SEGUNDO PREMIO EN RELATO BREVE (3º-4º ESO) – 2021

SEGUNDO PREMIO EN RELATO BREVE (3º-4º ESO)

María Del Carmen Páez Rodríguez (4º ESO A)

La Visita

Era 22 de noviembre de 2003, mi hermano Eric y yo estábamos estudiando, cuando de repente…

–     ¡Eric, Sofía la cena está lista! – exclamó con un acento misterioso, como si nos quisiese dar una gran noticia.

Mi hermano y yo saltábamos las escaleras de dos en dos y nos sentamos a cenar con nuestra madre y como habíamos sospechado tenía una noticia que darnos. Íbamos a visitar a nuestros abuelos, llevábamos 5 años sin verlos y sin hablar con ellos, así que las vacaciones de este invierno las pasaríamos con ellos, mientras que mi madre viajaba a otro país para trabajar. Fue una grata noticia.

Los días pasaban lentos y el frío de la Puebla de Obando era pesado. Después de una larga y ansiosa espera, llegó el día. 19 de diciembre de 2003, solo quedaban unas horas para irnos. Yo estaba metiendo toda mi ropa en la maleta y libros para leer durante el camino, mi hermano como siempre estaba tendido en la cama, hasta que mi madre nos dijo que bajáramos nuestras cosas. Estaba nerviosa, si lo sé, son mis abuelos, pero llevaba años sin verlos y ni siquiera sabía cómo me iban a recibir o si quizás se había olvidado de mí. Cada minuto que pasaba, la tensión iba subiendo.

 

Mis abuelos vivían a las afueras de Villar de Rey, un pequeño municipio que se encontraba a solo una hora y media de mi pueblo. Después de un largo camino llegamos a la casa de mis abuelos. Era grande, pero antigua y solo tenía una ventana pequeña, que daba lugar al sótano. Mis abuelos salieron y los vi totalmente diferentes, quizás era porque nos los recordaba bien. Nos recibieron con una comida junto con mi madre. El reloj de la cocina marcaba las cinco y media y mi madre estaba preparándose para marcharse a trabajar, así que nos despedimos de ella. Eric y yo fuimos alojar todas nuestras pertenencias a nuestra habitación que estaba al lado de un cuarto de baño pequeño y que no era muy encantador. Nos tiramos toda la tarde jugando en el jardín, mientras que mi abuela teñía y mi abuelo ordeñaba las vacas. Cayendo la noche mi hermano y yo estábamos cansados y decidimos subirnos a nuestras habitaciones a dormir, pero tanto yo como mi hermano teníamos insomnio, así que comenzamos a susurrar contándonos historias. Solo pasaron tres minutos cuando empezamos a escuchar raros ruidos que procedían del salón, se escuchaba susurros, golpes extraños y pasos infinitos. El valiente de mi hermano se asomó por la mirilla y observó como mis abuelos andaban de un lado hacia otro y hablaban entre ellos. Los dos dimos un gran suspiro y nos quedamos más tranquilos, y por fin cogimos el sueño.

20 de diciembre de 2003, mi hermano y yo nos levantamos muy tarde y era la hora del almuerzo. Mis abuelos estaban hablando y se encontraban muy serios, pero entre ellos se compartían una mirada extraña y decidí no intervenir.

Terminé de comer y propuse a mi hermano dar una vuelta por el pueblo y de paso llegarnos por unos dulces, nuestros abuelos no dijeron que no, e incluso su respuesta se veía misteriosa. Después de conocer el pequeño pueblo decidimos volver, pero nos encontrábamos muy cansados y un hombre muy honesto nos propuso llevarnos en su camioneta. Y así, mientras que el conducía nosotros le guiábamos, el hombre nos dejó en el camino que estaba en frente de la casa de nuestros abuelos y se marchó apurado.

Mi abuelo estaba recogiendo la cosecha y yo le pregunté que si podía ayudarlo, pero quizás no me llevé la mejor respuesta.

–    No, vete a jugar con tu hermano o a tu cuarto pero no molestes aquí – dijo con un tono borde.

De nuevo entré en la casa y vi como mi abuela se quedaba mirando la pared y sin hablar, solo se mecía, y escuchaba el ruido de una radio rota. Mi hermano y yo muy extrañados subimos a nuestro cuarto y empezamos a contar historia de terror hasta la hora de cenar. Ese día los abuelos no nos habían  avisado  para  cenar, así que tuvimos que prepararnos nuestra cena,  mientras  que nuestros

abuelos nos observaban pensativos. No tratamos en subir a nuestro cuarto e intentar dormir. Eric llevaba una hora dormido y yo solo escuchaba de nuevo los mismos ruidos de la noche pasada. Así que decidí mirar y los vi subiendo y bajando escaleras, se notaban impacientes, nerviosos y raros. Conseguí quedarme dormida tras leer mi libro.

21 de diciembre de 2003, solo quedaban tres noches para que nuestra madre volviese y celebrara la navidad junto a nosotros. Sabíamos que este año no tendríamos muchos regalos porque mi madre no ganaba mucho dinero, pero lo más importante para Eric y para mí era que ella estuviese con nosotros.

Mi hermano despertó, y yo atacada le conté lo que había visto esa noche, y que eran diferentes a como era cuando yo los visitaba de pequeña, las fotos de nosotros no estaban y mi abuela ni siquiera llevaba la pulsera que le regalé y que tanto le gustó, nunca se la quitaba y por la noche nuestro abuelo siempre nos contaba una historia de cuando él era pequeño hasta que entráramos en sueño. Nos empezamos a asustar. Así que esa noche nos quedamos despiertos hasta que se fueran a dormir, de nuevo los pasos, los susurros, nos quedamos un gran rato mirando por la mirilla y mi abuela notó que los estábamos mirando y empezó a subir las escaleras rápidamente, cerramos la puerta con pestillos y pusimos las camas para que no se pudieran abrir. Mi hermano y yo estábamos muy asustados y decidimos intentar salir de la habitación y buscar a nuestros verdaderos abuelos. Solo disponíamos de dos gruesos platos, que nos sirvieron para golpear en la cabeza de nuestros falsos abuelos y salir corriendo. Llegamos al pasillo y vinos que al final había una puerta en la que entramos asustados. Era el sótano. Mi hermano y yo bajamos abajo y nos quedamos paralizados al ver que había dos ancianos agarrados. Eras nuestros verdaderos abuelos, así que Eric y yo lo desatamos rápidamente y entre todos conseguimos atrapar a los dos locos que había dentro de casa.

Había sido la peor situación de mi vida, pero por fin pude disfrutar de mis vacaciones con mis abuelos. No será la mejor historia que os cuenten, pero me dio a reflexionar que no puedes confiar ni de tu propia sombra.

Descripción general de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para que podamos brindarle la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en su navegador y realiza funciones como reconocerlo cuando regresa a nuestro sitio web y ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones del sitio web le resultan más interesantes y útiles.