Actividad 8M Día de la Mujer

8 M DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

El 8 m no es un día de celebración, es un día de reivindicación y crítica. Se reivindica el derecho humano de la igualdad real entre hombres y mujeres y se critica toda actitud que lo elimine o lo ponga en entredicho.

Este año, en el IES LAUREL DE LA REINA, lo  hemos querido conmemorar  haciendo una comparación entre la manera de entender lo femenino, tal como lo reflejaba el poeta granadino Federico García Lorca en sus tragedias, y la manera de entenderlo un siglo después, en la actualidad.

FEDERICO, LA VOZ DE LAS MUJERES

Hace un siglo, a principios del XX, el poeta granadino caracterizaba la opresiva situación que padecían las mujeres españolas de todas las clases sociales. En ese momento, las costumbres, la cultura y el qué dirán reprimían de una forma cruel cualquier comportamiento que fuese considerado no aceptable para las mujeres y las consecuencias eran la discriminación y el sufrimiento de estas.

El poeta apostó siempre por los sujetos de la marginación: mujeres oprimidas, obreras ahogadas, novias y mujeres encerradas en el mutismo, solteras que ocultan sus cuerpos y los ven secarse, mujeres a las que, ante la represión, solo les queda el silencio o la locura.

Para nuestro poeta, la defensa del mundo femenino y la crítica a su situación eran una obligación y las realizaba retratando personajes femeninos de gran riqueza psicológica. Mujeres fuertes que, cuando se ven sometidas, se rebelan y, ante esa rebelión, el cruel entorno social las llevará a la desesperación y a la tragedia. Mujeres en permanente estado de frustración emocional,  con grandes sueños y deseos que nunca llegan a realizarse.

Pero la mujer lorquiana no es sólo víctima sino también victimaria de un orden social establecido y arcaico que las propias mujeres, al igual que los hombres,  transmitían y ayudaban a perpetuar.

Vecinas cotillas, criadas, lavanderas…. conversadoras que espían y juzgan lo que sucede en los pueblos, de acuerdo con la moral tradicional. La rebelde protagonista de La Zapatera Prodigiosa se  enfrenta contra las  chismosas que se alimentan de vidas ajenas. “Larga de lengua, penacho de catalineta… Esto lo digo para que me oigan todas las que están detrás de las ventanas”.

Bernarda, la madre de La casa de Bernarda Alba, carcelera y transmisora de la opresión femenina, desencadenará la peor de las tragedias, el suicidio de su hija menor y la reclusión de las demás, por miedo al que dirán y la protección de “la honra” que está depositada, desde el punto de vista patriarcal y machista, en la virtud sexual de las hijas.

Pero quizás a quienes mejor retrata Federico es a las mujeres insumisas, porque la mayor parte  de las protagonistas de sus tragedias (hijas, novias, esposas) no responde plenamente al arquetipo de femineidad de la época. Sus  personajes femeninos son mujeres desobedientes, respondonas, con una cuota de autonomía cuando no de abierta osadía.

Por ejemplo, la Novia de Bodas de sangre (1933) lleva a los hechos su insubordinación, decide realizar su deseo: reniega del matrimonio concertado y escapa con su amado Leonardo el mismo día del casamiento. Los rivales se matan entre sí y la Novia, a pesar de su gran gesto infractor, teñida de sangre, sigue defendiendo su honra, sentido vital de todas las mujeres. 

Su cuota de autonomía no es completa ya que esta defensa de su virginidad encierra restos del pensamiento patriarcal y machista por encima de la rebeldía. La novia no puede dejar de aclarar que es virgen, que a la tragedia de la muerte no se le suma otra que parece increíblemente  estar al mismo nivel, la pérdida de la honra que, como se ha reflejado, está depositada en su virtud sexual.

Adela, la apasionada y sensual hija menor de Bernarda Alba, cree que Pepe el Romano le pertenece como ella a él, está dispuesta a ser su amante. “Soy su mujer”, proclama con orgullo,  y no le importa transgredir cualquier barrera impuesta al mundo femenino. Y cuando se convence de que él ha muerto, antes de caer prisionera de Bernarda, se mata.

Un siglo después, mucho ha cambiado la vida y percepción de las mujeres gracias al movimiento feminista, a los hombres y mujeres que han luchado desde muy diversos frentes para que los avances en la aplicación del derecho humano de la igualdad sea un hecho, pero aún sigue habiendo desigualdad y discriminacion.

Ahora el chismorreo no se produce detrás de las ventanas, ni lavando en el río, sino en las redes, donde el trato a hombres y mujeres es bien diferente. A ellas se las sigue juzgando por su honor sexual, cosa que no sucede con ellos. Las palabras “zorra” o “puta” se siguen aplicando a las mujeres y no existen expresiones parecidas para los hombres ante las mismas actitudes y comportamientos. Y los juzgadores, también en la actualidad, son de ambos sexos. 

Es indudable que siguen existiendo prejuicios contra las mujeres que no cumplen con el rol que les ha sido culturalmente asignado. Es indudable que las consecuencias derivadas de estos prejuicios siguen produciendo dolor, que no está todo conseguido.

La lucha por la igualdad real entre hombres y mujeres debe continuar.