«De grafito era mi sangre y llegaba a ti en forma de carta» («La estancia», BARRICADA)
Decía el poeta Pedro Salinas que “es en las cartas donde se existe, mucho más que se existió en la vida, porque en ellas se sobrevive”.
Después de las últimas sesiones en las que hemos hablado, caracterizado y comparado los procesos represivos realizados por parte de los sublevados franquistas y los llevados a cabo en la zona republicana; hemos conocido una serie de conceptos básicos como dictadura, democracia, represión, genocidio, limpieza étnica o crímenes de lesa humanidad; y hemos visto y reflexionado sobre el documental Donde el trigo crece más alto, se propuso al alumnado realizar un pequeño ejercicio de empatía y recreación histórica con todo ello.
Debían imaginar que, una vez acabada la guerra, han sido apresados/as por falangistas y metidos/as en la cárcel, sin saber qué va a ser de ellos y ellas, bien porque les caiga cadena perpetua, bien por que les apliquen la pena de muerte. Pero tienen la oportunidad de hacer saber lo que les está ocurriendo mediante una carta escrita a mano dirigida a quien consideren.
Para ello, deben elaborar un relato, en forma de carta, en el que expongan su situación y expliquen lo que está ocurriendo, quiénes están llevando a cabo dichas represiones, quiénes las están sufriendo, qué prácticas se están llevando a cabo, etc. Además, a lo largo del relato deben usar los siguientes conceptos tratados en clase: genocidio, limpieza étnica, crímenes de lesa humanidad, violencia sexual y sexuada, represión, deshumanización, franquismo, fascismo, derechos humanos, democracia, antifascismo, extrema derecha, olvido, silencio.
Un ejercicio que, como refiere la compañera Águeda, «a pesar de la dureza del relato tiene el romanticismo de una carta».
D.E.A.
Hola, querido David,
Soy Daniela y te hablo desde la cárcel, y encontré este papel y bolígrafo para poder escribirte esta carta. En la época del franquismo hubo un gran genocidio en el que muchas personas se fueron con una muerto poco digna. Yo fui encarcelada solo por el hecho de ser lesbiana, mataron mi hija por yo ser lesbiana.
Abusaban de mí y de mi familia, antes de matar a mi hija, mi padre fue represaliado, a mi madre la raparon y murió. Todo lo que esta ocurriendo es una deshumanización, nos tratan como si fuéramos animales y sólo lo hacen con los antifascistas ya que sólo desean matarnos por no ser del mismo bando que ellos.
España solo desea volver a una democracia con leyes y sin tratarnos mal, y aparte de no seguir matando personas rojas, antifascistas, lesbianas, gays, etc. Es todo un sinsentido. Los antifascistas seguimos firmes, no perderemos la esperanza de un mañana donde la justicia gane a la extrema derecha, a todos los que odian a rojas, gays, bolleras, etc. Y sobre todo que la memoria no se borre ni de nuestra mente ni de nuestro corazón.
Con fuerza y fe.
Daniela.
E.S.M.
Buenas, querida Sara,
Soy Eva y me han secuestrado y encarcelado con 19 años. He encontrado este folio y un bolígrafo y pienso escribir todo para que quede constancia de todo esto que está pasando. Mis compañeros de celda y yo estamos siendo completamente deshumanizados.
En el pueblo vecino a las mujeres les hacen tomar aceite de ricino y son paseadas y abusadas. Ya no existen lo derechos humanos, solo existe la represión. España está sufriendo un genocidio, todos queremos una democracia y que el franquismo acabe de una vez. Estamos desesperados, huyendo hacia cualquier parte. Algunos de mi familia han podido exiliarse a Argentina, intentaremos ir con ellos.
Mujeres y homosexuales son violados y sufren violencia sexuada y no se puede decir nada. Le extrema derecha apoya a Franco y nos quitan todos los derechos, sufrimos abusos y no podemos decir nada porque nos matan y nos tiran a las cunetas, estamos aterrorizadas.
Cuando el ejército franquista llegó a Iznalloz, empezaron a matar a los antifascistas sin mostrar arrepentimiento, a mi me cogieron por roja, no pude escapar y no sé cómo está mi familia, ni mis amigos. Puede que esté aquí encerrada durante mucho tiempo, aunque tengo esperanza de salir. A mi compañera María se la llevaron ayer, no sabemos qué le pasó, pensamos que la ejecutaron aunque recemos porque esté bien. Mi familia no sé si pudieron llegar al barco que los sacaría de esta represión y tampoco sé si los volveré a ver. Rezo cada noche desde que me encerraron el 28 de octubre para que estén sanos y salvos.
A mi compañera Jenna la encerraron por lesbiana, estamos tratando de escapar, tenemos un plan. Cuando los policías salgan a desayunar terminaremos de abrir la ventana que ya forzamos antes y, aunque es pequeña, podremos salir. En cuanto salgamos iremos directos a la costa para poder huir de todo esto. Tenemos pensado ir a Argentina por la parte de mi familia que este allí y la que tuvo que haber llegado, porque de la familia de Jenna no sabemos nada.
Estoy asustada, angustiada y aterrorizada. Pienso en todo esto y no puedo creer toda esta matanza. Espero que en el futuro esto no vuelva a suceder y no haya neofranquismo. Estoy harta de todo esto, de no poder ser libre, de no poder decir qué pienso y sentirme atrapada. Mis padres, mis tíos, mis abuelos, mis primos no sé si siguen vivos, pero yo sigo llorando y rezando por ellos cada noche.
Mañana es el día, trataremos de escapar. Si morimos será luchando por sobrevivir. Necesitamos ayuda. España necesita ayuda. Espero llegue esta carta y se sepa todo esto.
Un gran abrazo con cariño Eva.
Te quiero.
A.M.M.
Querida madre,
Te escribo desde esta cárcel donde me han encerrado, junto a más compañeros, por órdenes del franquismo (como llamamos al fascismo impuesto por derrame de sangre en España por Franco). Si te preguntas cómo estoy logrando escribirte, encontré con suerte un papel y un lápiz en el bolsillo de uno de los muertos por hambre de mi celda.
Todos nosotros estamos siendo las víctimas de un genocidio, simplemente por ser lo que ellos llaman «antifascistas«. Tienen orden de capturar, torturar y asesinar, a cualquiera que encuentren; abusan continuamente de cualquier mujer o niña que encuentran sobrevivientes de la guerra (incluso de algunos hombres).
La represión comandada por esta extrema derecha se sustenta en deshumanizarnos: nos tratan y piensan de nosotros como si fuéramos ratas, cucarachas. Esto es lo que hace que les resulte tan fácil reprimirnos y no sentir piedad de nosotros. Particularmente, a mí me encarcelaron por «rojo«, estuve en varios mítines del partido comunista previamente a la guerra. Gracias a Dios solo sufrí varios golpes en los primeros días (tengo aún algún moratón) pero he estado relativamente tranquilo dentro de este infierno.
He intentado varias veces escapar de aquí, pero está demasiado vigilado y no creo que si fallo tenga un segundo intento (tú sabes a que me refiero). Aún así, he tenido que ver los malos tratos a los demás con mis propios ojos. Vi cómo se llevaron a varias mujeres para raparlas y abusar de ellas, cómo ejecutaban a muchos de mis compañeros, la escasa comida e higiene, etc.
Si no vuelvo a ver el sol fuera de aquí por estas pésimas condiciones o porque me ejecuten antes, sólo pido que los demócratas vuelvan a renacer de sus cenizas y eviten nuevos movimientos de extrema derecha (una especie de neofascismo).
Con cariño de tu hijo.
A.F.M.
Querida Tata,
Te escribo para decirte todo lo que estoy viviendo. Desde que empezó el franquismo, he visto a muchas personas que se han tenido que ir con los fascistas y no han vuelto. Pensábamos que no les pasaría nada pero los que han vuelto nos han dicho que han sido torturados de manera inhumana.
Desde que estoy en la cárcel he visto cóme torturan e, incluso, cómo matan. Sé que voy a morir, por eso quiero que sepas todo lo que estoy viendo en este lugar, y quiero que cuando acabe la dictadura lo cuentes, para que no vuelva a ocurrir lo mismo.
Aquí nos tratan como si no fuéramos personas, nos obligan ha hacer trabajos forzados, no nos dan apenas de comer, nos torturan, y todo por no pensar ni ser como ellos. Muchas mujeres han sido violadas sin haber hecho nada malo. Creo que esto debe acabar para que nadie más sufra como estamos sufriendo. Espero que haya antifascistas que luchen por volver a tener una democracia donde, al menos, podamos ser un poco más libres que ahora.
No entiendo la necesidad que tienen de matar a tantas personas solo por su ideología. No es sólo saber que vas a morir, también es tener que sufrir tantas torturas sabiendo que vas a morir sin volver a ver a tu familia, sin poder despedirte de la gente que te quiere. No te preocupes por mí, dentro de lo que puedo, estoy bien. Espero que esto termine ya para poder volver a Campotéjar a visitarte.
Te quiere, Aurora.
Granada, 7 De Diciembre de 1939.
J.G.O.
Querida Juanita,
Te escribo desde la cárcel de Iznalloz, lo estoy pasando realmente mal, los fascistas me han metido aquí, no quieren a nadie como nosotros vivos. Estamos en muy malas condiciones, nos están deshumanizando poco a poco. Desde que el franquismo llegó, España se ha convertido en un genocidio, en unas pocas horas he visto mucha violencia sexual y sexuada a las mujeres y otros tipos de agresiones inhumanas.
A todos los represaliados de esta cárcel nos han quitado los derechos humanos y hemos sufrido cosas como crímenes de lesa humanidad, con violaciones, bebés robados y mujeres rapadas. Esto es un infierno, espero salir pronto aunque no sé si llegaré a conseguirlo, pero tengo esperanzas de que sí.
No conozco a nadie, no sé dónde está mi familia, ni si siguen en España o si se los han llevado a otro lugar. Tengo compañeros antifascistas que desde aquí estar luchando por nuestros derechos y por recuperar la democracia. Si conseguimos llegar a derrotar al franquismo espero que en el futuro nadie lo apoye y no haya neofascismo, porque nadie se merece todo esto. Además la extrema derecha no está respetando a nadie y están planeando fusilarnos a todos los encarcelados. Ojala tú y tus seres queridos estéis bien.
Espero salir de esta.
J.C.O.
Querida Dolores,
Ya hace más de una semana desde que fuimos juntos a la iglesia, creo, el tiempo pasa muy lento aquí. Te escribo, amor mío, que tras vernos ese día, unos hombres armados entraron en casa de mis padres. Yo estaba en mi habitación cuando escuché un disparo. Al segundo siguiente unos hombres entraron a mi habitación y me golpearon la cabeza. Al despertar me encontraba en una cama de colchón viejo y madera húmeda. Aquella habitación era oscura, con una sola ventana del tamaño de mi mano y un montón de compañeros que dormían cerca.
Me quitaron me ropa y llevaba un tipo de pijama gris muy mal cosido. Unos hombres armados nos sacaron de la habitación y comenzaron a explicaros reglas y órdenes. Hubo murmullos y oí palabras que no entendía de otros compañeros, como por ejemplo «genocidio». No conozco su significado ya que, como sabes, no llegué a terminar la escuela. Otra palabra rara que escudé fue «deshumanizarnos«, lo que parece significar que nos dejarían de tratar como seres humanos. Un compañero alzó la voz, reclamando sus derechos y dijo que no deberíamos estar ahí. No lo he vuelto a ver.
Mis compañeros, por la noche, mencionaron diversas palabras: Franco, fascismo y franquismo. No pude saber de qué se trataba ya que no los volvieron a mencionar. A partir de ahí se referían a él como «el diablo«. A la mañana siguiente los hombres armador nos llevaron a unas ruinas y nos obligaron a trabajar. Tal vez estaba pagando por aquel vestido que robé para ti aquel invierno. Si es por eso, saldré antes de lo que pensaba. En las habitaciones, se escuchaba a hombres llorar y mencionar a sus esposas. Decían que estaban reprimidos, encerrados y algunos muertos por orden del «diablo». Espero que te llegue un día esto Significará que estás bien.
Otras palabras que escuché fueran «extrema derecha», los «sirvientes del Diablo» y «democracia», que según los murmullos es lo que deberíamos tener, vivir libres y con derechos humanos. Hace dos años que escondí este carboncillo y este papel con el que te escribo bajo mi cama, intentaré comunicarme con el exterior y enviarte esto lo antes posible, mi amor.
Uno de mis compañeros, durante el día de construcción, se rompió una pierna al caer de una altura crítica. Al parecer, los armados se apiadaron y se llevaron al hombre «a casa con el padre«. Todos lloraron, ya que seguro querían irse a casa como él. Otro hombre, aquella noche, me preguntó si era antifascista. Recordé el nombre del «diablo» y todo lo que se la asociaba y asentí. Sonrió y me deseó lo mejor.
Amor mío. El día de ayer me rompí un brazo en la mina, no sé si me van a enviar «a casa con el padre» o «a dar un paseo», como dicen «los armados». Si vuelvo a casa, mi amor, prometo que te pediré matrimonio y nos caseros. Ya vieren. Te quiero Dolores.
JOSÉ.


