El trabajo doméstico

 

El trabajo de cuidados sin remuneración económica se divide en directo (dar de comer a un bebé, cuidar a un enfermo) e indirecto (cocinar, limpiar, planchar) y en un tanto por ciento muy elevado lo realiza el sexo femenino. En ningún país del mundo existe igualdad entre hombres y mujeres en el reparto de las tareas domésticas.

Vamos a analizar algunos datos:

Según los últimos datos del INE (Instituto nacional de estadística) correspondientes al año 2016, las mujeres dedican 20 horas a la semana a las labores domésticas mientras que los hombres dedican 11 horas. Al cuidado de los hijos, ellas dedican 38 horas y ellos 23.

En datos de 2018 del mismo organismo, el 24% de las mujeres que trabajan de forma remunerada, lo hacen a media jornada mientras que solo el 1,9% de los hombres que trabajan lo hacen a tiempo parcial. En el primer caso el motivo es el cuidado de los hijos y en el segundo, el motivo principal es el de seguir estudiando y formándose.

Según la OIT (Organización internacional del trabajo), si hubiese una huelga de cuidados, tres cuartas partes del trabajo no remunerado quedaría desatendido. Esta organización también concluye que cada día se dedican en el planeta 16.400 millones de horas a este trabajo, lo que equivale a 2.000 millones de personas, mayoritariamente mujeres, trabajando 8 horas al día sin cobrar.

La OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo económico) estima que si sumamos el trabajo de pago y el de no pago, las mujeres trabajan 2,6 horas diarias más que los hombres en promedio. Si esto es así, su aportación al PIB (producto interior bruto) sería mayor que el de la industria.

Debemos comprender que existe un trabajo invisible, clave en la desigualdad de género. Según la economista americana Heather Boussey en las empresas siempre hay un “socio oculto”, es la esposa que permite al trabajador rendir al no distraerle con los asuntos domésticos de los que ella se ocupa sin cobrar. Esta esposa, aunque  trabaje fuera de casa, se sigue haciendo cargo mayoritariamente de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos.

Esta clara desigualdad estadística se debe a la persistencia de los roles de género. La asimetría en la distribución de las tareas del hogar es una de las causas fundamentales de las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres en el mercado laboral.

Cuando las mujeres trabajan fuera de casa, ganan menos que los hombres, tienen obstáculos para acceder a cargos importantes y trabajan mayoritariamente en trabajos asociados a roles de género como son las tareas domésticas y el cuidado de personas. Las mujeres son mayoría en el mercado de pago entre las empleadas domésticas, limpiadoras, cuidadoras de ancianos y de personas dependientes…..

Estos trabajos siguen estando mal pagados y poco valorados socialmente.

En nuestro centro se refleja perfectamente esta situación:  las personas que se dedican a la limpieza son mayoritariamente mujeres, en concreto cuatro. Tres trabajan por la tarde, Loli, Blanca y Conchi y una por la mañana, María Jesús. Además, trabaja en el centro Gulnaro que se dedica exclusivamente a la limpieza de cristales.  

Y la pregunta que se plantea es, ¿respetamos su trabajo?, ¿ le damos el valor que tiene para que el centro funcione? Y la respuesta es NO. 

No lo hacemos cuando tiramos al suelo basura,tanto en clase como en el patio, no lo hacemos cuando pintamos las mesas o las paredes, o pintamos los radiadores e introducimos en ellos basura, cuando no subimos las sillas, cuando orinamos conscientemente fuera del inodoro ……… 

Su trabajo consiste en limpiar la suciedad y la basura que se acumula en los sitios indicados para ello y no en recoger lo que tiras fuera o limpiar lo que deterioras.

 

No contribuyas con tu comportamiento a continuar con la discriminación.

Todo cambio comienza en ti.