Concurso Micropesadillas 2024

La creatividad y el trabajo en equipo brillaron la semana pasada durante la entrega de premios del Concurso de Micropesadillas, organizado por el Departamento de Lengua y Literatura. Este certamen tiene como objetivo fomentar el interés por la escritura entre nuestros estudiantes y poner en valor su capacidad de imaginación.

Queremos felicitar a todos los alumnos y alumnas que participaron, así como a los profesores que acompañaron y guiaron este proceso creativo. Su dedicación y entusiasmo han sido fundamentales para el éxito de esta iniciativa.

Los finalistas de esta edición han sido:

  • Primera categoría: Ignacio Lara Pérez (3.º ESO A) y Elena Castillo Pérez (3º ESO B). 
  • Segunda categoría: Irene Lara Baca (1.º BACH A)

En cuanto a las obras premiadas, destacamos:

  • Primera categoría: «La niña de la cortina» de Carla Oña Martos (1.º ESO A), ganadora por su originalidad y estilo narrativo.
  • Segunda categoría: «Un secreto mortífero» de Carla Hernández Álvarez (2.º BACH D), distinguida por su habilidad para atrapar al lector.

Este concurso no solo resalta el talento literario de nuestro alumnado, sino que también refuerza la colaboración entre estudiantes y docentes, consolidando un ambiente educativo en el que la creatividad y la expresión personal ocupan un lugar central. ¡Enhorabuena a todos los participantes! A continuación podéis leer los relatos premiados:

 

La niña de la cortina. Carla Oña Martos.

No entiendo por qué la cortina de mi habitación se mueve. La ventana está cerrada, al igual que la puerta. No hay ninguna ráfaga de aire en el interior, pero la cortina se sigue moviendo. Enciendo la lámpara junto a mi cama. La poca luz es suficiente para entender que no se trata de la cortina, sino el movimiento de su vestido. El vestido de una mujer delgada y tan alta como el techo de mi habitación. Me sonríe y sus dientes afilados sobresalen. La mujer se va acercando poco a poco hasta que la tengo en frente. Me doy cuenta de que me está diciendo que le dé comida y se va. Le doy comida y se esfuma por la ventana. La mujer no vuelve, consigo dormirme y no pensar más en ella.

 

Un secreto mortífero. Carla Hernández Álvarez.

Por qué después de tantos años mis padres aún no habían tirado aquel sillón era un misterio para mí. Aquel sillón no pegaba con la decoración del resto de la casa. Así que ¿por qué? ¿Por qué lo habían comprado?

En mi última visita a la que una vez fue mi casa, decidí preguntarles al respecto. Resulta que mis padres habían comprado aquel sillón años atrás en las rebajas por cierre de una tienda que empezaba a quedarse anticuada. Al verlo, no habían podido apartar la vista y lo habían comprado sin pensárselo demasiado. Habían comprado aquel sillón sin saber que todo aquel que se sentara en él moriría en el acto.

Horrorizado como estaba, solo alcancé a preguntar por qué no lo habían tirado al descubrir lo que pasaba con aquel sangriento asiento. La respuesta de mis padres me heló la sangre.

Aquella butaca inofensiva a primera vista le quitaba la vida a todo aquel que se sentara en ella, y no solo eso, sino que le otorgaba la vida de la víctima al dueño de dicho sillón, en este caso a mis padres. Quienes afirmaban no poder deshacerse del sillón, pues si lo hacían, todos aquellos años concedidos por tan vil mueble se desvanecerían en cuestión de segundos y ellos morirían en el acto, sin saber cómo habían ligado sus vidas al sillón de manera irremediable.

Estaba atónito. Solo podía mirar a mis padres con asombro. Un momento antes estaban frente a mí, pero al minuto siguiente se abalanzaban sobre mí. Intenté zafarme de su agarre, pero sin éxito, pues estaban haciendo uso de toda aquella fuerza obtenida con aquellas vidas robadas.

Un minuto antes aún vivía. Un minuto después, yo yacía muerto, mis padres más jóvenes y fuertes, y su horrible secreto a salvo.

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Updated: 25 noviembre, 2024 — 12:53 pm