Hoy me ha salido una notificación en redes sociales del mismísimo Parlamento Europeo. En la misma se conmemoraba la incorporación de tres países a la Unión Europea. Esos países eran Austria, Finlandia y Suecia. Cuando miramos con perspectiva, descubrimos que esta entrada del año 1995 fue una ampliación hacia el norte y centro de la Unión Europea.
Lo cierto es que la Unión Europea siempre ha ido buscando el equilibrio económico, social, político, pero también espacial de Europa.
El proceso de integración de los distintos países en la Unión Europea (UE) ha sido largo, complejo y geográfica dispar hasta crear esta organización política y económica.
La misma ha evolucionado desde su creación en 1951. A lo largo de las décadas, se ha ampliado mediante la incorporación de nuevos países que se fueron adhiriendo a los Estados miembros iniciales.
La Unión Europea nació como un sueño de paz, cooperación y prosperidad tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Europa, devastada por conflictos que durante siglos habían enfrentado a sus naciones, buscaba una nueva forma de relación basada en la unión, no en la división.
La idea era sencilla pero poderosa: fortalecer los lazos económicos para hacer la guerra no solo impensable, sino imposible.
En este contexto, en 1951 se firmó el Tratado de París, creando la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), un proyecto que unió a antiguos enemigos —Francia y Alemania— bajo un objetivo común: gestionar de manera conjunta los recursos esenciales para la reconstrucción y el desarrollo industrial.
En aquel año de 1951 se crea la Comunidad Europea del Carbón y del Acero – CECA- integrada por seis países fundadores. En la CECA, que fue el precursor de la Unión Europea, estuvieron Bélgica, Francia, Alemania Occidental (hoy unificada como Alemania), Italia, Luxemburgo y Países Bajos.
Poco después, en concreto, seis años más tarde, se firmó el Tratado de Roma (1957) que dio origen a la Comunidad Económica Europea (CEE), marcando el inicio de una integración más profunda que sentaría las bases para lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Los firmantes eran los mismos seis países fundadores ampliaron su cooperación, estableciendo la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM).
En 1973 tiene lugar la Primera ampliación en la que se incorporaron tres nuevos miembros: Dinamarca, Irlanda y un Reino Unido, que tras un traumático Brexit, salió de la UE en 2020.
En 1981 la Comunidad Europea tras una etapa de expansión atlántico, empezaba a abrirse hacia el Mediterráneo , siendo Grecia el que se unió como el décimo miembro de la CEE, marcando el inicio de una expansión hacia el sur.
En 1986 serán España y Portugal que tras sus transiciones democráticas, se incorporaron a la CE.
Tal día como hoy , pero del año 1995 se va a producir la ampliación hacia el norte cuando tres países neutrales se unieron tras el final oficial de la Guerra Fría. Los que se incorporaron fueron Austria, Finlandia y Suecia.
Al llegar el nuevo milenio se produjo una ampliación espectacular en el año 2004 y en la que el espacio de la UE se extendió, principalmente al este. Ésta fue la mayor ampliación de la historia de la UE, con la incorporación de 10 países, muchos de ellos países que en su momento estaban en la órbita soviética, salvo la dos isla estado de Chipre y Malta, entraron en la UE Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Eslovenia.
Tres años después , en 2007, los países que se incorporan son dos que, si bien económicamente no resultaban muy atractivos, si eran espacios que consolidan a la UE como el gran proyecto mundial. Los países eran Rumanía y Bulgaria. Estos países se unieron tras cumplir los criterios de adhesión.
En 2013 le tocó el turno a un país de la desaparecida Yugoslavia como fue el caso de Croacia. El país que tenía su capital en Zagreb se convirtió en el 28.º miembro de la UE, siendo la adhesión más reciente hasta la fecha.
En 2020 tuvo lugar un hecho que lamentamos todos los europeístas como fue la salida del Reino Unido de la Gran Bretaña. El Reino Unido abandonó la UE tras el referéndum de 2016, marcando el primer caso de retirada de un Estado miembro, pues el otro caso comparable que fue la posible incorporación de Noruega fue rechazada por los propios ciudadanos noruegos en dos ocasiones.
Desde el año 2020 la fronteras de la UE no han variado. Eso sí, todos entendemos que la UE ya no solo es una unión económica, sino también un compromiso con valores compartidos: democracia, derechos humanos y solidaridad. En un mundo cambiante y lleno de desafíos, la Unión Europea ha buscado ser un ejemplo de cómo la cooperación puede transformar la diversidad en una fortaleza y construir un futuro compartido basado en la paz y la estabilidad. Una paz difícil y compleja como apreciamos desde hace años, incluso aquí, en el continente más estable políticamente hablando, como lo demuestran los conflictos que se viven en espacios como Georgia, Armenia, Azerbaján, Moldavía y , lamentablemente, Ucrania.
Algunos de ellos a día de hoy manifiestan su interés en entrar en la UE y han solicitado su ingreso varios países que están en proceso de adhesión o son candidatos potenciales como es el caso de Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, Moldavia, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia, Turquía y Ucrania, siendo interés igualmente de parte del partido que acaba de salir del poder en el área del Cáucaso: Georgia.
Hoy estamos ya en 2025 y los que somos europeístas convencidos creemos que el proyecto europeo ha de seguir creciendo. Únicamente, hemos de dar tiempo al tiempo.