Se suele decir que uno sabe dónde y cómo empieza pero no dónde ni cómo va a acabar. Habría que añadir que tampoco se sabe por qué veredas va a pasar. Esto nos ha pasado con esta apuesta que hemos hecho por la memoria democrática.
Con más ilusión que formas ni academicismos empezamos este camino hace cuatro años, sin pretensiones de ir más allá que introducir lo que llaman ahora «píldoras» sobre memoria histórica y democrática, en forma de pequeñas actividades y propuestas de investigaciones voluntarias de manera puntual en el currículo. Rápidamente hicimos de esta apuesta una convicción, por convencimiento y compromiso docente, ético, moral y cívico, en un contexto en el que los discursos de odio, excluyentes e intolerantes han pasado de manera descarada de las redes sociales a los pasillos y aulas de los institutos. Aunque la batalla frente a las redes sociales es complicada y desigual, decidimos plantar cara en y desde las aulas con diversos objetivos innegociables y que se han convertido en pilares de esta propuesta y ya proyecto: enfrentar y contrarrestar con pedagogía, de forma clara, directa y sin ambages el ideario y la dialéctica reaccionaria y revisionista; dejar expresar y argumentar a ese alumnado reaccionario y revisionista; dar voz, recursos y espacios de divulgación y difusión al alumnado que no comulga con ese ideario tan «revolucionario»; fomentar la creación y formación de criterio y opiniones propias, críticas y rigurosas en el alumnado en general; interpelar en la medida de lo posible a la comunidad educativa del centro y de su entorno más inmediato al respecto; y divulgar y difundir el conocimiento creado en las aulas. En definitiva, hacer del centro educativo un punto de encuentro, de entrada y de salida del conocimiento generado por el propio alumnado, y de diálogo con el pasado, el presente y el futuro personal, familiar y comunitario.
En este sentido, sin ser muy conscientes de ello, las alumnas (porque ELLAS son mayoría, rozando la exclusividad) han conseguido llegar más allá de su propio entorno más inmediato. Porque las redes pueden ser un arma de doble filo, es cuestión de elegir qué filo vas a usar y para qué lo vas a usar. Esas mismas vías de difusión líquidas y etéreas que sirven al neofascismo, extrema derecha y neobrofranquismo propagar y escupir egagrópilas en forma de doctrinas, ideologías y discursos trasnochados y torrentianos, son las que TAMBIÉN permiten contrarrestarlas.
Un claro ejemplo es el mensaje que seguidamente reproducimos íntegra y literalmente que nos ha hecho llegar Juanma Lozano Fernández, nieto de un agrimensor del gaditano pueblo de Espera que fue ejecutado y hecho desaparecer por parte de los sublevados en agosto de 1936. Juanma es uno de los protagonistas del documental «Alcancías» [https://www.youtube.com/watch?v=Df2bkDZrLBQ&t=247s], realizado por Juan Miguel Baquero Zurita. En su día llegó, no ya a sus oídos sino a su móvil, las reflexiones que sobre el documental realizaron las alumnas de la materia de Memoria Democrática de los Montes Orientales que este curso hemos ofertado para 4º de la ESO: Érika Hurtado Martínez e Inés Barros Tejada.
Sin duda son estas cosas las que hacen que, a pesar de todos los tropezones, dificultades, adversidades y sensaciones de soledad ante el páramo con los que todavía actualmente (después de «cincuenta años de democracia», ¿quién lo iba a decir?) nos encontramos los y las docentes de centros públicos a la hora de cumplir con lo establecido por la Ley y la Constitución, hacen que merezca la pena es el esfuerzo y el trabajo realizado «con nocturnidad y alevosía».
Porque la memoria histórica y democrática no va nada más y nada menos que de derechos humanos básicos, ética, humanidad. Contamos con muy buenas materias primas para la arcilla de las alcancías, no del futuro, del presente: el alumnado. Pero por desgracia aún se necesita de un desgrasante esencial: el compromiso y el empeño personal.
Por cosas así defendemos que las aulas no sean jaulas.

Hola, soy Juanma Lozano Fernández, el nieto de Juan Fernández Macías, “el Agrimensor” de Espera, ya me conocéis, me habéis visto en el documental “Alcancías. Memorias de la Sierra de Cádiz». En primer lugar, quiero transmitiros mi más sincero agradecimiento, en nombre propio, en el de mi familia y en el de todas las víctimas del franquismo. Mi testimonio es uno más de entre miles y miles de historias silenciadas. Gracias de todo corazón por la gran labor que estáis llevando a cabo en IES Montes Orientales de Iznalloz.
Cuando la compañera Montse Fernández Garrido me envío el enlace de vuestro blog con las reflexiones de las alumnas, lo primero que pensé es que recuperar la memoria valía la pena. Cuando leí las reflexiones de Érika e Inés, vino a mi mente el recuerdo de mis tías y me emocioné, unas lágrimas vinieron a mis ojos. Érika e Inés volvían a explicar la historia de mi abuelo Juan “el Agrimensor”, de mi familia, casi igual que me la explicaron mis tías, sucedió algo casi “mágico”, la memoria fue rescatada, yo sólo he sido la correa de transmisión entre dos generaciones de mujeres; mi tía Frasquita y mi tía Rosario (catorce y siete años, cuando asesinaron a su padre) y Érika e Inés. Las mujeres fueron las verdaderas depositarias de la memoria, pero como muy bien dice Inés: “fueron las grandes olvidadas”. Siempre compartiré contigo, Érika, esa pena y esa rabia al imaginar a mi tía Frasquita con catorce años escribiendo la fecha del asesinato de su padre.
Aunque se empeñen en repetir una y otra vez esos discursos de odio, me gustaría transmitiros que yo no siento odio, porque el dolor se hereda pero el odio no. Érika, Inés, recordar, como muy bien dice Juanmi Baquero: “es volver a pasar por el corazón”, la memoria cura, nos cura a los familiares de las víctimas del franquismo y cura a la sociedad, ese es el objetivo.
Solo me queda dar las gracias de todo corazón a todo el equipo docente del IES Montes Orientales de Iznalloz, muy especialmente al profesor José María García-Consuegra Flores por su gran labor, y cómo no a Érika e Inés, que tan bien han plasmado la memoria que me transmitieron mis tías, de mujeres a mujeres, yo solo he sido la correa de transmisión entre dos generaciones de mujeres valientes, la memoria ha sido rescatada.
Juanma Lozano Fernández, el nieto del «Agrimensor» de Espera.