabajo que desarrolló una de las figuras esenciales del arte de la segunda mitad del siglo XX.

El grito de la calle

«Trabajó con los elementos y acontecimientos que le ofrecía la vida cotidiana», asegura el director del Museo, José Antonio Agúndez a Público, horas antes de la inauguración de la gran muestra que ha producido con el Museo Morsbroich Leverkusen y la Consejería de Cultura de Extremadura. «En los sesenta llega a los EEUU y se encuentra con las acciones críticas y comprometidas con la sociedad. Se hace muy crítico contra las decisiones políticas e invita a los espectadores a sentir las consecuencias de los accidentes, como en 130 a la hora, de 1963″. En este caso, lanzó una locomotora contra un vehículo atravesado en las vías y luego hizo pasar a ver los efectos a los presentes.

Agúndez recuerda que las acciones más importantes de Vostell fueron las realizadas entre 1963 y 1964. Otro de los happenings inolvidables de este rebelde es el concierto que realizó con el ruido de los motores de los cazareactores en un aeropuerto, ante 300 personas. «Él dijo que el ruido de un avión de guerra era más importante para el hombre del siglo XX que una sinfonía», dice el comisario de la muestra, en la que se recogen lo

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s planos, las «partituras», el proyecto detallado de cada una de esas acciones efímeras. Tanto conciertos, teatro y performances beben de esta actitud que involucró al espectador y le hizo partícipe que inauguró Vostell.

Peio H. Riaño, Madrid: Los días del arte de acción, Público, 27 de octubre de 2010

El arte de nuestro tiempo

Los seis directores del Reina Sofía y la impulsora del proyecto, Carmen Giménez, charlan para Babelia, en un encuentro único, con motivo del 20º aniversario del museo.

El encuentro, celebrado una tarde de principios de octubre, resultó todo un acontecimiento en el museo. No tanto por lo que se venía a celebrar, los 20 años de su reinauguración, el 31 de octubre de 1990, como museo nacional, de la mano de la reina Sofía, sino por la proeza que a sus empleados, muchos de ellos funcionarios con más de una década de desempeño en la casa, les pareció el haber reunido a los seis directores del museo y a Carmen Giménez, temprana impulsora del proyecto como asesora del ministro de Cultura Javier Solana, a mediados de los ochenta.

De izda. a dcha., Carmen Giménez, Juan Manuel Bonet, José Guirao, Manuel Borja-Villel, María de Corral, Ana Martínez de Aguilar y Tomás Llorens.- Gorka Lejarcegi

Atrás quedaban para unos y otros 20 años no precisamente regidos por la armonía. Del abrupto cese en 1990 de Tomás Llorens, primer director, a los encontronazos de la ministra Carmen Alborch con María de Corral (1990-1994). Los relativamente tranquilos tiempos de José Guirao (1994- 2000), la rescisión del contrato de Juan Manuel Bonet (2000-2004), con la llegada del Gobierno socialista, los líos de Ana Martínez de Aguilar (2004-2007) -¡esa gotera que dañó el marco de un juan gris!, ¡aquel descubrimiento de que un serra de 38 toneladas se había esfumado incomprensiblemente!-. Y el Guernica, siempre el Guernica, que llegó en 1992 y aún es centro de polémicas como la vivida esta primavera, ya con Manuel Borja-Villel, actual director y el primer elegido tras la aprobación del Documento de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte, cuando se conoció el proyecto del Museo del Prado del traslado del cuadro al Salón de Reinos para reflexionar sobre la guerra a partir de un diálogo con los lienzos Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, y Las lanzas, de Velázquez.

El ambiente de aquella tarde recordó al de un reencuentro en el que las diferencias esperaron fuera. Y eso que han sido dos décadas de construir una colección de un modo un tanto errático en medio de continuos volantazos y de agrias discusiones a menudo espoleadas por los medios. Alrededor de una mesa en una sala del último piso de la ampliación de Jean Nouvel se habló del pasado, del presente y del futuro (el inmediato pasa por una nueva reordenación de la colección y una fiesta de celebración en el museo el próximo 23 de noviembre). Del poder, de la crisis y, claro, del Guernica.

PREGUNTA. En este 20º aniversario, ¿tenemos algo que celebrar o la cosa es más bien como en el tango?

JUAN MANUEL BONET. Mucho, si nos acordamos de aquellas salas de exposiciones de los bajos de la Biblioteca Nacional a finales de los sesenta. Había solanas, tàpies, un solo dalí, los tres picassos comprados en su momento por González Robles… Pero a partir de lo que había allí no se podía construir un discurso coherente. El carácter periférico de España, la ausencia de colecciones y la inexistencia en ellas, de nada que no fuera español… Si comparamos aquello con lo que hay ahora, creo que, francamente, tenemos muchas cosas que celebrar.

MARÍA DE CORRAL. El Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC) que luego pasó a la Ciudad Universitaria nunca tenía presupuesto para adquisiciones. Solo a final de año, cuando le sobraba dinero al Ministerio de Cultura, se le daba al director lo que se llamaba un aviso de compra para ir a las galerías. Encima, lo que a estas les quedaba a final de año no era lo que debía de estar en el museo. Creo que el avance se dio con la idea de crear el Reina Sofía aquí, en el centro de la ciudad, como creo que debe ser con los museos de arte contemporáneo. Ha sido una diferencia abismal. Lo más importante es la notoriedad que se le ha dado al arte del siglo XX y al arte actual.

P. Se suele decir que el museo tardó en erigirse un siglo… ¿Por qué España, potente abastecedora de creadores, ha parecido tan injusta con el arte contemporáneo?

JOSÉ GUIRAO. No había tradición. En la década de los veinte y treinta, si ves la documentación de la época, se habla de ciencia, de literatura, pero no de artes plásticas. En el franquismo, mejor no hablar… Entre 1986 y 1990, con Carmen Giménez, hubo un periodo que fue fantástico porque se consiguieron exposiciones únicas. Diría que este es el museo de la democracia porque aquí se capitalizan los deseos de unas generaciones, las de los setenta y los ochenta, que querían ingresar de lleno en la modernidad, ser internacionales… anhelaban la apertura al exterior. Por eso hay mucho que celebrar, pese a las carencias, que nadie las niega.

P. ¿Es Madrid una plaza de segunda?

MANUEL BORJA-VILLEL. No. Es una plaza de primera. Obviamente, por colección, si comparamos con el Pompidou o el MOMA, que nos llevan años de ventaja trabajando… Ahora, si pensamos en el siglo XXI, que se tiene que abrir necesariamente a otros ámbitos, del sur, periféricos, entonces estamos en ventaja. La colección del Reina Sofía es sin duda fragmentaria, un reflejo de cómo se ha formado, es una colección de aluvión. Solo llevo dos años, así que no me estoy arrogando ningún mérito…

ANA MARTÍNEZ DE AGUILAR. Aunque la colección, como dice Manuel, sea de aluvión, cada uno ha tenido su punto de vista, siempre se ha tenido en cuenta cuáles eran los puntos fuertes y débiles de la colección.

P. Al construir esa colección por la vía del aluvión no siempre ha parecido regir una, digamos, razón de Estado, sino que en ocasiones ha primado una sensación, quizá peligrosa, de que cada director poco menos que ha hecho la guerra por su lado.

A. MARTÍNEZ DE AGUILAR. Siempre estuvo claro que era fundamental la llegada del Guernica, que era fundamental el papel de los españoles de la vanguardia, de la escultura de hierro, del informalismo…, una serie de cosas tenían en el horizonte la contemplación de la modernidad. El hecho de incorporar el departamento de videoarte y nuevas tecnologías fue muy importante. El museo es ahora un punto de referencia mundial, no es de segunda fila. Tiene su propia personalidad. Con todos los directores ha crecido. No solo cubriendo lagunas, sino que ha profundizado en puntos fuertes y en los contextos nacionales e internacionales.

P. ¿De dónde se partió para este viaje?

CARMEN GIMÉNEZ. Yo llego en 1983 al ministerio como asesora de Solana, que es quien plantea la creación de este museo y con el que se inaugura. Lo que ocurre es que en aquel momento se plantea que sea también un centro de música, baile…

TOMÁS LLORENS. Era un edificio que albergaba diferentes museos: el de El Pueblo Español, el de Reproducciones Artísticas…

C. GIMÉNEZ. Todo cambia cuando se me pide una política de cohesión. Mi propósito fue siempre hacer un museo. Dominique Bozo [segundo director del parisino Centro Pompidou] convenció a Solana de la bondad del edificio porque no todo era para exposiciones. Se necesitaban zonas para trabajar, para guardar obra… cosas que entonces no se entendían…

P. Pues tanto tiempo después, el espacio sigue siendo un problema. Aún llama la atención que sigue siendo un museo caótico, con el tráfico mal ordenado…

C. GIMÉNEZ. El espacio es discutible. Lo único que no debieron construirse nunca fueron esos horribles ascensores acristalados. El tema es que el 26 de mayo de 1986 me toca inaugurar el museo sin director. Antonio Fernández Alba iba rehabilitando espacios sin ninguna consigna, sin saber qué y para qué. Me costó mucho. Solo me dieron tres salas. En dos meses inauguro con Tàpies, Chillida y Saura y con tres internacionales: Cy Twombly, Baselitz y Richard Serra. Yo nunca quise ser directora porque no he nacido en España y sobre el contenido de la colección había muchísimas opiniones. Apoyé y me alegré muchísimo de que nombraran a Tomás Llorens director. Demostré que se podían traer grandes colecciones de fuera y, con ello, también se incitaba a la gente de aquí a comprar y hacer sus propias colecciones.

P. ¿Es con Llorens cuando se perfila la idea del museo que se quiere hacer?

T. LLORENS. El museo es el resultado de un esfuerzo colectivo muy amplio. Empieza durante los últimos años del franquismo, con un claro deseo por parte de los artistas de crear un museo de arte contemporáneo. Hay un informe firmado por Oriol Bohigas acerca del uso del edificio, otro de Antonio Saura, quien luego escribiría el famoso Manifiesto contra el Guernica, pero que fue la persona que más insistió a Solana en la idea de refundar toda la historia del arte del siglo XX, porque lo que había era una total ausencia de una adecuada representación del arte moderno; ausencia aún más sangrante cuando se pensaba que los artistas principales del XX eran Picasso, Miró, Dalí, Julio González… Pero su obra no estaba en España…

P. Bohigas… ¿El mismo Bo higas que dijo en cierta ocasión que el de Sabatini era el edificio más feo de España?

T. LLORENS. Estaba el deseo de refundar este edificio, que desde luego no era el más feo, como decía Bohigas…

P. No negará que es un edificio con un pasado que pesa como antiguo Hospital General. Hay una frase del difunto José-Miguel Ullán, pronunciada el día de la inauguración del museo. Decía, citada de memoria: «Estas paredes han contemplado tanto sufrimiento que será difícil que nada vaya bien».

T. LLORENS. El pasado importa poco. Las restricciones eran físicas: el ancho de las crujías es insuficiente, la circulación en torno al claustro es topológicamente complicada. Creció dos plantas en los siglos XIX y XX y eso lo afeó y complicó las circulaciones. Es un edificio que puede ser muy atractivo. En la necesidad de refundar la colección, el factor decisivo era el Guernica, algo de lo que los Gobiernos socialistas de Felipe González fueron poco conscientes. Tanto Saura como Simón Marchán o el propio Plácido Arango,todos coincidíamos en que lo fundamental era el traslado del Guernica. Ese debía de ser el núcleo a partir del que debía crecer la colección, con obras de los años treinta, con obras de Picasso… Pero por proponer eso me echaron…

M. DE CORRAL. Lo importante para la colección fue el momento en el que particulares y empresas pudieron pagar sus impuestos con obra. Fue en la época de José Guirao y Juan Manuel Bonet cuando se consiguió.

T. LLORENS. Es que los primeros años del Reina Sofía fueron los difíciles. Basta ver los periódicos para darse cuenta. El museo era objeto de polémica política entre partidos. El cambio ocurre durante la etapa de Guirao como director, con una política de consenso, gracias a la que se cambia de actitud. Hay un pacto de Estado en 1995, con Carmen Alborch como ministra de Cultura y Miguel Ángel Cortés como representante del PP en la comisión de Cultura del Parlamento. Ese pacto es el que hace imparable la consolidación del museo…

Uno de los dos ascensores exteriores del Reina Sofía.- Gorka LejarcegiP. ¿No sigue asombrando que los museos en este país aún resulten tan dependientes de la política?

M. DE CORRAL. Eso ya no ocurre. No hay injerencias. Desde la existencia de las Buenas Prácticas, aquí tenemos el ejemplo [señala a Borja-Villel]. Hay un director que ha ganado un concurso y que tiene un contrato.

M. BORJA-VILLEL. Una cosa es el Reina Sofía y otra cosa es lo que ocurre en otros museos, que no debo mencionar, donde la autonomía no existe.

P. Se refiere, obviamente, al Centro José Guerrero de Granada y a las injerencias de la Diputación provincial…

J. M. BONET. Por alusiones, me gustaría recordar que además del tema de las daciones hubo otros brotes de suerte que hicieron que la colección avanzara. Uno fue el caso Dalí, a quien se le ocurrió donar su obra a este museo sin que el Estado hubiera hecho nada por conseguirlo.

P. Con disgusto catalán…

J. M. BONET. Sí, pero resultó todo muy limpio, algo fundamental para el museo.

M. DE CORRAL. No tanto. La pelea por ver quién se queda El gran masturbador fue épica. Luego tuvimos el pago de impuestos de la de la familia Miró, que nos dejó con dos pilares fundamentales del arte español muy bien representados. Conviene no olvidar que cuando yo llegué el presupuesto para adquisiciones era menor que el de un museo como el IVAM. La propia ministra Alborch, que venía del IVAM precisamente, no se lo podía creer cuando la nombraron.

P. Pareciera que influye demasiado el interés o desinterés de un ministro en la marcha del museo…

M. DE CORRAL. Solé Tura fue un ministro excepcional. No solo se dedicó en cuerpo y alma a conseguir el traslado del Guernica, sino que batalló con la Generalitat por los legados de Dalí y Miró.

P. Honestamente… ¿Quedaría algo del Reina Sofía de no contar con el

Guernica?

T. LLORENS. Es como preguntarse qué sería del arte español sin Picasso. El Guernica es su obra fundamental.

M. DE CORRAL. Bozo, de quien hablábamos antes, vino antes de que se inaugurara la colección y estaba entusiasmado. Dijo que había estado en el MOMA y que aquel ya no era el mismo después de la salida del mural. Vertebra las colecciones, la historia del arte y la del país.

M. BORJA-VILLEL. Guirao hablaba antes de que este es el museo de la democracia. Y el Guernica representa la democracia, la recuperación de elementos que son fundamentales en la historia de este país.

P. La gran virtud y a veces también el gran castigo del Reina Sofía. ¿No es su sombra tan alargada como para aplastar con un rodillo de indiferencia al resto de la colección?

M. DE CORRAL. Para nada.

J. M. BONET. La colección histórica de artistas españoles es importantísima y también lo es y mucho la parte internacional, con Léger, Rothko…

P. De sacarlo del museo entonces ni hablamos…

J. M. BONET. Cuando hubo la última idea del Museo del Prado… Yo creo que es la primera vez que hemos firmado algo todos juntos.

A. M. DE AGUILAR. Perdona, pero yo no firmé nada. Lo suscribo ahora, pero no se me llamó ni se me preguntó. Me sentí utilizada porque se me podía haber llamado. Como tantas veces, ves publicado en la prensa adhesiones a cosas de las que ni te enteras…

T. LLORENS. Quiero insistir en lo que debe quedar para el futuro de ese proyecto que tiene muchos fantasmas, sobre todo lo de la obsesión del retraso español que ha recorrido todo el siglo XX. Aquí se ha cambiado la lectura de esa obra. Dejó de ser una lectura abstracta para leerse como algo integrador de la cultura universal del siglo XX. Este es el museo del Guernica y de su contexto.

J. GUIRAO. Precisamente con esa idea, nosotros quisimos quitar el cristal blindado para que el cuadro se normalizara y por la idea de recuperar una historia del siglo XX dispersa. Había que decir a los españoles que eso había pasado aquí.

J. M. BONET. No vaya a parecer ahora que no hay un hilo internacional, porque se ha mantenido siempre, y es la relación con Latinoamérica, que empezó, fue aumentando y debería seguir creciendo.

M. BORJA-VILLEL. Hay una línea de continuidad y sigue siendo un elemento estratégico. Latinoamérica es un continente protagonista en la colección.

M. DE CORRAL. A mí me preocupaba muchísimo el momento en el que cogí el museo por la falta de información que existía en este país sobre lo que se estaba haciendo fuera.

P. ¿Y halló respuesta del público? ¿Se ha hecho el trabajo didáctico necesario con la audiencia española?

M. DE CORRAL. Totalmente. Sobre todo, los jóvenes. El 59% de los visitantes eran menores de 22 años. Recuerdo un paseo con un director norteamericano que a la vista del público comentó: «Este no es un museo del siglo XX, lo es del siglo XXI».

P. Hay una reflexión de Guirao sobre el poder que ha quedado en el aire. Y precisamente debe ser usted el que la haga, porque como uno de sus mayores logros cuenta muchas veces el haber aguantado en la transición de un gobierno de un color a otro. Estuvo con el PSOE y luego con el PP, algo que, por desgracia, se contempla casi como una hazaña sobrenatural.

J. GUIRAO. Hay a veces un discurso antipolítico y anti-Estado que es absurdo. Trabajamos con dinero público y tenemos que dar cuentas a los ciudadanos. El problema es que a veces quienes ocupan los altos cargos no entienden que deben de dejar autonomía a los museos. El político de turno no te puede decir qué exposición haces, pero sí tiene que haber un control.

C. GIMÉNEZ. El problema es que en España no hay curators. Aquí la gente se saca una oposición y ahí se queda…

T. LLORENS. Volviendo a lo de Guirao, el problema no son tanto los políticos. El problema viene de la concepción de la Administración pública. Yo he tenido siempre más encontronazos con los altos funcionarios, los segundos niveles.

P. Aquí entramos en una reflexión interesante. ¿Se puede plantear un museo de autor desde los mandos de un centro de arte nacional?

T. LLORENS. El museo no es la expresión individual de nadie. No debe serlo nunca. Ni de un director ni de una tendencia. Es un servicio público que tiene que tener muy claros sus objetivos, como en las grandes instituciones inglesas o norteamericanas.

M. BORJA-VILLEL. Recuerda que las inglesas se basan en su autonomía.

J. M. BONET. Yo no noté tanto el peso del Estado. En mi época no lo tuve.

T. LLORENS. Estuviste muy apoyado…

P. Y eso no siempre sucede…

J. GUIRAO. Mi experiencia de trabajo con la Administración es que siempre hay una tradición de resolver con el ministro, el alcalde o el presidente del consejo de administración y luego hay un segundo nivel que es con los que tienes que gestionar. En la medida en que tú a esos segundos niveles les cuentas el proyecto, la gente responde.

C. GIMÉNEZ. Yo llevo 21 años trabajando en museos estadounidenses y puedo decir que se trabaja mejor. El Guggenheim de Bilbao, en ese sentido, funciona a la americana. Ya le gustaría a Manuel…

P. Parece que para plantearse el futuro del Reina Sofía hay acuerdo de que sería necesaria una ley que dotara de autonomía al museo, como con el Prado.

C. GIMÉNEZ. Tampoco es una garantía, porque al Prado le han quitado parte de sus ingresos.

M. BORJA-VILLEL. Lo habrán derivado de alguna manera…

C. GIMÉNEZ. Se lo han quitado.

P. El asunto del museo de autor atañe especialmente a Borja-Villel, a quien se acusa de estar haciendo un museo a su medida con dinero público.

M. BORJA-VILLEL. Aquí hay seis autores en busca de personaje [risas].

T. LLORENS. Está haciendo lo que cree que tiene que hacer. Hace una política museística coherente y que encima está explicando con éxito.

M. DE CORRAL. Todas las colecciones y todos los museos del mundo tienen nombre y apellidos. Y es mejor que sea así. La colección es así más coherente que si la hace con un grupo de personas, porque al final, las comisiones solo llegan a acuerdos sobre la mediocridad. Lo que es sublime y extraordinario solo tiene detractores.

M. BORJA-VILLEL. Si se contempla el curso de la historia del MOMA se advierte que es una visión parcialísima. Aquí no haces lo que harías en una institución privada porque la escala es distinta. Se hacen las cosas de acuerdo con el criterio de un director, de acuerdo con un grupo humano. Si esto es de autor, estoy de acuerdo…

J. GUIRAO. Pues yo discrepo. Cada director y su equipo tienen una línea y la obligación de defenderla. Pero si se juega con dinero público hay que tener vías de integración de otros discursos, aunque no sean mayoritarios, pero en la medida que existen, se les debe de tener en cuenta. Los discursos no pueden ser nunca hegemónicos. Pueden ser preponderantes, pero tiene que haber espacios para otros discursos, aunque sean contrarios.

M. BORJA-VILLEL. El problema es definir qué es lo que entendemos por ser exclusivo o no ser exclusivo. Tiene que haber pluralidad de discursos. Tampoco me sirve el todo vale.

P. ¿Creen que había argumentos para la idea del Prado de recobrar el

Guernica para el Salón de Reinos?

C. GIMÉNEZ. Cuando el Patronato del Prado, del que soy parte, lo plantea, no es una decisión contra el Reina Sofía, sino con el Reina…

J. M. BONET. No, hombre, no… Era un obús contra el Reina. Algo muy hostil.

C. GIMÉNEZ. Pues en el patronato se habló de plan conjunto.

M. DE CORRAL. Claro, querían hacernos el favor de llevarse el Guernica…

C. GIMÉNEZ. La idea era que en el Salón de Reinos se pusiera el Guernica, y también el Prado ponía obra. La ministra estaba informada.

M. BORJA-VILLEL. Pues a mí no se me dijo nada de eso. Nada de nada.

T. LLORENS. Lo peor es que de haber prosperado la idea se habría vuelto a dotar al Guernica del misticismo que tanto luchamos por despojarle. Se hubiera sacado de la historia y convertido en todos un Santo Sacramento en el museo de la guerra. Muy mala idea.

A. M. DE AGUILAR. Cuando dividen las colecciones

[fijando 1881, año del nacimiento de Picasso] como frontera quedó todo bastante claro e incluso que aquí se pueden hacer exposiciones mirando al pasado y en el Prado se pueden hacer mirando el presente.

J. GUIRAO. ¿Dónde tiene que estar Picasso? ¿Aquí? Pues el Guernica tiene que estar con toda la obra de Picasso. Además, si hablamos de materia científica y artística, la primera conversación debió de ser entre los directores de los dos museos.

P. ¿Afirma Borja-Villel que no se produjo ninguna conversación?

M. BORJA-VILLEL. Hubo contactos, pero fueron totalmente vagos.

P. ¿Por qué, 20 años después, el Reina Sofía continúa en el ojo del huracán?

M. DE CORRAL. Aquí siempre ha habido una tendencia a la crítica.

P. ¿Y por qué sigue la molesta sensación de que no ha terminado de arrancar?

J. GUIRAO. Este museo es muy joven y seguirán pasando cosas. El Prado sigue con problemas a sus doscientos años.

M. BORJA-VILLEL. Luego es que las instituciones extranjeras no son la panacea.

P. ¿Cuándo celebramos la superación del complejo de inferioridad español?

J. GUIRAO. Una cosa es la noticia diaria, el día a día, pero en el nivel del trabajo de fondo el museo está muy consolidado.

T. LLORENS. Hay otro indicio: la aceptación que tiene el museo en el mundo profesional internacional. En el mundo artístico español, las donaciones que proceden de artistas son muy importantes. Y hay simpatía entre los visitantes.

P. ¿Qué es lo que nunca se debe de hacer por conseguir visitantes?

M. DE CORRAL. Cambiar la naturaleza del museo y convertirlo en un parque temático.

P. ¿Cuál es el mejor y el peor momento de cada uno de ustedes?

M. DE CORRAL. La instalación del Guernica. Del peor, mejor no me acuerdo…

J. GUIRAO. La Operación Picasso y la llegada de La mujer en el jardín. Del peor, tampoco me acuerdo [risas].

C. GIMÉNEZ. El mejor fue ver nacer el Reina Sofía y el peor ver esos ascensores.

A. M. DE AGUILAR. La exposición de videoarte de los sesenta y ochenta. Hice un programa para diez años, pero tuve que abandonar a los dos años. Eso fue lo peor.

J. M. BONET. La emoción que viví ante el telón de Alberto para La Barraca. Lo trajo en una bolsa de plástico la bailarina Pilar López. Y un segundo momento muy emocionante fue cuando colocamos delante del museo y en presencia de Clara Sancha, su viuda, la reconstrucción de su escultura para el Pabellón de París, de 1937.

M. BORJA-VILLEL. Lo mejor ha sido disfrutar ordenando la colección, aunque espero que el mejor de verdad esté por llegar.

T. LLORENS. El día que pude presentar el proyecto de colección permanente al patronato en una reunión con el ministro Semprún, con el Guernica como centro de la colección. Lo peor ocurrió ese mismo día, después de que los patronos de carácter científico me apoyaron el ministro dijo que no tenía clara mi continuidad. Lo mejor y lo peor estuvo separado por pocos minutos.

Ángeles García e Iker Seisdedos: El arte de nuestro tiempo, EL PAÍS / Babelia, 16 de octubre de 2010