Guía para la exposición bibliográfica sobre la revista Cántico

La exposición bibliográfica sobre el 75 aniversario de la revista Cántico se distribuye en tres vitrinas:

La primera contiene los expedientes académicos de casi todos sus integrantes, ya que, al haber estudiado en el Instituto Provincial de Córdoba, se conservan en el archivo del IES Séneca. No se incluye el del pintor Miguel del Moral, porque estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba.

Debemos aclarar, para evitar confusión, que Ginés Liébana y Pablo García Baena aparecen en los expedientes con el nombre de pila de César Liébana Velasco y Rafael García Baena respectivamente. 

La segunda se centra en la revista Cántico y sus homenajes.

Antes de publicar la revista, eran un grupo de amigos, que se reunían en la casa del profesor de música del Conservatorio, don Carlos López de Rozas, en 1940. Allí este profesor separado del servicio por razones políticas educaba el oído de este grupo de jóvenes con audiciones de música clásica y moderna. Como agradecimiento, elaboraron un cuaderno-homenaje, El libro de don Carlos, en el que se combinan poemas y ilustraciones con motivos musicales. Ginés Liébana es el autor del dibujo en el que se ve a los participantes en esas reuniones.

1947 fue un año especial para ellos, porque deciden presentarse al premio Adonais de poesía. La desilusión de no ver reconocido su trabajo aceleró la aparición del primer número en octubre del mismo año. Como explicó años más tarde Pablo García Baena: «De aquel fracaso de Adonais nació Cántico y sus poetas buscaron el espacio literario que se les negaba…». 

La revista se identifica por el ángel, obra de Miguel del Moral, que porta la leyenda «Cántico». La imagen resulta muy significativa, porque la revista nace, en plena posguerra para cantar desde la elegía la vida, el amor, la belleza. 

Mantuvieron buenas relaciones con los poetas del 27 que permanecieron en España (Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre) y fueron los primeros en rescatar del olvido a otro poeta del 27, Luis Cernuda, exiliado en Méjico.

A pesar de que la vida de las revistas poéticas españolas es efímera, Cántico conoció dos etapas: la primera de 1947 a 1949 y la segunda de 1954 a 1957. No obstante, la revista no alcanzó el reconocimiento que ellos esperaban y decidieron poner punto final.

Como la tendencia dominante era la poesía social, se sentían ignorados y se dedicaron a otras actividades como la arqueología (Juan Bernier), el flamenco (Ricardo Molina), la confección de tapices (Pablo García Baena). 

A lo largo de la década de los 70, los vientos de la poesía cambiaron y se empezó a reivindicar la importancia de los poetas de Cántico como puente entre la poesía de los setenta (los novísimos) y la Generación del 27.

A excepción de Ricardo Molina, que falleció en 1968, los poetas de Cántico pudieron comprobar que sus esfuerzos no habían sido en balde y que la revista Cántico y sus poetas se convertían, tras los vaivenes de la historia de la literatura, en referente imprescindible de la poesía española del siglo XX.

Por último, en la tercera se puede contemplar una muestra significativa de las obras de los poetas de Cántico. Destacan por su valor bibliográfico los autógrafos de Ricardo Molina, Cancionero, Regalo de amante y el poema “Mayo” y por su valor pedagógico el homenaje, Salamandra de oro, que ofrecimos al Premio Príncipe de Asturias Pablo García Baena los alumnos y profesores del IES Séneca en 2011.

Esperamos que estas palabras ayuden a conocer un poco más a Cántico y sus poetas.

Felipe Muriel Durán

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