«Invictus»

Ayer, en clase de tercero, oí, entre otras cosas, porque hay que reconocerlo, no os calláis, unos versos mal citados de este gran poema. Así que, por si puede interesar, lo recojo correctamente. Yo lo descubrí, como muchos supongo, con la película sobre Mandela (titulada así), y desde entonces me acompaña cuando la vida, a menudo, no «pinta» bien.

 

Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que puedan existir,
por mi alma inconquistable.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado, ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas,
donde yacen los horrores de la sombra,
sin embargo, la amenaza de los años
me encuentra, pero me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán castigada de castigos la sentencia,
yo soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.

                                                                                        William Ernest Henley

 

 

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