La violenta alegría del estío,
que embota el seso y suelta las hormonas,
las lecciones empiece remolonas
y propicia procaz el amorío.
Cayó la escueta contención que el frío
oponía tenaz a las rabonas.
Huérfana el aula de axes y rexonas,
pulula la fragancia a su albedrío.
Esas menguadas prendas sin visillo
que a victoria despojan de su arcano.
Esa bermuda laxa que, bajera,
revela el calvinklein del mercadillo.
Despedid a la casta primavera,
que llegan los rigores del verano.
(Rafael Herrera, profesor de Griego)