Cuando descubrieron que eran policías salieron corriendo, Porto y Diego saltaron la pared de un chalet y se escondieron dentro. Carpio y Lamela fueron arrestados, los llevaron a comisaría y tuvieron que pagar una multa de 600 euros cada uno, pero como no pudieron pagar esa multa, los padres pidieron que los condenasen a libertad vigilada y tuvieron que ir todas las tardes a un centro educativo tres horas cada día para estudiar. Porto y Diego estuvieron en busca y captura unos meses y decidieron entregarse a la policía.