En enero de 1923, el ingeniero Juan de la Cierva y Codorníu consiguió hacer volar su autogiro después de muchas rectificaciones. Se trataba del prototipo C.4. Fue el primero en conseguirlo (los tres anteriores fracasaron) gracias a las modificaciones en el rotor.
Bueno, empecemos por el principio. Un autogiro no es un helicóptero, es su precursor (que no es poco). En un helicóptero las aspas del rotor tienen un movimiento activo producido por el motor. En un autogiro las aspas superiores son pasivas: se mueven por la fuerza del aire, lo que permite la sustentación del artilugio. La hélice empuja al avión contra el aire que, a su vez, mueve las palas, produciendo un ruido muy característico.
El prototipo C.4 logró resolver un problema que presentaban los anteriores: se producía una diferencia de sustentación entre el aspa que se adelantaba y la que retrocedía. El C.4 incorporó en el rotor una bisagra o articulación de batimiento, capaz de abatir las cuatro aspas con respecto al eje rotor y compensar así la diferencia de sustentación de las cuatro aspas. El rotor sería algo parecido a esto:
El fuselaje del autogiro fue el de un avión Sommer modificado, con un armazón de madera recubierto de una tela de lino:
También las aspas, alas y alerones estaban hechas del mismo material. El timón vertical y la aleta superior estaban recubiertas con una chapa ligera.
El motor que impulsaba la hélice de madera era un modelo Le Rhône 9Ja de 110 hp y 9 cilindros:
Se gobernaba con dos pedales para cambiar la inclinación usando los alerones traseros, con una palanca central que movía el timón para los movimientos laterales y una palanca para el gas del motor que se encontraba a la izquierda del puesto del piloto (la de la bolita roja):
Los indicadores eran también muy simples: un altímetro, un tacómetro (revoluciones del motor) y una brújula. Es probable que también tuviera un magneto o corte de encendido para arrancar y apagar el motor (el pequeño mando negro de la izquierda):
El tren de aterrizaje lo formaban dos ruedas parecidas a las de una motocicleta pequeña y un pequeño apoyo metálico flexible en la popa. Me he tomado la libertad de ponerles una marca a los neumáticos que ya existía en la época. Como Juan de la Cierva tenía muchos contactos con la aviación británica, he usado la marca inglesa Dunlop. Pero esto es solo una licencia artística, al igual que el rótulo «C.4» en el timón (a los prototipos no se les ponía normalmente rótulos o identificadores).
El modelo integrado en un entorno:
Veamos la malla (como algunos componentes han sido esculpidos, como el recubrimiento de lino del fuselaje o las alas, la densidad de la malla es importante):