Bisbisear versus susurrar, musitar o cuchichear.
En nuestro reciente viaje a Normandía, advertimos a nuestro alumnado de varias pautas de comportamiento que debían tener en cuenta, ya que íbamos a salir a un país distinto, lejos de nuestro pueblo y sus costumbres.
Como a los españoles siempre se nos tilda de escandalosos y de que hablamos muy alto, pasamos la consigna de que debían bisbisear en lugar de hablar a grito «pelao» que es lo que los nuestros consideran que es hablar entre ellos. Ya, ya sé, estoy exagerando.
Pero no terminaba yo de acostumbrarme. ¿Por qué? Pues porque yo nunca he bisbiseado, sí, he hablado bajito, pero para mí eso ha sido siempre susurrar, murmurar o si me apuran cuchichear pero bisbisear, lo que se dice bisbisear, pues no. Nunca he sido consciente de hacerlo.
Porque bisbisear procede de la onomatopeya de bisbís que es una imitación del sonido del cuchicheo. Y no me negarán que bisbisear, bisbisearemos poco pero que susurrar y, sobre todo, cuchichear no gusta una «jartá». Y en más de un sentido.
Por cierto, en Normandía el paisaje, las ciudades, los monumentos son impresionantes, y los paisanos son muy agradables y amables, y hablar, hablan bien alto y se ríen… a carcajadas.
Y cuando estemos cansado de bisbisear pues nos queda el GRITO:
y a veces… ¡Cuántas ganas nos da de gritarrrrrr!