Paseando por la Mezquita

Aunque hace unos días de la actividad que hoy venimos a contar, no queremos dejar pasar la oportunidad de narrar nuestra visita a Córdoba, donde durante un ratito nos perdimos por sus callejas, pero sobre todo, como decía la canción de Medina Azahara, paseamos por la Mezquita.

La jornada comenzó, como no puede ser de otra manera, subiéndonos al autobús en la puerta del cole y colapsando la parte trasera del mismo aquellos alumnos y alumnas que más ganas de «marcha» tenían; los demás, agradecíamos estar sentados más adelante, la mar de tranquilitos.

Una vez llegados a Córdoba, y más concretamente a la ribera, dimos un breve paseo para conocer algunos puntos de interés muy próximos a la Mezquita-Catedral, y es que, a un tiro de piedra se encuentran la torre de la Calahorra, el Triunfo (o mejor dicho, uno de los triunfos) a San Rafael), el Soneto a Córdoba de Luis de Góngora, el paraje de los Sotos de la Albolafia (con su noria) o el monumento a San Acisclo y Santa Victoria, patronos de la ciudad.

Una vez visitados y explicados cada uno de estos rincones, nos dirigimos a la Mezquita-Catedral, donde teníamos programada la visita a eso de las 10:30 horas.

Llegamos al Patio de los Naranjos, lugar de reposo y reflexión… de no ser por los cientos de turistas que, como nosotros, aguardaban para comenzar su visita al monumento. Por suerte, y para poder escuchar mejor todas las explicaciones sin despistarnos, llevábamos una radio-guía, esto es, unos auriculares sintonizados con el micrófono del maestro.

Una vez dentro del templo (musulmán y cristiano), el ambiente se transforma y se hace mucho más íntimo y solemne… pese a la muchedumbre.

Avanzamos entre el bosque de columnas y fuimos descubriendo el recinto original de Abd-al-Rahmán I sobre la antigua iglesia visigoda de San Vicente (cuyos restos aún perduran); luego, las ampliaciones de Abd-al-Rahmán II; la impresionante obra de Al-Hakam II y su Mihrab; y la última (pero no tan espectacular) de Almanzor.

A cada paso que dábamos había una leyenda que contar, una historia que disfrutar, un detalle con el que sorprendernos, o incluso un enterramiento que descubrir (¿sabíais que el Inca Garcilaso o Góngora se encuentran enterrados en sendas capillas de la Catedral?).

Después desayunamos en el Patio de los Naranjos, por supuesto, sin dejar papeles ni ningún tipo de basura, ¡¡que la Mezquita es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco!!

Desgraciadamente, el tiempo se nos echó encima (es que hay mucho que ver y descubrir) y no pudimos subir a la torre del campanario, en cuyo interior se encuentra el primitivo alminar árabe. Otra vez será.

Desde allí pusimos rumbo a la fotogénica Calleja de las Flores, con su torre de fondo, y posteriormente, a la Calleja del Pañuelo, un pequeño callejón sin salida que, como su nombre indica, en su parte más estrecha mide más o menos el ancho de un pañuelo de vestir. Y si te pilla por allí con una excursión de turistas, como a nosotros ¡hay que armarse de paciencia!

Las enrevesadas callejas nos daban algo de sombra, algo muy apreciado dado el calor que hacía, y continuamos nuestra marcha hasta la Calle Cabezas, peculiar punto en el que cuenta la leyenda que Almanzor, canciller del Califato, mandó colgar las cabezas de los Siete Infantes de Lara, muertos en batalla en los campos de Soria.

Bajando por el Portillo alcanzamos la iglesia de San Francisco y San Eulogio, a cuyo impresionante retablo apenas pudimos echar un rápido vistazo. Lo mejor: ¡el fresquito de la iglesia!

Y ya que estábamos allí, junto al templo visitamos una típica cruz de mayo cordobesa, pero no una cualquiera, porque la cruz de San Francisco ha vuelto a ganar el primer premio del concurso… ¡por tercer año consecutivo!

Lo cierto es que estaba preciosa. Y se ve que a algunas de nuestras alumnas les entusiasmó tanto el ambiente que se arrancaron a bailar sevillanas. ¡Olé!

Pues así terminó nuestra excursión, en la que no solo nos divertimos, sino que también hubo lugar para aprender.

Os animamos a todas las familias a acercaros a Córdoba y redescubrir sus monumentos, que ahora tenéis unos buenos guías a mano.

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