ANA NO. La huella de la incansable lucha
–Por Carmen Huertas Vega de 2ºBachillerato B–
Agustín Gómez Arcos fue un escritor y dramaturgo almeriense que murió en 1998, olvidado por su país y reconocido en Francia, donde se exilió acosado por la dictadura y represión franquista. Mientras que en su país natal la gran mayoría no lo conocemos, es un escritor de estudio obligatorio en la educación francesa, ya que escribió todas sus obras en francés a pesar de que quiso hacerlo en español y no se le permitió. Sin embargo su escritura siguió mirando hacia aquí, hacia un país polarizado y agrietado por una guerra y una dictadura que dejarían una huella para siempre en muchísima gente. Obras como El cordero carnívoro o María República todas giran alrededor de las heridas de la guerra, la carencia de libertad y derechos y la durísima represión.
Me parece que es fundamental cuestionar y reflexionar acerca de lo que ha llevado a que escritores españoles como Agustín no puedan expresarse libremente en su idioma y tengan que adoptar otro, obligados a exiliarse, no sólo físicamente sino también de todas las maneras posibles. Creo que es crucial reivindicar y dar a conocer a los escritores y a todos aquellos artistas e intelectuales que tuvieron que exiliarse y abandonar su país en contra de sus deseos, caminando hacia el olvido permanente. Ahora que podemos, y que la memoria democrática está demostrando el poder de su fuerza colectiva, es necesario que demos a conocer todos estos nombres que cayeron en el olvido solo por luchar para alcanzar un país justo, más allá de los grandes nombres.
Gómez Arcos creó el personaje de Ana inspirado por una leyenda extendida en España durante la posguerra, la cual le contó su madre. Aunque no se sabe con certeza si Ana Paúcha realmente llegó a existir, esto en ningún caso deja de ser una historia real, porque es la historia de muchos, la historia de todas las Anas a las que la guerra arrebató todo, llevándose consigo la luz y la identidad de cada una de ellas y dejando una grieta profunda y eterna en sus vidas.
(Ana no, Agustín Gómez Arcos. Editorial Cabaret Voltaire 2013)
Ana es una vieja mujer de mar que vive en un pequeño pueblo de Almería. 75 años y ningún rastro de lo que un día fue su vida. Hace 30 que perdió a su marido y a sus dos hijos en la guerra, sólo le queda Jesús, el pequeño, pero a ese lo perdió también, lo condenaron a cadena perpetua en una cárcel del norte de España por apoyar a la República. Desde entonces su vida se ha convertido en una negación constante, ya no es Ana Paúcha, ahora es Ana no, hace tiempo que dejó de confiar en Dios y lo único que le queda para aferrarse es la muerte. Por ello decide dejar todo, que en realidad es nada, para emprender un viaje y cruzar el país andando y encontrarse con su hijo pequeño. Los horizontes de su vida son reducidos, es analfabeta y no sabe dónde queda su destino, su único mapa son las vías del tren y sus pies, cansados pero decididos.
En este viaje que parece sempiterno el equipaje que la acompaña es un trozo de pan con mucho azúcar, lo que ella llama bizcocho, un regalo para su hijo del tamaño de la esperanza en la vida que aún le queda. Lo que parece un trayecto imposible hacia un lugar remoto es en realidad un camino hacia la muerte, hacia el final de su vida en el que Ana, eterna luchadora, encuentra el rastro de su identidad para volver a ser, al menos por un momento, Ana sí, y adquirir de nuevo la identidad que le quitaron.
Durante su viaje, con la única compañía de su voz interior, sus recuerdos y la muerte que parece hablarle encuentra algunos otros acompañantes que le devuelven de alguna forma la ilusión. Una perra vieja y cansada con un alma pobre, reflejo de la suya, a la que también tendrá que decir adiós. Un viejo invidente que será su compañero durante parte de su camino y le devolverá un haz de felicidad. El ciego la enseña a leer y a escribir, le da la herramienta fundamental para reconstruir su identidad y para ser alguien capaz de reconocer la miseria de su país, que es la suya propia. Sin embargo este, que se gana la vida cantando en la calle, un día es metido en prisión por cantar una canción aludiendo a la igualdad y la justicia. La sociedad atrasada, ignorante y reacia al progreso lo acusa de agitación política, porque claro, es un peligro social. Esto refleja la realidad más triste de la posguerra, el alma negra y obsoleta de un pueblo estancado en seguir forjando un país basado en la división, en la estigmatización y en la exclusión.
Ana, cegada por el hambre y el cansancio, terminará en una manifestación de apoyo a la Patria, a los vencedores, a los que sí son recordados y donde incluso llega a ver al Caudillo, el Generalísimo glorioso, también viejo y en las puertas de la muerte, pero honorificado y ensalzado. Ana se pregunta al principio si los manifestantes hablarán de su patria, de la patria de los vencidos ¡A saber que es la patria de un vencido!. Es aquí donde por primera vez ya no sostiene el bizcocho, la esperanza sobre su vientre porque se ha resecado, se ha esfumado. En Madrid Ana pasará por el Valle de los Caídos, donde sólo yacen los caídos por la Patria porque los demás, los que lucharon por su dignidad, no existen.
Finalmente llegará al norte acompañada de un circo ambulante, con los pies acostumbrados al dolor interminable y la muerte esperándola. Ha llegado, y por un momento es Ana sí, la Ana que ríe, la Ana joven, la que se afirma. Pero este regreso de su identidad es fugaz. Siguiendo las indicaciones de aquellos que no se negaron a escucharla por su aspecto de mendiga logró encontrar la cárcel donde su hijo el pequeño llevaba 30 años encarcelado, sin siquiera saber por qué ya que al terminar la guerra lo dieron por desaparecido para después terminar preso. Cuando llega y pregunta por su nombre un guardia, sin ningún reparo, le confirma lo que en su viaje no tuvo tiempo de plantearse: su hijo murió por una enfermedad junto a muchos otros y ahora se encuentra en el mismo lugar sin nombre que sus otros tres hombres, en una fosa común sin identidad, dignidad ni humanidad.
Ahora sí, Ana es la forma más absoluta y profunda de negación, ya no le queda nada, ni sus hombres, ni el bizcocho, ni su viaje, ni su esperanza. Ni siquiera una tumba donde gritar, llorar y vomitar su dolor. Su nombre, como el de tantos otros ignorado de antemano y para siempre, desde el anonimato, tendrá que soportar la gloria aplastante de los nombres de «los otros», los vencedores. Porque esto es la guerra, ese después que se sufre a solas cuando solo nos regresa el silencio. A eso, lo llaman ustedes paz.
Las pisadas de Ana dejaron huellas que no llevaron a ninguna parte. Ana tuvo que tragarse su dolor y ahogarlo con el dolor general sin poder contar a nadie su historia. Ni siquiera importa si Ana fue o no fue porque ella no es un caso aislado, sino el espejo que refleja el desamparo de todos los demás, los que lucharon y lo perdieron todo, hasta su nombre, los que nadie recordó nunca y sobre los que se construyó una falsa creencia de paz, concordia y de progreso. Porque la guerra, por muchos años que pasen, no terminará hasta que seamos todos conscientes de que las almas apagadas a la fuerza como las de Ana existieron, de que hubo personas a las que les fue arrebatado todo sueño y toda esperanza se ser y de poder ser. Y de que ellos merecen que les devolvamos, a través de la memoria, la dignidad que no tuvieron.
Para acabar, al acompañar a Ana en su viaje, he recordado este poema de otra luchadora que la describe, que describe esa fuerza incansable que ni la más absoluta negación puede ocultar, dejando la huella de la incansable lucha.
«Los pobres aman con las manos.
Los pobres aman en la carne y con gula,
en las peores estampas,
en condiciones famélicas
y con todo en su contra.
Y parece que su amor se yergue
indestructible a pesar de,
a pesar de los miles de plagas,
de los sueños frustrados y fracasos andantes,
de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,
más valiente que Heracles,
más Odiseo que Odiseo.”
[«Con las manos», GATA CATTANA]
Por Ana, por todas y por todos los que aún quedan por recordar.
Carmen Huertas Vega
2º Bachillerato-B